¿Podemos vivir con humildad, sin importar el rol que ocupemos dentro de las organizaciones? La respuesta es sí, enfocándonos en estos pasos, que pueden ayudarte.
Posiblemente la humildad sea una de las virtudes más difíciles de alcanzar, sostener o desarrollar. La definición del diccionario dice: “La humildad es la virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento.”
El término proviene del vocablo latino humilitas, que significa fértil. De allí que sea para muchas personas una de las búsquedas fundacionales de la raíz del Ser mientras transitamos este mundo. No tiene nada que ver con la posición social, como muchas veces se malinterpreta.
Lo opuesto a la humildad es lo que todo el mundo conoce con mucha crudeza: altanería, arrogancia, egoísmo, insolencia, pedantería, orgullo, soberbia, petulancia, presunción, vanidad.
Este artículo pretende darte algunas líneas para que puedas desarrollar la humildad cada vez más, con el propósito de lograr mayor equilibrio y paz interna, y no estar en posición de superioridad o guerra permanente. Desarrollar la virtud de la humildad requiere consciencia, corazón, voluntad y razonamiento; habilidad crítica con uno mismo, y dosis grandes de tolerancia, escucha y observación neutral.
A continuación, encontrarás una metodología específica para que puedas bucear más profundo, tanto de tu parte, como cuando afrontas situaciones con otras personas.
- Todos tenemos una historia personal: Sin ser necesario que justifiques las actitudes de los demás, o intentes victimizarte porque no comprenden las tuyas, es posible situarnos en la posición de entender. Esto es, abrirnos a una nueva dimensión de percepción y conocimiento que va más allá de la apariencia. Preguntas clave que puedes formularte para ir profundo en este punto: ¿Qué me provoca esta reacción? ¿Por qué me comporto de este modo? ¿A qué tengo miedo? ¿De dónde surge la inseguridad que se transforma en agresión? ¿De qué me estoy protegiendo?
- Pon de relieve lo bueno: Como no conocemos a fondo otra historia personal más que la nuestra, es necesario convertirnos en observadores precisos y más amplios que la propia visión. La visión interna que cada uno tiene, es un recorte de la realidad: no es, en sí misma, “la realidad” de las cosas. Es subjetiva, porque lleva nuestros filtros. Cuando empiezas a tener claro y manifiestas las cualidades positivas de los demás, tu humildad crece, en un gesto que da lugar a que esas virtudes se expresen. Crece lo bueno en ti, a la par que dejas que el otro también crezca. Preguntas para profundizar: ¿Qué aprecio realmente de mí o de la otra persona? ¿Qué emoción me domina en este instante? ¿De qué forma puedo gestionar mejor mis emociones si observo las situaciones con los lentes de la humildad?
- Querer tener razón no es un buen negocio: Así se desatan las guerras y los horrores del mundo. Entonces, necesitas decidir de qué forma quieres convivir. Preguntas: ¿A qué me estoy resistiendo? ¿Qué pienso que pierdo si me quedo callado y aporto mi humildad? ¿De qué forma puedo contribuir a no generar un problema mayor?
- Admite tus errores de inmediato: Muchas personas sienten que su orgullo está en juego si piden disculpas y expresan su arrepentimiento; lo que está muy lejos de la realidad: es un rasgo sumamente positivo y de alta valoración el hacerlo oportunamente. La soberbia irrumpe en esos casos, y no permite que se sanee la situación. Preguntas para ir más a fondo: ¿Qué creo que se pone en juego si acepto mis errores? ¿Cómo puedo ser más honesto -que significa “uno conmigo”-? ¿Cuál es la manera de superarme y no volver a cometer estos fallos?
- Acepta el aprendizaje escondido detrás del error: Los fracasos, los conflictos e incluso las personas que te sacan de quicio son los mejores maestros para ejercitar tu templanza y tu humildad. Escucha en silencio. Espera antes de replicar. No te arrogues todos los logros; sí, debes asumir todos y cada uno de los errores que cometes. Esto te dará un gran entrenamiento que derivará en dosis de humildad y compasión hacia ti y los demás. Preguntas: ¿Qué estoy aprendiendo de esto? Si tuviese una visión de un ser superior, ¿cómo resolvería este problema? ¿Qué implicancia tiene mi falta de humildad al abordar esta situación? El no ser humilde, ¿me fortalece o me debilita?
Recuerda: para saber que estás en el camino apropiado, cuando subas una posición en la escala de los triunfos, sube dos escalones de humildad.