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Algunas consideraciones sobre la productividad

El presente extracto es un adelanto del libro ‘Un empresario en plenitud: Enrique E. Shaw’, de Sara B. Critto de Eiras. Fue extraído del Capítulo 2: Su pensamiento inspirador sobre la empresa y su misión.

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Shaw fue detallista, observador y muy productivo. Por ello detallaba en sus libretas objetivos, planes, procesos industriales, problemas a solucionar en la fábrica y del personal. Señalaba como mejorar la fundición, especificaciones de moldes, su control y su limpieza, calibre, control de repuestos antes de usarlos, diferentes temperaturas y hornos, todo ello para mejorar el rendimiento y la productividad. Asimismo listaba los convenios, trabajos pendientes, ventajas y desventajas, cromado para dar resistencia y distintas materias primas, los aspectos químicos de los procesos, el prensado, los anillos, el feeder, procesos de embalaje, aparatos de control y los equipos necesarios para aumentar la calidad y cantidad de la producción que luego chequeaba con inspecciones (SHAW, libretas personales nros. 22 a 26 AyBEES cajas nros. 123 y 124). Shaw anotaba “la situación en general sobre compras, las compras en particular, equipos para templar, y ver equipos que podríamos comprar”. También consignaba gran cantidad de los productos – a veces dibujándolos-, como por ejemplo copas, y las botellas para la industria de Coca-Cola con boca corona.

Detalló pormenorizadamente la información sobre el problema de una mancha en los platos pequeños y los distintos procedimientos que se llevaron a cabo para lograr que todos los productos sean de excelente calidad. Para solucionarlo llamó a todos los jefes, capataces y mecánicos, estudiaron las causas de la mancha en el vidrio y probaron distintos métodos y varias alternativas. Consideraba “necesario que todas sean buenas. Vamos a dar un año de garantía absoluta” (SHAW libreta nro.26 AyBEES caja nro. 124) Se propuso escribir para cada operador sugerencias para eliminar defectos y organizar las inspecciones de control (SHAW, libretas personales nros. 25 y 26 AyBEES cajas nro. 123 y 124). Visitó compañías en Estados Unidos, Brasil y distintos países europeos para capacitarse y capacitar al personal con los últimos adelantos técnicos.

“No digamos como Taylor, el «fundador» de la «productividad», que un obrero cuanto más estúpido es mejor. (¿Puede sorprendemos que esa palabra «productividad» aún tenga en ciertos sectores connotaciones poco agradables?).

(…) Aunque obedece, el subordinado conserva su personalidad de productor inteligente y no queda desprovisto de toda iniciativa. Su obra es también de valiosa colaboración con la obra soberana de Dios y de excelsa solidaridad con toda la comunidad humana.

(…) Concepción cristiana de la productividad: Para confirmación de lo dicho, creo oportuno transcribir unas reflexiones que al respecto ha hecho el señor León Bekaer, presidente de la Federación de Patronos Católicos de Bélgica, a quien también le debo muchas otras ideas de este tema:

(…) Aunque no faltan definiciones de esta nueva concepción del trabajo en común, los hombres de ciencia y los dirigentes industriales están lejos todavía de ponerse de acuerdo sobre lo que hay que entender por aumento de la productividad. Según algunos, el aumento de la productividad es un simple problema técnico; se trata, según ellos, de aumentar el rendimiento de las empresas con el empleo de máquinas más potentes y más diversificadas, con la aplicación de métodos de producción más modernos y más racionales.

Según otros, el fin por alcanzar residiría en una mejora de las relaciones humanas en las empresas, estimulando el interés por el trabajo, creando un nuevo espíritu en las empresas, realizando un consenso general de todos los trabajadores alrededor de intereses y objetivos comunes. Finalmente, una tercera categoría de defensores de la noción de productividad ve en esto un medio para mejorar el nivel de vida en general, pues por la disminución de los precios de costo y por la racionalización de los métodos de distribución, la productividad pondrá no solamente lo indispensable sino, además, el bienestar al alcance de todos.

Sin embargo, la idea de la productividad no es una idea nueva, y la mejor definición que se le ha dado se encuentra en un libro escrito hace dos mil años, que todos conocen: el Evangelio de San Mateo. La verdadera concepción de la productividad se encuentra admirablemente ilustrada en una de las más bellas parábolas de todas aquellas que Cristo nos ha legado: la pará- bola de los talentos (Mt 25, 14-30). Todo hombre ha recibido al nacer una suma de talentos, de dones y de aptitudes. Los unos han sido ricamente provistos, los otros han debido contentarse con poca cosa. Todos tienen el deber de hacerlo fructificar al máximo.

(…) la productividad para el cristiano es mucho más que el progreso técnico, que la paz social, o que la elevación de bienestar social: es un medio de perfeccionamiento del hombre. El trabajo no es un fin en sí, la producción no es tampoco un fin en sí, el bienestar no es un fin. El hombre ha sido creado para cumplir con su destino, y no se encontrará jamás una persona insatisfecha de su trabajo si tiene la conciencia de poder realizar, por medio del mismo, la idea que se ha hecho de su tarea y de su misión en la tierra. La productividad no es otra cosa que una puerta que se abre, que se abre a todo trabajador, cualquiera que él sea; que le abre o que le permite el acceso a un mejor desarrollo de su personalidad, a la realización de su concepción de la vida, al fin para el cual ha sido creado. La productividad es un instrumento para hacer hombres mejores y dignos de su destino sobrenatural” (Bekaer, Congreso de UNIAPAC, Roma1949)” (SHAW, 2010: 26 a 28).

Sobre el autor

Sara Critto de Eiras

Abogada (UCA) y Magister en Matrimonio y Familia por la Universidad de Navarra (2012). Además realizó la Maestría en Derecho y Economía en la Universidad de Buenos Aires.

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