Comentario sobre el libro Los bufones de Dios, de Morris West
Somos perfectamente concientes de la fragilidad de la vida, ya que está plagada de sucesos que nos recuerdan su carácter mortal. Ahora es el Coronavirus; allá por los ‘80 fue el botón rojo. En el colegio y en casa rezábamos todos los días durante años por la paz en el mundo, que estaba en pánico por la posibilidad de que Estados Unidos o la Unión Soviética aprieten el botón rojo que provocaría la segura devastación del planeta como resultado de la guerra nuclear.
Esa es la época en que el extraordinario escritor australiano Morris West escribió Los Bufones de Dios (1981). Se trata de una trama que se desarrolla en un clima de pesimismo por la Guerra Fría, tensiones derivadas por una acción terrorista aleatoria y de vacilaciones derivadas de los cambios posconciliares en la cultura, que Morris West narra como pocos desde una atmósfera de inspiradora concepción católica. La situación de partida es un Papa que tiene una visión del día después a la deflagración.
Meditaba en un jardín vaticano y, al abrir los ojos, se encontró en un paisaje lunar y sintió el mandato de contárselo al mundo. Decidió escribir una encíclica, pero los cardenales lo hacen abdicar. Ahí empieza la aventura de este Pontífice emérito que intenta superar el cerco que le imponen para hacer que el mundo reflexione. Es notable que un libro que haya podido abordar los temas del Fin del Mundo y la Parusía al mundo ochentoso haya pasado desapercibido en Buenos Aires. Son pocos los que lo han leído. Ciertamente, no es el mejor de sus libros y es probable de haya sido censurado, ya que venía de escribir Proteo, sobre el Terrorismo de Estado en la Argentina. Para quien quiera reflexionar sobre el fin de los tiempos, va a encontrar en Los Bufones de Dios una obra gratamente sorprendente.