Por Ignacio E. Carballo y Diana Schvarztein*
En la agenda actual de desarrollo internacional dos importantes eventos cobran relevancia de cara al próximo donde la Argentina tendrá un lugar protagónico en calidad de nación anfitriona. Por un lado, nuestro país será la sede de la próxima reunión Anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Por otro, y de mayor envergadura, la Argentina asumirá la presidencia en la Cumbre del G-20 también en el 2018. En ambos casos, aunque particularmente en el segundo evento, se incluirá la inclusión financiera como uno de los ejes a discutir.
El G-20 es el principal foro de coordinación y cooperación económica internacional. Su amplia agenda contempla, como elemento central, cuestiones macroeconómicas y financieras con el fin de promover un crecimiento global fuerte, sostenible y equilibrado. Pertenecen al G20 además de Argentina, Brasil, China, India, la Unión Europea, EEUU, Indonesia, Rusia, México, Japón, Alemania, Turquía, Francia, el Reino Unido, Italia, Sudáfrica, Corea del Sur, Canadá, Arabia Saudí y Australia. En conjunto, sus miembros representan el 85% del producto bruto global, dos tercios de la población mundial y el 80% del comercio internacional.
El evento tiene lugar en un contexto donde Argentina viene realizando importantes avances en el tópico, posicionando así a la inclusión financiera como tema obligado de cara a la Cumbre. En parte, porque a la fecha está implícito a nivel internacional el reconocimiento por líderes globales y agentes del desarrollo respecto al potencial de la inclusión financiera en el desarrollo económico inclusivo. Pero también, por los múltiples desafíos a los que aún se enfrenta dicho fenómeno y que deberán ser tratados minuciosamente en esta cumbre con el objeto de arribar a soluciones consensuadas.
No resulta sorpresivo el abordaje de la inclusión financiera en el marco de la próxima Cumbre a realizarse en nuestro país pues, si bien no estaba formalizado el tema en sus mesas de trabajo previas, abundan los eventos que exponen el compromiso del foro con el tópico. Por ejemplo, en la Cumbre de Pittsburgh del 2009, el G20 lanzó su iniciativa para la mejora de la inclusión financiera global. Un año más tarde, en su Cumbre de Seúl, la iniciativa fue ampliada considerablemente con la formación de una “Asociación Mundial para la Inclusión Financiera”, de la cual participan también economías no integrantes del G20.
De igual modo, el fortalecimiento de la arquitectura financiera internacional y del sistema financiero así como la promoción de la inclusión financiera tuvo un espacio central en la Cumbre realizada en Los Cabos, México, en 2012. Al año siguiente e impulsado por estos avances, el Banco Mundial lanzaba su informe “Global Financial Development Report” con el objeto de estudiar el papel del Estado en las finanzas y tener un mejor entendimiento de dónde estamos en términos de inclusión financiera.
Más recientemente, en el marco de la actual presidencia germana del G-20, en una conferencia organizada por el Ministerio de Finanzas alemán semanas atrás se han abordado las oportunidades y los riesgos de la transformación digital aplicada a las finanzas y su potencial inclusivo. Todos estos hitos han demostrado la contribución y el compromiso del G-20 con la inclusión financiera posicionándola como eje de responsabilidad entre diversos actores sociales y políticos.
Dado el acelerado avance de las nuevas tecnologías, como viene exponiendo Alemania, el eje central de la inclusión financiera en la próxima Cumbre será con foco en los medios digitales. Las innovaciones digitales brindan la promesa de una inclusión financiera de amplio alcance y escala. Por este motivo, la digitalización financiera es el paradigma actual dentro del sector y se irá profundizando en el futuro puesto que ofrece bondades para todos los actores. Esto es, tanto para aquellos que aún no tienen una cuenta bancaria, como para los bancarizados y también para los márgenes de ganancia en las instituciones financieras.
Por lo dicho, los eventos agendados para el año entrante son una oportunidad para que los países expongan sus avances en la materia. En el caso de Argentina, por parte de las medidas impartidas por el BCRA, no solo demostrar cómo han proliferado nuevas plataformas de pago digital y regulaciones para usar teléfono celular como billetera electrónica, además de permitir la inauguración de sucursales bancarias móviles. Sino también el impacto de las denominadas «transferencias inmediatas de fondos a través de dispositivos móviles” que dotan a las entidades financieras la posibilidad de utilizar firmas digitales y electrónicas en las operaciones cambiarias, instrumentar documentos a través de soportes electrónicos, la apertura de cajas de ahorro en forma no presencial a nuevos clientes y recibir depósitos de cheques por vía electrónica.
A su vez, por parte del gobierno nacional en un trabajo complementario aunque por caminos diferentes, se deberá relucir el importante trabajo abocado a elevar el bajo nivel de formalización de la economía (de un 40% en el promedio nacional) que fomenta a su vez la inclusión financiera. Por ejemplo, a través de medidas que exigen el uso del POS en las transacciones de comercios, industrias y también de servicios personales (sean profesionales u oficios); incentivando la generalización no sólo de las cuentas sueldos, sino también de los pagos de los servicios asistenciales a las familias con acreditación bancaria y el uso de la tarjeta de débito bancaria; entre otras medidas.
Estas iniciativas confirman que la inclusión financiera se encuentra efectivamente en agenda, que lo digital lo hace de manera protagónica y que la nueva gestión ha incorporado el tópico como un elemento primordial en su quehacer político. Su estrategia comprende impulsar un mayor acceso y uso de servicios financieros para la población en general e incrementar el acceso a financiamiento por parte de las Pymes y agentes en la base de la pirámide social (el microcrédito). Pero, para ello, de las medidas más destacadas al momento se encuentra el impulso a la digitalización financiera.
En resumen, la participación de la Argentina como sede el G-20 constituye tanto un importante desafío de política exterior como una gran oportunidad para avanzar en una agenda común en inclusión financiera. De cara al futuro, será necesario profundizar la coordinación con otros países en este tópico indispensable para alcanzar un desarrollo económico inclusivo y sostenible.
* Los autores son magísters en Inclusión Financiera por la Universidad Autónoma de Madrid y miembros del cuerpo docente del curso de Posgrado en Inclusión Financiera, Microfinanzas y Desarrollo de la UCA. Las opiniones aquí expresadas corresponden a los autores y no comprometen aquellas de las instituciones que representan.