“¿A qué haremos semejante el Reino de Dios…? Es como el grano de mostaza que cuando se siembra en la tierra, es la más pequeña de las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado crece y se hace la mayor de las hortalizas” Mc. 4 30-32.
En el “Compromiso Personal Empresario 2016” ACDE nos propone un ideal en un país donde las noticias de todos los días muestran una realidad que lo contradice.
Al ser un compromiso PERSONAL se le aplica la enseñanza que surge de la parábola del “grano de mostaza”. Allí se evoca la pequeñez de cada uno de nosotros frente a los obstáculos que nos presenta la dificultad que significa mantener nuestros principios en un mundo que va a contramano, avasallando sanos valores éticos, la dignidad humana y el medio ambiente. Asimismo nos enseña que cada una de nuestras actitudes, aunque parezcan solo una gota en el mar, tienen la virtualidad de generar un cambio positivo en las empresas y en el país. Si cada uno, en la medida de sus posibilidades, cumple el compromiso, su obrar transformará positivamente sus empresas, las asociaciones empresarias y, en definitiva, nuestro país.
Sin corrupción
El primer compromiso que propone ACDE es “no consentir la corrupción como inevitable bajo ningún pretexto, justificación o modo de aplicación”. Pedirle a los empresarios una conducta moral que no entre en prácticas corruptas es una regla evidente. Sabemos que muchas veces es difícil, aunque no imposible, mantener una conducta ética y cumplir con la ley en un país donde existe –lamentablemente- una estructura corrupta enquistada en el Estado y en la Sociedad. Es aún más difícil en aquellos sectores que dependen de contrataciones con el Gobierno. La dificultad no es por lo tanto la misma para todos y además, sabemos que la realidad está teñida por nuestros propios pecados que contaminan las estructuras sociales.
Es por eso que se propone revertir una tendencia con un comienzo: “no consentir la corrupción como inevitable”. Se pretende desterrar esa opinión común según la cual en la Argentina no se pueden hacer negocios si no se transa con la corrupción. Esa perniciosa idea nos lleva al conformismo y, luego, a que cada uno de nosotros fomentemos ese grave mal para terminar, como en la famosa novela de Oscar Wilde, “El retrato de Dorian Gray”, trasladando todas nuestras bajezas y malas prácticas al desván al que solo nosotros podemos llegar, mientras nos presentamos a la sociedad con una imagen hipócrita de seriedad y limpieza.
Si con nuestras actitudes y opiniones individuales logramos desterrar la idea de que la corrupción es inevitable para comenzar a verla como una patología dañina, la imagen del empresario se revaluará y la sociedad comenzará a sentirse acompañada en la exigencia de un profundo cambio ético en el Estado y las empresas. Se impone dejar de proteger al corrupto con nuestro silencio cobarde falsamente justificado en solidaridad corporativa. Por el contrario, el compromiso nos llama a denunciar sin titubeos violaciones a la ley y la ética pública para que actúe la Justicia y cese la impunidad.
Empleo y sustentabilidad
El segundo compromiso es la actitud, con empleados y proveedores de “crear fuentes de trabajo dignas, promoviendo el trabajo realizado eficientemente”. La creación de fuentes de trabajo digno y productivo en un país en crisis, implica renunciar a ganancias lícitas para aplicarlas a la inversión promoviendo el trabajo eficiente conforme a la enseñanza de San Juan Pablo II en Centesimus Annus, donde se califica la inversión como una forma de caridad (C.A, N 35). Por su parte el trabajo eficiente implica someternos a la competencia para respetar al consumidor y estar dispuesto a mejorar la calidad de nuestros servicios y productos según las honestas preferencias del mercado.
El tercer compromiso implica “Desarrollar una estructura de negocios coherente con la sustentabilidad, como responsabilidad primaria con la comunidad y futuras generaciones”. Se trata de armonizar los proyectos empresarios con el respeto por el medio ambiente. Nuestro Papa Francisco ha desarrollado este tema en su Encíclica “Laudato Si” que es una guía para respetar esta propuesta. Allí nos previene de dos actitudes negativas extremas hoy en boga: la de aquellos que “sostienen a toda costa el mito del progreso… sin consideraciones éticas ni cambios de fondo” y, en el otro extremo, quienes piensan que “el ser humano, con cualquiera de sus intervenciones sólo puede ser una amenaza al ecosistema mundial” (LS N 60).
El hombre necesita de ciertos valores para desarrollarse, alguno de los cuales son la belleza y la existencia de un medio ambiente sano que no pueden sacrificarse por meros cálculos de costos. El compromiso que asumimos implica someter nuestros proyectos a estudios ambientales serios y armonizar la generación de riqueza con la sustentabilidad del medio ambiente porque, bien mirados, no son incompatibles. La generación de riqueza y confort incluye el respeto a la belleza que surge de nuestro mundo natural creado por Dios. Nos toca colaborar con Su creación y no empeñarnos en destruir Su obra.
Porvenir compartido
El cuarto compromiso nos pide “promover actividades…dirigidas a la promoción y bienestar de la comunidad”. La empresa no puede estar ajena a los problemas sociales que vive la comunidad y el país donde está inserta y debe contribuir a solucionarlos incluso por su propio interés de largo plazo. La actividad solidaria requiere de dotes y técnicas que los empresarios dominamos. Es nuestro deber ponerlos al servicio del bien público y de la erradicación de la pobreza y marginalidad. También se espera de nosotros que actuemos con firmeza exigiendo al Estado acciones necesarias para la comunidad en el ámbito de su competencia.
El quinto compromiso es el fundamento de todos los demás. Nos pide actuar con coherencia entre nuestra conducta y los valores que predicamos abandonando mezquinos intereses particulares o sectoriales. También requiere que sepamos respetar las creencias y posiciones éticas de los demás con la conciencia de que vivimos en una sociedad plural donde no caben los fanatismos ni las opiniones excluyentes. Nuestra democracia solo será posible si creamos un ámbito de integración entre los argentinos terminando con políticas discriminatorias y maniqueas donde un grupo o sector se considera puro o perfecto imponiendo la dialéctica dualista de “amigo-enemigo” en la política y en la vida.
El “Compromiso Personal Empresario 2016” que ACDE propone pretende generar una nueva tendencia hacia conductas éticas que nos comprometan a todos en la lucha por un país con una mayor calidad institucional donde impere el hábito, hoy olvidado, del cumplimiento de la ley.