¿Qué eliges: tener la razón o ser feliz? Esta sentencia refleja una creencia sumamente arraigada en América Latina, con mayor énfasis en algunos países: si no piensan como yo, están equivocados.
Las diferencias de opinión siempre son saludables y, si se producen en el marco de un sano intercambio, pueden resultar altamente positivas para ambas partes.
La resolución de conflictos convencional, la empatía y el ponerse en los zapatos del otro muchas veces se transforman en un excelente manual de meras buenas intenciones, porque en la práctica, desde las fuerzas políticas opositoras hasta los ciudadanos polarizan y se apropian de sus opiniones como si fuese el último bastión disponible.
Por eso es conveniente mirar en perspectiva la situación, para centrarse en el resultado mayor para el bien de todos, y no de alguien o un sector en particular. Estas 10 claves de rápida aplicación ayudarán a tener una visión menos obtusa y de mayor entendimiento, contribuyendo a un resultado superador:
- No hay verdades absolutas: siempre hay puntos de vista sobre prácticamente todas las cosas. Por eso que tener la habilidad de observarlos sin más, es la primera forma de evitar peleas y discusiones que pueden terminar mal.
- Cambiar de posición: incluso físicamente, si estamos frente a otra persona; movernos sutilmente; y adoptar algunos de sus gestos, ciertas palabras que nos dice, tono de voz y acompasar la diferencia de opinión, son buenas herramientas para ganar en empatía y estar más cerca de un cómodo punto intermedio.
- Aprender a ceder: ambas partes sabrán que el mejor resultado es el que se obtiene en un punto de encuentro y acuerdo, por lo cual si me quedo cerrado e inflexible, es muy difícil destrabar cualquier diferencia.
- Entender no es lo mismo que justificar: si la disputa viene de un hecho que realmente no puedo dejar pasar ni dar por terminado, una buena estrategia es enfocarme en entender (que no es lo mismo que justificar ni validar) la posición que se manifiesta del otro lado. Este simple hecho de ver el otro punto de vista ya abre una perspectiva de conocimiento y experiencia diferente.
- Contar con toda la información: sobre todo en discusiones intangibles, o de matices ideológicos, rara vez ambas partes cuentan con los mismos elementos de análisis; por lo que acceder a información objetiva y que pueda ser evaluada en conjunto, podrá traer un pronto arribo de un razonable punto intermedio, más allá de las disputas. He intervenido en situaciones donde en empresas grandes había que mediar en un conflicto, y ambas partes tenían distintas versiones impresas de un mismo documento. Cada cual tenía “su” razón en la mano; y ningún elemento en común sobre el que sentar las bases para dirimir el motivo del día.
- Pensar más allá: preguntas sencillas, como ¿Es esto fundamental? ¿Qué parte de mí se juega en la discusión? ¿Qué pierdo si no salgo “ganando”? ¿Es relevante para ambas partes? ¿Cómo puedo marcar mi posición sin agredir ni denostar? son fundamentales a la hora de encarar las diferencias.
- Mentalizarse en lograr acuerdos: la base es preparar una diferencia de opinión sobre la base de la real necesidad de alcanzar el mejor acuerdo posible, que deje a las dos partes satisfechas (el célebre “ganar = ganar” de la PNL, Programación Neuro Lingüística). Si partimos de esta base, alcanzarlo será más sencillo que si vamos exclusivamente en pié de guerra.
- Quitarle las emociones: muchas veces al opinar distinto le ponemos una carga emocional excesiva. Bajar esta carga –que es como un arma llena de municiones que quiere aniquilar a los que no piensan como yo- es muy saludable para encontrar un punto de encuentro incluso en medio de las discrepancias.
- No interrumpir al otro: dejar que se exprese, sin filtros ni condiciones. No agraviar, no denostar ni herir con expresiones que sólo pueden lastimar. Y pedir lo mismo cuando sea nuestro turno al opinar.
- Cerrar el acuerdo con los puntos en coincidencia, e incluso dejar abierta una nueva charla a futuro –que ya estará alimentada de esta buena primera práctica-. Enfocarse siempre en los puntos de acuerdo, y no de diferencia. Esto hará más claro y fluido el arribar a un resultado satisfactorio.
Estos elementos de comunicación efectiva, harán que las diferencias de opiniones no deban terminar siempre en peleas, pleitos o en cosas mucho mayores, como una guerra. Y además, permitirán que todos los involucrados se sientan mucho mejor que al comienzo.
Es posible que de arranque lleve algo de práctica y necesite la ayuda de un facilitador profesional para encauzar el diálogo; luego, se adquiere la destreza de buscar el bien mayor y se la incorpora naturalmente en todos los ámbitos de la vida.
Recuerda: “las opiniones son como las narices: todos tenemos una”. Así que es normal tener discusiones y puntos de vista diferentes. Lo fundamental es querer salir del círculo vicioso del “toma todo” (como en el juego de la perinola), para concentrarnos en obtener otra cara del mismo dado: “todos ganamos”.