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Reputación y algo más

Imagen de la Plaza de Mayo en Buenos Aires, con la Casa Rosada de fondo
Escrito por Ernesto Rey
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Hace unos días festejamos otro aniversario del retorno a la democracia ¿Qué nos falta para lograr una senda de desarrollo en equidad? ¿Por qué no pudimos al menos mantener el 5% de pobreza y hoy llegamos casi al 50%? ¿Por qué se duplicó el gasto público empeorándose en forma simultánea los servicios de educación y seguridad que brinda el Estado?

Porque nos falta un paso fundamental imprescindible para vivir en democracia: el funcionamiento eficiente del Poder Judicial. No podemos seguir aceptando fallos sin tiempos y sentencias de cumplimiento optativo. No es sustentable una justicia complaciente, cuyos jueces son retados pública y vergonzosamente por los acusados de cometer delitos.  Poderosos de izquierda o de derecha logran hacer prescribir sus causas. Son declarados inocentes por el mismo juez que días después declara que lo apretaron o son absueltos sin ser juzgados por jueces de una línea partidaria. Sin auditorías por el enriquecimiento de su familia la expresidenta fue cliente, socia y proveedora del Estado. Se combinan la ineficiencia y/o corrupción de algunos jueces, con la habilidad de excelentes abogados con profundo conocimiento del funcionamiento del sistema.

Mientras se agrede a la oposición tratándola como enemigo, se la invita a reeditar un pacto de la Moncloa versión criolla. Inflación de un digito, seguridad ciudadana, alimentación de calidad para todos los ciudadanos del país, calidad educativa y combate al narcotráfico, son todos objetivos loables, pero de imposible cumplimiento si no se acuerdan previamente los medios conducentes al logro de dichos objetivos ¿Cómo lo harán?

La dificultad del pacto criollo no radica en el contenido de las propuestas sino en:  

  1. La acertada elección de los medios conducentes al logro de esos objetivos.
  2. La reputación de los firmantes.

Una buena reputación es el principal activo en la relación comercial, financiera y social en el mundo actual. Sindicalistas que por décadas despreciaron las evaluaciones docentes y apoyaron un año sin clases y empresarios proveedores del Estado en oportunidades socios de políticos en funciones, fueron todos contribuyentes a la reputación que tenemos. Transitamos un siglo XX donde el Estado ha sido el principal predador serial. Golpes de Estado, defaults, pesificaciones asimétricas, blanqueos, hiperinflaciones, cepos, apropiaciones partidarias de los derechos humanos, nos hacen siempre estar alertas a que nos vuelvan a engañar. Los argentinos tenemos en nuestra dirigencia la misma confianza que en la moneda de curso legal.

La moral de las organizaciones y la de un país, es siempre similar a la moral de su máxima autoridad.  Las ventajas de ser confiable y con reconocida reputación, no aplica solo en las finanzas sino en toda actividad comercial. Uruguay, Chile o Paraguay se endeudan para sus inversiones de largo plazo al 3% anual mientras nosotros no conseguimos financiamiento voluntario al 20%. Si queremos vivir en el planeta tierra y generar empleos genuinos, no hay más remedio que intentar cambiar y superar esta restricción. Necesitamos dirigentes con vocación por la verdad y con cierta dosis de vergüenza que al menos los haga poner colorados cuando mienten. Esto permitiría aprovechar las innumerables oportunidades de nuestro país. Un país productor de alimentos, con energía eólica y gasífera envidiables, con turismo y paisajes hermosísimos, con agroindustria, con servicios exportables del conocimiento, con agua potable, con litio.

Realmente una oportunidad para 2023 y también un riesgo si los fanáticos logran acaparar el descontento social. Todo un desafío para quien en algún momento pretenda conducir el país. La reputación no se alquila como lo pretendieron Menem con Cavallo o Reutemann y Duhalde o Néstor con Lavagna. Se construye durante años y se pierde en un segundo.

Volviendo a la importancia del Poder Judicial, no podemos soslayar que es uno de los tres poderes de la democracia. Los jueces tienen es sus manos los cuadernos donde empresarios, sindicalistas y políticos se auto incriminaron. Estos cuadernos serán el Nunca Más de la corrupción. Será punto de inflexión para aspirar a un país donde sea más barato ser honesto que ladrón. Una señal contundente para que nuestros hijos no se quieran ir, sino regresar.

Si en serio queremos volver a ser un país grande es hora de valorar los beneficios de una buena reputación. Es tan difícil como paradigmáticamente posible, pues comienza con nuestro testimonio cotidiano de vida.

Sobre el autor

Ernesto Rey

Costos y mejoras de Rentabilidad. Ex vicedecano UCA Económicas. Miembro consejo directivo IAEF. Ex Gerente y Director de Empresas.  Miembro de ACDE. 

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