La Encíclica “Laudato Si” nos conmueve e invita a reflexionar sobre el rol de los empresarios frente a los desafíos de un mundo nuevo, en el marco de turbulencias sociales y políticas, y la convergencia de nuevas tecnologias. Las instituciones y su funcionamiento, su propósito, deben revisarse y adaptarse a esos desafíos. No es posible ordenar este mundo con las reglas de otros tiempos. Las instituciones de una sociedad son el marco donde fluyen las políticas y estas determinan el funcionamiento de la economía y los negocios. Los desafíos de la ecología, la pobreza y la paz, tan cercanos a la vida de San Francisco, vuelven en estos tiempos.
¿Nuestras acciones, nuestros emprendimientos, generan bienestar y dignidad en las personas?
Estamos haciendo personas más libres, saludables, solidarios, autónomos, emprendedores, empleables, entre otras capacidades que cada sociedad podría definir. ¿Qué hacemos desde nuestros lugares de trabajo para conseguirlo?
Las instituciones deben modificarse, o inclusive desaparecer, si no persiguen un propósito ético. Muchas veces nos vemos envueltos en discusiones sobre la necesidad mantener instituciones cuando en el fondo lo importante es si sirven o no para el propósito ético que fueron creadas. La madurez de una sociedad está dada por su capacidad de modificar las instituciones. El filósofo Colombiano Bernardo Toro profundiza esta idea y dice: “El que lucha por conservar valores, no teme cambiar las estructuras, el que lucha por conservar las estructuras, no teme cambiar sus valores”.
La crisis de una sociedad aparece cuando los negocios o la política modifican las instituciones o el sentido ético de las mismas en lugar de subordinarse al proposito del bienestar colectivo.
El rol de los empresarios en este mundo turbulento ya no será solo hacer empresas, dar trabajo y pagar impuestos. Los empresarios, junto a la sociedad civil y el sector público, deberemos liderar una gesta colectiva en busca del bienestar, basada en la ética.
En los últimos años se avanzó con la agenda de la transparencia y a pensar, ya no solo en los accionistas, sino en todos los grupos de interés (clientes, proveedores, talentos) incluyendo la sociedad. Es decir, operamos sobre las consecuencias de los problemas con alguna forma de ayuda. La idea última de esa evolución es la responsabilidad social empresaria (RSE) que, en muchas empresas de frontera, pasó a integrarse a sus estrategias.
Pero todo esto no es suficiente, los empresarios y emprendedores debemos operar sobre las causas de los problemas, colaborando con todos los actores del espacio público, especialmente el estado, en la creación de nuevas organizaciones (estado, empresas, ONG, etc) que generen capacidades en las personas.
Deberíamos pensar si los impuestos actuales sirven para estos fines y definir el nivel de los mismos que faciliten el proceso generando bienes públicos. Tenemos que ser creativos para impulsar y diseñar incentivos de alto valor ético y moral.
La aparición de la Enciclica “Laudato Si” nos conmueve y moviliza hacia una agenda basada en la ética. Deberíamos reflexionar cada uno de Nosotros si, con nuestras tareas cotidianas, aportamos en esa dirección.
Frente a las turbulencias, “cisnes negros”, desesperanza, estas ideas dan vueltas sobre las cabezas de quienes intentamos encontrar un sentido a las instituciones, la política y la empresarialidad, definitivamente muy diferente a los que hemos vivido, pero con infinitamente más oportunidades para muchos más.
Este año para el grupo de economistas acde justamente estudie la encíclica Lautaro si. Excelente artículo. Muchas gracias. Súper interesante la frase del filósofo colombiano que citas. Saludos.