No es un problema de nuestros gobernantes ni de nuestros políticos. Ellos responden a las señales que les envía la sociedad. No podemos pedirles valentía si nosotros no la tenemos. No podemos exigirles firmeza y sacrificio si somos una sociedad débil y que no está dispuesta al renunciamiento presente para poner los cimientos, que no se ven, de una sociedad justa y solidaria.
Cito algunos párrafos para mí acertados, que muestran nuestra enfermedad:
LN 17.07.2016 Morales Sola: “Hace poco un empresario se quejaba ante el presidente que venía de un trimestre en el que no tuvo ganancias ‘apenas salí empatado’”
LN 25.07.2016 “Sabe que la solución será lenta y que su gobierno depende de la paciencia de los argentinos. ¿Habrá paciencia? ¿Quién lo sabe?.” Macri, desde la pelea interna hasta Tinelli. Joaquín Morales Solá.
LN 24.07.2016“¿Seremos capaces los argentinos de levantar la mirada y abandonar el facilismo cortoplacista? La sociedad argentina es también reconocida en el mundo por su insólita vocación freudiana. Y Freud sostenía que la madurez es la capacidad de posponer la gratificación. ¿Podremos madurar?.” Lo que está en juego en la Argentina Jorge Fernández Díaz
LN 3.08.2016. (Refiriéndose al tema de las tarifas de gas y electricidad) “Detrás de todas estas explicaciones subyace entonces la necesidad de un cambio cultural en nuestra sociedad. El paradigma del facilismo, la falta de compromiso individual, la ilusión de un Estado benefactor que en realidad benefició por décadas a la dirigencia política en el poder obstaculizan el cambio necesario.” El cambio cultural que el país necesita. Emilio Apud.
LN 4.08.2016 “Nuestro país «está enfermo de cortoplacismo» y una de sus consecuencias se expresa en estancamiento económico. Para superarlo se necesitan políticas de largo plazo, cuyas exigencias de ahorro e inversión no han sido suficientemente tenidas en cuenta por nuestros gobernantes”. El desafío de armonizar el largo y el corto plazo Omar Argüello.
Tampoco es bueno atribuir la enfermedad a un “ente colectivo” sin rostro como es “el Pueblo” o “la Sociedad”. La enfermedad la sufrimos los líderes: empresarios, sindicalistas, políticos, padres de familia etc.
Si estamos enfermos de “cortoplacismo” la única solución es el tratamiento. ¿En qué consiste?
- Tomar conciencia que no somos un país rico. Hemos vivido asociando nuestra riqueza con los recursos naturales con que contamos olvidándonos que ella tiene una mayor relación con las actitudes y la cultura del trabajo. Esta última ha sido destruida por años de demagogia y populismo (los efectos más claros del “cortoplacismo”). Debemos reconstruirla.
- Tener en cuenta la más simple definición de economía “adopción de los recursos escasos a las múltiples necesidades” (Lioel Charles Robins). La simple traducción de esta definición es que nada es gratis y el Estado no está para asegurar gratuidad a nadie sino para distribuir bienes públicos: Justicia, Seguridad, acceso a la Saludo y la Educación, infraestructura básica, etc
- Ejercer la paciencia que es una forma de la virtud teologal de la “Esperanza”. Esperar significa ponerse un loable objetivo y trabajar arduamente para conseguirlo.
- Tener conciencia que el sacrificio implica privaciones lo cual castiga duramente a los más débiles; a aquellos cuyas necesidades básicas no admiten demora. Superar el cortoplacismo implica solidaridad ejercida, fundamentalmente, por los que más tenemos en beneficio de los que menos tienen. El Estado debe canalizar y ordenar ese esfuerzo, liderarlo. Pero no es bueno dejar que el Estado lo asuma y lo deje en manos de burócratas, corporaciones amigas o consejos de aquellos que la enfermedad del “cortoplacismo” les cae bien y se enriquecen con ella, por qué es la madre de la corrupción.