Hace unos días tuve la oportunidad de entrevistar a Guillermo Casarotti, fundador y dueño de INTI ZEN, una empresa que elabora tés y está adherida al llamado “Sistema B”. La empresa comercializa unas 400.000 cajas anuales de té bajo su marca, destinando el 80 % de su producción al mercado interno y el 20% al mercado internacional. –
Las exportaciones se iniciaron a partir del año 2005. Actualmente, está presente en Latinoamérica en Brasil, Chile, Venezuela, Uruguay, Perú, Colombia, Ecuador, Paraguay, Costa Rica, México y Panamá. Y también exporta a otros países como Inglaterra, Francia, Alemania, España, Italia, Portugal. EEUU, Canadá y Emiratos Árabes.
Inti Zen está instalada en la localidad de Del Viso, en el Gran Buenos Aires, en un edificio con lineamientos de sitio sustentable, que abarca una superficie de 600 m2. Allí funciona su nueva planta de envasado, que implicó –según me comenta- una inversión total de $ 1,2 millones. La nueva planta cuenta con tanques de agua caliente que usan sólo energía solar y muros acondicionados para reducir la pérdida energética, y así conservar el aire frío en verano y caliente en invierno dentro del edificio.
El “Sistema B” y Laudato Si
El Sistema “B”, al que está adherido INTI ZEN, surgió en Estados Unidos buscando dar una respuesta a los problemas sociales y medioambientales desde el propio negocio, es decir, sin perder de vista la rentabilidad, pero enfocándose en generar un impacto positivo en la sociedad.
Me pareció muy interesante investigar este tipo de empresas, ya que observo que responden, en gran medida, a las necesidades urgentes de nuestro tiempo, como son el cuidado del medio ambiente y el impacto que ellas producen desde el punto de vista social en el lugar en el que se desenvuelven.
Encuentro que el “Sistema B” es una posible respuesta empresaria a lo que el Papa Francisco reclama como un cambio empresarial en su encíclica Laudato Si.
En la página web del Sistema B se dice que “En América Latina, y en el resto del mundo, miles de personas nos reconocemos como parte de un movimiento donde el encuentro surge de forma casi espontánea cuando nos damos cuenta que compartimos la misma búsqueda: una nueva “genética” económica que permita que los valores y la ética inspiren soluciones colectivas sin olvidar, al mismo tiempo, necesidades particulares encontrando trascendencia, sentido y propósito. ¿Qué sentido tiene una economía que crece financieramente y que por su misma naturaleza genera inequidad creciente, acaba el agua y otros recursos de la Tierra, profundiza el individualismo y la exclusión de miles de personas?”
La consciencia de cuidado del medio ambiente desde el punto de vista ecológico y social es cada día creciente y pareciera que no tiene marcha atrás sino todo lo contrario.
Guillermo Casarotti me recibe por la mañana en su oficina e inmediatamente me ofrece tomar un té, a mi elección, elaborado por la empresa, a lo cual accedo sin dudar un segundo, buscando adentrarme de esta forma al espíritu de INTI ZEN.
– Guillermo, ¿cómo fue el proceso que te llevó a fundar INTI ZEN?
– Vengo de una familia de emprendedores. Mi padre era emprendedor, mis hermanos también, pero dentro del rubro de la construcción. Otro hermano está en el tema de finanzas. Somos seis en la familia, y todos emprendedores. Así que este espíritu de emprender está prácticamente en el ADN de la familia.
Pero a mí me encantaba trabajar en multinacionales. Soy ingeniero en sistemas y cuando estudié era una carrera bastante original en esa época.
Yo soy disléxico, por lo que me costaba mucho leer y escribir, pero era muy bueno en todo lo que era espacial y conceptual, ya que es el don del disléxico. Los disléxicos tenemos este don de ver la realidad más espacial que de plano.
Dentro de la ingeniería me gustaba la innovación. Entonces, elegí la especialidad en “sistemas e informática”. Ya dentro de esta actividad busqué ser innovador.
Del marketing al emprendedorismo
– Después de trabajar 3 o 4 años en sistemas, me di cuenta de que eso no era lo mío. Entonces fui rotando hacia el desarrollo de sistemas para marketing. Llegué allí casi por azar. Después empecé a pensar como un “marketinero”. En esa época, el marketing no era como hoy; consistía, básicamente, en el análisis de clientes.
Yo buscaba una actividad en la que pudiera desarrollar mi creatividad y emprendedorismo. Pero esta área, en las multinacionales, no terminaba de satisfacerme. Y así, poco a poco, fui buscando mi propio proyecto empresario y fue naciendo la idea de fundar INTI ZEN.
Lo primero que hice fue contactarme con Inés Berton, fundadora y dueña de la prestigiosa empresa de tés Tealosophy. Ella es una de las más prestigiosas catadoras de tés del mundo. Recuerdo que me costó mucho que me escuchara y se interesara por mi proyecto. Pero después de mucho insistir, ¡lo logré! Fue mi mentora y guía en el comienzo de la empresa. Después nos asociamos y hoy tenemos una marca compartida que se llama Chamana. Ella es la creadora de los blends de INTI ZEN. ¡Todo un orgullo para la empresa!
– ¿Qué dificultades tuviste que atravesar para armar y mantener tu empresa?
– Como te decía, yo venía del mundo de multinacionales, con manuales, bajadas de línea, etc. Y de repente me encontré solo en la autopista. Cuando comenzás a emprender tenés una sensación de soledad, tenés que hacer todo.
Recuerdo que cuando quise armar el registro de las variedades de tés, tuve todo tipo de dificultades propias de la enorme burocracia reinante en Argentina.
A los 4 meses de estar dedicado al proyecto, tuve que enfrentar el rompecabezas del producto. En un momento estallé y le dije a mi mujer que tenía ir a hacer un retiro de silencio y me fui al monasterio trapense de Azul, en la provincia de Buenos Aires. En el monasterio, me pude conectar conmigo mismo y con Dios, y al cuarto día, decidí volver y todo comenzó a fluir.
Me di cuenta que muchas veces necesito dejar las cosas y después volver a ellas. Hago esa práctica de vaciar la cabeza, lo cual me ayuda a encontrar después la solución a los problemas.
Descubro en Guillermo una persona que fue capaz de seguir un proceso de autoconocimiento y búsqueda de su propio camino empresarial, lo que me recuerda a algunas reflexiones centrales de José Kentenich cuando nos dice que “…el hombre de hoy debe aprender a decidirse por sí mismo desde su interior”. (1)
– El nombre de tu empresa, INTI ZEN, ¿tiene alguna relación con tu propia coherencia personal?
– Totalmente, INTI ZEN es parte de mi coherencia personal. Siempre quise juntar oriente y occidente. Me encanta cómo en oriente integran a la gente grande a la familia, ellos tienen un montón de conocimientos y sabiduría que pueden compartir con los más pequeños de la familia.
¡Hoy en occidente mandamos a nuestros hijos a que tengan horas y horas de escolaridad desde los dos años!
En occidente también hay muchas cosas valiosas y creo que lo bueno es integrar. Veo que el INTI es la energía joven de Latinoamérica, la frescura, la energía del sol. Y el ZEN es la nada absoluta. Es como la integración de la energía y la nada, el yin y el yan, oriente y occidente.
– ¿Esto expresa tu propia originalidad? ¿Es lo que buscás en la vida?
– Sí, esto expresa que todos tenemos que aprender de todos. Tenemos que integrar los conocimientos. Pero integrar no significa unificar. No es todo como una misma masa. Si hay luz de un lado, hay sombra del otro.
La visión de Guillermo me remite nuevamente a José Kentenich cuando nos dice que “…el pensar orgánico es un pensar que une” (2), a diferencia del pensar mecanicista que divide los procesos naturales.
– ¿Cómo se expresa esto en la empresa?
– El INTI es la fuerza que le ponemos, esta individualidad que tenemos, esa energía propia. El ZEN es esa amalgama que nos junta. Occidente es más individualista, oriente es más comunitario.
El INTI es esa energía, esa luz y rayos que tiene cada uno y brilla, y que lo amalgamamos con un propósito más grande común a todos. En el día a día se ven en la empresa los propósitos individuales que se amalgaman.
Entrando a la página web de INTI ZEN veo una historia que dice así:
“Comience por vaciar su taza”.
Un maestro japonés llamado Nan-in, recibió a un erudito profesor de Universidad, quien fue a consultar acerca del Zen. Nan-in le ofreció té y, ante la aceptación de su invitado, comenzó a servirle.
Una vez que llenó la taza, continuó sirviendo en ella.
Sorprendido al ver derramarse el té y no pudiendo contenerse, el universitario dijo a Nan-in que la taza se había llenado y no podía contener más.
Nan-in respondió: ‘Al igual que esta taza, estás lleno de tus opiniones. ¿Cómo puedo mostrarte lo que es el camino del Zen si no comienzas por vaciar tu taza?”.
– ¿Qué te dice esta historia, Guillermo?
– Me dice que si venís con la cabeza cargada es difícil que te entre otra idea, si ya venís formado por un concepto. Hay que tomarse el tiempo. Empecemos por la comida, por los espacios que te dejás, la gente que te encontrás. Todo eso va nutriendo tu cuerpo y tu alma.
Es como la anécdota de la persona que le pregunta a tres personas que están trabajando; una le dice que está colocando piedras, la otra que está edificando un muro y la tercera que está construyendo una catedral. Esta última ha encontrado el sentido de lo que está haciendo. ¡Y ahí está la clave!
Cada uno, desde su lugar, puede aportar lo suyo para construir algo más grande. Nos pasa cotidianamente y por eso tenemos que revisarnos a dónde estamos parados y hacia dónde estamos yendo.
Tenemos que vivir nuestra pasión, la cual no nos llega mágicamente. Es algo cotidiano que se va edificando. No como un rayo alado que aparece. Las cosas las debemos ir construyendo paso a paso.
Con mi mujer decimos que el amor es un verbo, se va edificando, no viene automáticamente. En una empresa pasa lo mismo. No todos los días son iguales y requiere que la vayamos construyendo entre todos. Creo mucho en eso.
– ¿Te preocupa el balance de la mente y el cuerpo en tu equipo de trabajo?
– Nuestra filosofía de empresa no es sólo el dinero. Me gusta juntar a todo mi equipo, los de la oficina y los de la planta, para que estemos todos informados en la misma página y compartamos los temas. Trato de evitar el celo entre la gente de la oficina y la planta.
Yo apuesto mucho a la gente. Si la base está bien se puede construir algo. Respeto las modalidades de las personas.
Buscamos el equilibrio de los espacios. Les doy libertades, pero que se ejerzan bien. Yo estoy presente siempre, pero ellos son los que regulan y logran un equilibrio entre ellos mismos.
También como parte del cuidado integral que perseguimos, nos hemos adherido desde el año 2005 al sistema de control de gestión de las Normas ISO9001 auditadas y certificadas por el Bureau Veritas, y también al Sistema “B” de empresas.
Nos hemos comprometido a realizar minuciosos controles en todo el proceso de elaboración del té, desde la selección de las cosechas en India y Sri Lanka, pasando por la mezcla de insumos en Alemania, hasta el cuidado en el envasado de cada saquito en nuestra planta de Del Viso. Nuestros controles se extienden al almacenamiento y la logística de nuestros productos.
Por otra parte, hemos integrado prácticas de Responsabilidad Social (RSE) con nuestros empleados, proveedores y clientes, para lograr un compromiso sostenido a largo plazo. La visión del negocio comprende nuestro respeto social y ambiental, manteniendo fuerte valores éticos en cada accionar.
La cosmovisión de Guillermo me recuerdo al empresario argentino y Siervo de Dios, Enrique Shaw, quien decía que “…la falsa concepción es que la organización de la empresa tienda a considerar al trabajador como un mero engranaje, sin darle la oportunidad de conocer, de comprender, de percibir él mismo el pulso de la empresa en la cual está comprometido; aún más, de hecho, estorba la expansión de la personalidad de los hombres por medio de su trabajo. No ha de extrañar pues que el trabajador, al concurrir a la empresa sin otro objetivo que el ganarse la vida, ejecute el trabajo sin considerarlo “su obra” y sin sentirse, en cuanto persona, vinculado a él y aún menos a la empresa. Careciendo de toda posibilidad de “participación”, nada tiene de sorprendente que no aporte a la empresa su inteligencia y corazón…”. (3)
– ¿Qué control realizás de la ética de tus proveedores y distribuidores? ¿Cómo lo monitoreás?
– Con todos los que forman la cadena de valor nos sentamos a conversar. Ahora tenemos un problema con un distribuidor que estaba atrasado en sus pagos. Nos debía dinero y no nos pagaba. No se comprometía a los acuerdos que celebrábamos. Y en un momento nos mintió, lo cual fue un quiebre. Yo construyo confianza y cuando me fallan se cae y es difícil reconstruirla. Eso me afecta muchísimo.
Todos los años celebro con mis principales clientes acuerdos de ética. A todos mis clientes les vendo al mismo precio. Esto me ha generado algunos inconvenientes, pero estoy convencido que es lo justo.
Respeto mucho al mercado, así todos pueden batallar de la misma forma. Es decir que le vendo al mismo precio al supermercado que a un pequeño almacén. Lo puedo hacer porque tengo un producto único, como es el té.
Crecimiento orgánico desde la ética del comportamiento
– Tengo mi palabra y la cumplo. De esta forma voy construyendo una ética de comportamiento. Yo lo llamo crecimiento orgánico. Voy despacio, pero en forma coherente.
Ahora, por ejemplo, a pesar del aumento del dólar en Argentina, hemos tomado una decisión como empresa que vamos a “bancar” el momento de Argentina y no vamos a aumentar los precios. Es nuestro aporte como empresarios al gobierno, aún teniendo en cuenta que el 70 % de nuestros costos son en dólares.
Nuestros clientes nos preguntan si vamos a aguantar este momento. Si la cotización del dólar en Argentina sube más, vamos a tener que ajustar, porque vamos a estar vendiendo a pérdida. Hay que sostener el momento de Argentina, y sostener a nuestros clientes.
Muchos de ellos nos preguntan si vamos a subir el precio y cuando les decimos que no, no lo pueden creer. ¡Piensan que estamos locos! Sabemos que el momento es complicado para el bolsillo de todos. Pero igual, como empresa apostamos a esto.
– ¿Pensás que vas a vender más de esta forma?
– No sabemos si vamos a vender más. Hoy nos está yendo mejor que el año pasado.
– Las circunstancias cambiaron. Te fue bien hasta ahora, pero…
– Soy consciente de que tenemos que ajustarnos todos. Pero ajustemos en serio todos, como empresarios, como clientes, como consumidores, etc. El país está viviendo una situación difícil. Entonces me pregunto, ¿qué podemos hacer para ayudar a que la situación se mejore?
En esa consciencia, el europeo es más solidario. Tiene una visión más a mediano y largo plazo. El argentino es más “sálvese quien pueda hoy”. Apostemos a una Argentina a mediano y largo plazo. Los presidentes van y vienen. Apoyemos al país, a la gente, a la comunidad.
– ¿Cómo es la relación entre las empresas B e INTI ZEN?
– Yo soy B antes de ser B. Nací con los principios de una empresa B desde su fundación en el año 2003. Después se creó el sistema B. Certifiqué y todo siguió bien.
Con Sistema B tengo mis diferencias, que las hablamos, como el cobro de la certificación, el manejo de la misma y otras cosas. ¿Es un negocio? Sistema B está bueno conceptualmente, pero aun hay un camino por recorrer para crear una verdadera comunidad de emprendimientos conscientes.
– ¿Seguís certificando?
– Sí, yo certifico todos los años. El año pasado me hicieron una auditoría completa. Invertí un montón de días para darles todos los papeles e información que querían, pero no me dieron feedback. Conceptualmente, me parece brillante el Sistema B. Es muy poderoso asociar el crecimiento económico a la promoción del bienestar social y ambiental.
– ¿Qué otros pasos vas a dar en el futuro?
– Nosotros seguimos una línea propia. Somos autodidactas. Escuchamos lo que nos dicen desde el mercado, Sistema B, Endeavor y otros ámbitos, pero creemos en la importancia de cuidar los crecimientos propios, que no tienen que coincidir necesariamente con los pasos que dan otras organizaciones, ya que en cada empresa existen tiempos y espacios propios, que hay que ir descubriendo. En nuestro caso, no tenemos objetivos para exigirnos, ni correr detrás. Sí tenemos planes para unificar miradas del equipo, y proyectos para trabajar en conjunto.
INTI ZEN es la suma de muchos detalles, que juntos, hacen que, quien los recibe, se sienta bien. Es parte de nuestra filosofía: conectar y conectarse. Es lo que nos mueve, lo que compartimos a través del té.
– ¿Qué te gustaría que se diga de vos y de tu empresa como legado?
– Cuando Sistema B me pregunta cuál es mi propósito, les digo que mi propósito es el “no propósito”. Eso me hace más flexible, como el junco, para soportar tormentas e imprevistos. Durante mucho tiempo fui esclavo de las palabras, y actualmente prefiero las acciones, por eso mi propósito se va construyendo y adaptando al tiempo/espacio. Así fluyo mejor. Vivo más el momento. Sin deseos, ni ataduras. No quiero ni me interesa perpetuar como Guillermo Casarotti. Guillermo Casarotti está y no está. El mundo sigue girando igual.
Es por eso que el único legado que me gustaría aportar es simplemente para que la gente se sienta bien. Cada uno como es. Me encantaría leer que la historia de la humanidad sea más una historia de conjunto que de individuos o héroes.
– De todo lo que me contaste, noto que para vos hay algo muy importante para que esto funcione. ¿Hay algo de eso?
Sí, mi relación con Anne-Sophie, mi compañera de ruta. Tenemos una muy buena mecánica. Hemos aprendido mucho. Ella es muy distinta a mí y nos complementamos bien.
Uno de los mejores regalos que tuvimos, es de una tía muy viejita que nos dijo: “Este secreto me lo regalaron en mi casamiento y ahora lo comparto con ustedes: nunca se vayan a dormir sin darse un beso, por más que estén peleados”. ¡Lo hacemos y funciona! ¡Es mágico!
Al retirarme de la empresa, me llevo la impresión de que la visión empresarial de Guillermo Casarotti es integral y orgánica. Su cosmovisión impregna todo lo que realiza, extendiéndose tanto a su manera de elaborar el té, como al trato con sus empleados y su ética con los proveedores y clientes.
Guillermo me hace resonar la encíclica Laudato Si, que nos dice que “…hoy el análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos y de la relación de cada persona consigo misma, que genera un determinado modo de relacionarse con los demás y con el ambiente.” (4). Veo reflejado este concepto en INTI ZEN.
Me voy con la sensación de que empresarios como Guillermo son los que están construyendo un nuevo concepto de empresa, una nueva manera de relacionarnos entre los hombres y con las cosas. Y que “…no puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza, si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos.” (5).
(1) José Kentenich. “En libertad ser plenamente hombres” (Herbert King), pág. 151. Editorial Patris (2003).
(2) Horacio Sosa Carbó. “El desafío de los valores”. Editorial EDUCA (2000), pág.105
(3) Enrique Shaw. “… Y dominad la tierra”. Editorial ACDE (2010), pág. 83.
(4) Papa Francisco. “Laudato Si”, 141
(5) Papa Francisco. “Laudato Si”, 91.
El artículo original de Carlos Barrios fue publicado en www.schoenstatt.org
Felicitaciones!
Me pregunto si el produce el te. Si tiene o no plantaciones de te.