Valores

Agustín Salvia: «Los empresarios deben protagonizar el proceso de transformación social»

En una entrevista con Portal Empresa, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina, exhorta a los empresarios a protagonizar un periodo de transformación, en sus roles de dirigentes sociales, para reducir la pobreza. El único camino para lograrlo, afirma, es generar más y mejores empleos.

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¿Cómo surgió el Observatorio de la Deuda Social?

n ese momento (2001) me convocaron a participar en un concurso académico para constituir un programa en la Universidad Católica Argentina, luego tres de ellos quedamos seleccionados y fui armando este proyecto. Me tocó el área Economía y Trabajo, pero después de la crisis de fin del 2001 pasaron muchas cosas y en términos universitarios, se redujo el presupuesto. Esto implicó que se debía achicar el proyecto, pero ampliar la propuesta al mismo tiempo para más impacto social. Se pensó en una encuesta propia, en un observatorio de la deuda social en la Argentina.

¿Por qué son necesarias las cifras de pobreza?

A través de la investigación social uno produce conocimiento y el conocimiento produce, a su vez, una toma de conciencia. Una vez que ésta se instala en el debate público, pueden constituirse en temas de agenda pública y los gobiernos, obligados a darles solución.

¿Qué dificultades recuerda ahora de los primeros años?

Cuando nació este proyecto había mucha oposición dentro de la UCA…Bueno, no sé si mucha, pero había cierta resistencia de parte de algunos sectores más tradicionales. Qué era eso de estudiar la pobreza, cuando la UCA había estado estudiando otras cosas. Eso de estar estudiando la pobreza y la desigualdad era un poco urticante. Sobre todo, para una Iglesia que no era homogénea. Aquellas dificultades las fuimos sorteando con diálogo y sobre todo con trabajo. Propusimos que se monitoreara nuestro trabajo por expertos y estudiosos del tema y así se fue consolidando para más tarde lanzarse a dar información pública con valor académico aplicado a las ciencias sociales.

¿Qué significaron las desacreditaciones del Gobierno?

A partir del 2007 cambia el Gobierno y también el enfoque del INDEC y un giro en la situación económico social. Comienza el estancamiento del empleo, ya no baja tan rápido la pobreza y se empieza a notar la inflación. En este marco, empezamos a tener mayor protagonismo político y social, porque dábamos datos que no se correlacionaba con el relato oficial. Y a tener presiones de lo que empezaba a ser la grieta, tanto del campo académico (consultores militantes) como de funcionarios del gobierno, por considerar información de “derecha” o faltas de rigor científico. Las críticas del Gobierno, lejos de atemorizarnos, lo que generó en nosotros fue más entusiasmo en que íbamos por buen camino. Si la información de pobreza estaba molestando a alguien entonces las críticas significaban que las cosas tan mal no estábamos haciéndolas”.

¿Medir la pobreza estigmatiza a los pobres?

La crítica de un ministro de Economía con respecto a esto significó una actitud desesperada que, hoy seguramente, se rectificaría. No sabía cómo tapar el sol con las manos: tenía cifras de pobreza del 4,7 % y tenía que decir que eran ciertas. ¡No podía! Así que mejor era decir que no hay que medirla para no estigmatizar a los pobres.

¿Qué esperanza podemos tener en que la pobreza baje?

El mayor problema para que la pobreza no baje, aunque se mantenga en niveles estructurales importantes medido en ingresos (no importa la cifra) a pesar de que se incrementaron los programas sociales (el 32% de los hogares tiene algún tipo de asistencia social); porque hay cosas que no se pueden hacer. Lo que se necesita es más y mejor empleo. Eso fue lo que nos hizo retroceder en estos 30 años: la debilidad en la creación de buenos empleos, la creación de empleos de baja calidad y la destrucción de empleos en ciclos de crisis. Y todo eso en un contexto global donde las inversiones cada vez generan menos empleos.

¿Con inversión privada, disminuye la pobreza?

Por eso no sólo hace falta más inversión, sino que ésta se distribuya también hacia el florecimiento de las microempresas familiares y fomentar que no sean emprendimientos pobres, sino que sean ricos, que operen en los mercados internos y externos en forma competitiva. Las grandes inversiones son necesarias, pero sólo generan empleos de calidad en la economía formal, y en la Argentina la mitad del empleo se desarrolla en sectores de muy baja productividad.

¿Cómo acelerar la reducción de la pobreza?

Necesitamos que haya crecimiento económico y que el 50% de la economía informal funcione en blanco y con productividad creciente. Para eso es clave el crédito barato, erradicar trabas burocráticas para las pequeñas empresas, que son terribles y subsidiaridad en la seguridad social. Se requiere un clima de negocios para las pymes, con un estado inteligente, que no deje de controlar, pero fomente el florecimiento de las capacidades productivas de nuestros emprendedores.

Los empresarios deberían comprometerse con un proyecto de desarrollo, con una política de desarrollo donde los tenga como protagonistas. Hay dos países en la Argentina, dos velocidades de país, y si seguimos tal como estamos lo único que haremos es ampliar las desigualdades. Los empresarios deben comprometerse no solo en su rol, sino también como dirigente social, para alertar y ayudar a que no haya un tercio de los argentinos fuera del país”.}

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¿Qué pueden hacer los empresarios?

El gran papel de los empresarios sería el de comprometerse y ofrecer al Estado ser parte de un plan de desarrollo que los tenga como protagonistas, exigir al Gobierno el seguimiento de estas pautas y poner en la agenda la importancia de estos temas.

Y para finalizar, ¿qué rol cree deberían tener los socios y empresarios vinculados a ACDE en esta cruzada?

Hay que mantenerse fuertemente comprometidos la situación social. En este país hay dos sociedades, dos velocidades diferentes. Y lo que estamos haciendo como construcción colectiva es romper esa inercia. En la medida que mantengamos este modelo actual, lo que estamos haciendo es reproducir y ampliar las desigualdades estructurales del país. Y si no fuera por una cuestión de ideario, que quiero un 100% de la sociedad argentina incluida, tengo que comprometerme con un proyecto de desarrollo. Como empresario también soy un dirigente social. Como dirigente social de ACDE tengo un rol de liderazgo de este proyecto de cambio social. Hay un país posible para el siglo XXI, lo queremos distinto al que tenemos. Ese empresariado tiene que comprometerse, no solo haciendo RSE sino con un proyecto político y social de cambio, de transformación de toda la sociedad.

Sobre el autor

Tristán Rodríguez Loredo

Licenciado en Economía (UCA), Magister en Gestión de Empresas de Comunicación (U. de Navarra) y en Sociologa (UCA). Editor de Economía y columnista en Editorial Perfil.

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  • […] “Por eso no sólo hace falta más inversión, sino que ésta se distribuya también hacia el florecimiento de las microempresas familiares y fomentar que no sean emprendimientos pobres, sino que sean ricos, que operen en los mercados internos y externos en forma competitiva. Las grandes inversiones son necesarias, pero sólo generan empleos de calidad en la economía formal, y en la Argentina la mitad del empleo se desarrolla en sectores de muy baja productividad.” Agustín Salvia, en entrevista de Portal Empresa. […]