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Supremo acto volitivo: ¿Para muestra… bastará un botón?

Decreto de Necesidad y Urgencia Virtual rubricado por la ciudadanía con el alma.

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Oda subliminal a la desconfianza que provoca la inflación.

El cierre de listas profundizó la tendencia a la polarización. Así reza hoy domingo 23 de junio la tapa de uno de los principales diarios de Argentina. Otros titulares del día nos hablan de una democracia solo con líderes y sin partidos…… y que al designar candidaturas hay heridos en todos los frentes….y que la dramática encrucijada recuerda 1983……. y que a raíz del proceso se evoca la recomendación del digno presidente en el retorno de la democracia: “No sigan a hombres. Los hombres fallan a veces o no pueden. Sigan ideas”.

El “mercado de pases” de los dirigentes políticos al cierre de las listas para las elecciones de octubre deja la sensación de un remate cuasi beligerante de nombres, cambios de camiseta, reacomodamiento de puestos asumiendo que los candidatos poseen aptitudes infinitas, olvido súbito de las ideas sostenidas hasta hace un ratito. De esta difícil tarea de distribuir lugares limitados entre candidatos multiples, no vislumbró en el proceso la presencia de un hilo conductor predominante para la República que genere el ingrediente más escaso a la vez que más necesario: LA CONFIANZA. Se habla de polarización como refiriéndose a sólo 2 equipos que se enfrentan por la copa en una final…….. La sensatez indica que lo que se juega en Octubre es muchísimo más que eso. Especialmente porque el partido predominante durante más de 7 décadas, se ha fragmentado (para mal o para bien) de tal manera que ya no se sabe que piensa quien. Una vez más nos sugieren propuestas contrafácticas, sobre aspectos capitales como la Constitución actual, la independencia del poder judicial, la revisión de las sentencias de los jueces.

Se suma a la incertidumbre la forma que pueda tomar el ministerio de la venganza, la eventual repetición de indultos ya han dado resultados desastrosos en el pasado, y también nada más y nada menos que nuestra inserción en el universo de los grandes países del mundo o el reduccionismo del mantenimiento de relaciones con un grupo estrecho de ellos. Esto no es polarización, simplemente pareciera ser una opción entre vivir en libertad o adaptarse a sucumbir de tanto en tanto. Muchos somos los que creemos que el grave problema está en nuestra colectiva manera de ser y no en los instrumentos regulatorios. Es la ciudadanía la que debe encuadrarse dentro de la sólida Constitución y no ésta la que debe “flexibilizarse” para tolerar conductas peligrosísimas (militantes decidiendo los integrantes de una Corte Suprema ampliada). La sociedad puede modificar el ámbito en el cual se votará: para ello es necesario parar la inflación, y la consecuente devaluación de la moneda.

Se agota el tiempo de los partidos políticos para dar paso – en el mejor de los casos – al tiempo de las coaliciones. Estas son el producto del entramado que nerviosamente tejen los líderes acuciados por la necesidad. La República contempla azorada las individualidades que compiten para gobernarla, sin tener en claro cuales son los lineamientos fundamentales, las ideas fuerza, los planes y los tiempos de cada agrupamiento. Poco hay de principios sólidos no negociables y muchísimo de fines acomodaticios mutantes.

Meditando sobre el presente inestable, pareciera que Argentina necesita un enorme shock de confianza, generado alrededor de un hecho único, volitivo, adoptado por la ciudadanía, y que provoque un significativo cambio positivo de expectativas. Este país inagotable, que sufre Desencuentritis Gravis , espera la vuelta de campana que cambie la calidad de vida de su gente. Por razones obvias, sumergida la dirigencia en pleno proceso pre-electoral, no es improbable que en el presente el balde de agua fresca deba emerger del aljibe de la ciudadanía.

Mi abuela materna, enorme vasca fina y sabia de poca educación recibida, vigilaba mis zapatos nuevos y me regañaba firme cuando comprobaba que el derecho estaba embarrado por haber estado jugado a la pelota en la calle y no haber asistido a mi clase de piano. Yo argumentaba excusas, pero ella en su castellano euskera cerraba con un lapidario “para muestra basta un botón”. De allí aprendí que esa expresión denota “que no resulta necesario mostrarlo o demostrarlo o enseñarlo todo, ya que, de un mero ejemplo se puede deducir fácilmente todo lo que queda por descubrir”.

¿Cuál podría ser el apto botón de muestra que provocaría semejante cambio de expectativas? El acto volitivo de controlar la inflación y comenzar a “clavar” los precios. Sin trampas. Sin cambiar la calidad o inventar el kilo de 900 gramos. Una decisión ciudadana firme de transformar la película inflacionaria en una foto a un momento determinado. ¿Imposible? Decisiones como comenzar una guerra, firmar la paz, declarar la independencia, o nuestro glorioso “NUNCA MAS”, han ido evolucionando en sus procesos internos hasta llegar a un momento en que un grupo de personas ha decidido volitivamente que el hecho ocurra. El Plan Austral, que incluía un “desagio” , fracasado por otras razones, puede ser una buena inspiración. El éxodo jujeño de nuestro Manuel Belgrano, fue verdad cuando todos se fueron y abandonaron la ciudad. ¿ Empezar por hacer que las promo se conviertan en realidad para todos los días de la semana? ¿ El gobierno puede ayudar con la apertura de un registro donde la ciudadanía pueda informar sobre los lugares donde la evasión es el principal escollo para que el mercado funcione? ¿hacer más accesibles las comparaciones de precio simplificando totalmente las promociones y evitando que quien compra deba ir con una computadora y un asesor económico para comparar 2 valores actuales?

Son las expectativas…

La inflación argentina en estos momentos es predominantemente un fenómeno de expectativas. Los precios anidan enormes colchones de “por las dudas”. La incertidumbre se transforma en precio. Obvio que a algunos ineficientes y evasores esto le conviene. No pareciera así a la República, ni tampoco a la rentabilidad futura de las empresas sanas y bien administradas. Cuanto más calma y más transparencia tengan los mercados habrá más y más Patria.

Incrementar el consumo, pasa hoy por multiplicar el acceso de cantidades de personas a los productos y no por subir los márgenes. No estamos proclamando que las empresas deben perder dinero, sino que en un acto volitivo reduzcan razonablemente expectativas inflacionarias que ya están incluídas en los precios actuales. Especialmente cuando los economistas vislumbran un 2 % en los próximos meses. Será bueno además aprender que en todas las actividades uno se encuentra con operadores buenos y los que no lo son. Aquello de denostar a determinados segmentos de la economía es infantil. La ciudadanía si se involucra y funciona será el mejor filtro para separar a los que hay que seguirles comprando de aquellos que no hay que volver nunca más. Importantísimo reiterar que detrás de toda esta actitud volitiva de “parar la pelota” se esconde una paz en la divisa y en la inflación que beneficiará casi de inmediato especialmente a los más necesitados. La negociación “hacia atrás” con el proveedor será un sano obsequio que le hacemos al país. En el mundo lo que viene es accesibilidad al volumen……..Mentalidades modernas para crear y gerenciar negocios, pierden de vista la proporción. Este fenómeno, difícil de cuantificar habrá que razonarlo pensando que la desproporción es el abismo que existe entre las ilusiones y deseos comparados con una realidad (como el consumo) que nos indica que es más chica.

Los formadores de precios tienen una enorme herramienta para ayudar y sostener a la República hoy, así como darle mayor solidez y valor a su criterio de empresa en marcha. Sin República en marcha no hay sustentabilidad empresarial. Ya vendrán los tiempos de reparar los errores de los gobernantes: comunicar en tiempo y forma, escuchar más, y abrir el juego a otros jugadores. Parar por decreto moral la inflación sería dar un primer paso fantástico en el proceso de sanear nuestra generalizada Institucionalitis Crónica que nos guste o no………también es inflacionaria!

El tema es bajar la bandera de largada ante el acto volitivo de los formadores de precios. Ya comenzó con los vendedores de automotores que lograron transformar sus concesionarias vacías en grandes listas de espera. Pocos restaurants se han convencido de estas bondades. Reinventar el confiar y eliminar de sus productos/servicios rebajando significativamente las expectativas inflacionarias incluidas en los precios, cuando ya hay economistas que prevén un 2 % para adelante no es una mala idea. Los tiempos son fundamentales y urgentes. Anticipémosnos! Hay que parar con hechos la hemorrágica sensación que sólo nos cabe el precipicio. Las utopías se hacen realidad cuando la gravedad del paciente, las constituye en única salida. Muchos de los formadores de precios son inversores de larguísima data en el país y que se las han “bancado todas” y con éxito. 6 meses de precios “deflacionados” de expectativas exageradas, no son ni serán el caos de ninguno. Renunciar a parte del margen es casi el costo de un seguro a prima cero del valor de los activos tangibles e intangibles radicados en Argentina.

No es magia. No se arregla todo, pero cuanto y cómo va a ayudar! Esto es uno de los múltiples aspectos que Walt Witman Rostow llamó su TAKE OFF. El despegue. Al referirse al empresariado, hablaba de las bondades del espíritu de “gratificación retrasada”, o sea, una tendencia a la capitalización del ente y un apetito adecuado para el riesgo. Reducir los márgenes y combatir la evasión es una forma de apostar al próximo despegue.

El punto de inflexión en el que un acto de fe y confianza quiebra la desazón, la desconfianza, la incertidumbre y decide, porque si, porque sí, nada más y nada menos que porque sí, optar por lo menos riesgoso. Se crea de la nada una positiva profecía autocumplida. Si para ganar pedazos de República hay que bajar las expectativas por contingencias futuras, bienvenido sea el sacrificio temporario. Lo VOLITIVO es querer. El conjunto fabricado desde todos los fenómenos relacionados con los actos de la voluntad. La voluntad no dejará nunca de ser la facultad de decidir y ordenar la propia conducta. Proviene del latín y es un querer que contiene la firmeza necesaria para que el hecho ocurra. Esta vez es imperativo concretar el volver a querer para volver a poder. Lo demás…… es puro cuento. Una vez más a los argentinos no nos queda ninguna otra que fabricar confianza en días hábiles y feriados y en horas extras. Esa es la cuestión: confianza o sea crecer en la cantidad de certeza respecto de la expectativa que el otro se comporte de la manera que a priori se espera.

AMEN

Sobre el autor

Ignacio González García

Socio de ACDE. Síndico Titular del Grupo Diario La Nación, de IDEA y de La Anónima de la Patagonia.

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