No es ninguna novedad que Jorge Luis Borges es más que un escritor. Y que su influencia en el mundo y en la Argentina está fuera de discusión. En particular, algo curioso en nuestro país es su popularidad. Es usual que algún admirador no argentino de Borges trate de comprobar sistemáticamente el carácter tan popular del escritor en nuestro país, algo absolutamente inusual en otras latitudes.
Este es el carácter, el popular inaudito, que el primero que asoma en el último libro de Walter Sosa Escudero, “Borges, big data y yo”. Anécdota de adolescente empujado a deambular por el centro de Buenos Aires y un repentino cruce con Borges y María Kodama por la calle Florida.
Sosa Escudero, econometrista, miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, eximio guitarrista y agudo fotógrafo, es un renacentista. Otro más atrapado por Borges, lo cual revela que empezamos a considerar si hay correlación o causalidad, para seguir los acordes del autor que va a desarrollar el autor en el libro.
Los casos anteriores son los del matemático y escritor Guillermo Martínez, (“Borges y la matemática”, Eudeba, 2003) y Alberto Rojo, físico, gran folklorista y eximio dibujante (“Borges y la física cuántica”, Siglo XXI, 2013). Estos tres libros no creemos que sean los únicos. Vendrán más, y más.
El libro de Sosa Escudero tiene la sutileza y al mismo tiempo la ductilidad de encontrar en Borges temas muy densos en el plano del proceso del conocimiento, aplicarlo a un área de urgente actualidad (big data) y enmarcarlo en ejemplos pedestres y cotidianos. Así, Sosa Escudero es un borgeano pleno, Si las sagas escandinavas y compadritos del Maldonado pueblan desarrollos intelectuales de orfebrería excelsa, aquí Herbert Simon comparte páginas con Keith Richards, Palmiro Caballasca y Tu Sam. Combinar esto y que salga bien, no es nada fácil. Y a Sosa Escudero le sale naturalmente muy bien.
El autor recorre algunos puntos habituales para quien trabaja con modelos y desarrollos matemáticos en un ámbito aparentemente acotado como el científico y para quién se encuentra con problemas cotidianos. ¿Por qué hay desocupación? O, ¿por qué no anda el subte hoy? El libro los trata equitativamente de modo borgeano. El ejemplo considerado de John Snow y el mapa londinense del cólera recrea datos, explicación y cartografía. Más Borges, difícil.
En tiempos de pandemia estas cosas se hace mucho más evidentes. El impacto del proceder científico hoy es parte de nuestra vida como comprar un sachet de leche en el almacén de la esquina.
Algunas sugerencias para el manual de supervivencia de hoy están en este libro. Por ejemplo, no siempre son necesarios “todos los datos”. Algo central en la atención de la big data y en Borges. Otro ejemplo, el “problema de identificación”, central a todo desarrollo causal. Lennon y McCartney hacen un jam con Alexander Hamilton y James Madison de El Federalista.
Para ir cerrando, el encuentro entre Borges y Herbert Simon en Buenos Aires a principios de los 1970s citado en el libro, abre nuevas ventanas y estimula curiosidades. También bien vale la pena la recomendación de no encarar “Ficciones”, que abre con el cuento borgeano quizás más difícil de abordar, “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, como si fuera tomar una Gatorade luego de una práctica deportiva agotadora y sí como si fuera un Dom Perignon.
Coda: Sosa Escudero abre y cierra con el recuerdo a Manuela Carone, su profesora de literatura del secundario, quien le abrió la hendija para poder escurrirse dentro de su mundo. Todos tenemos una Manuela Carone. De las que valen mucho y son poco citadas en papers y en actos públicos. El cierre es su homenaje, que en Carone encierra a muchas personas, muchos datos, que nos han marcado a todos en la vida. Muy borgeano el libro. Hasta el final.
Sosa Escudero, Walter. Borges, big data y yo. Guía nerd (y un poco rea) para perderse en el laberinto borgeano. Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2020.