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Reseña: Cultura snack, de Carlos Scolari

Escrito por Christian Schwarz
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Vivimos un tiempo donde lo breve si es bueno, es doblemente bueno. Y doblemente  breve. El libro Cultura Snack de Carlos Alberto Solari es una exaltación de ambas cosas.

Scolari, Carlos A. Cultura Snack. La Marca Editora. Buenos Aires. 1920.

Scolari es rosarino y hace años que es profesor en Cataluña. Territorio breve, pero espeso. Su especialidad es el estudio de los medios desde una perspectiva singular. Con mirada de antropólogo, su interés se ha centrado en los cambios de los discursos y las plataformas  que ha arrastrado la oleada digital. Dispositivos y soportes hacen que los contenidos se comporten como partículas subatómicas: sólo conocemos su estado en un momento preciso, para luego volver a un estado de indefinición e impredecibilidad.

El término Cultura Snack Scolari lo rescata de una tapa de la revista Wired. El consumo cultural  se ha girado hacia una picada. Ya no hay sucesiones de platos que siguen unos a otros. En el menú no hay entrada, sopa, entremeses,  plato principal, postre, café, licores, bombones y cigarros. Hoy es juntarse en torno a pequeños recipientes con porciones chicas, pero sustanciosas.

La Tetralogía de Richard Wagner no es propia de estos tiempos.  El hoy y ahora es Twitter. Pocos caracteres para decir mucho. La hora es de Banksy, no de Miguel Ángel o Rafael.

El libro es riquísimo por donde se lo mire. El autor ha recolectado textos breves durante años. Y a estos suma escritos propios. En el libro destellan todos. Cobran nueva vida al interactuar entre sí. Pudieran estar en otro orden e igualmente el resultado no cambiaría. Después de leer el libro, daría la sensación que si uno lo volviera a tomar, el orden ya no sería el mismo. Algunos fragmentos posiblemente se hubieran escapado de las páginas para dar ingreso a otros nuevos. Leer dos veces el libro serían así dos experiencias distintas.

El elogio de lo breve no es algo nuevo. Es parte de una vieja tradición de la literatura y de la filosofía. Franz Kafka y Jorge Luis Borges fueron dos grandes cultores de la brevedad. Georg Christoph Lichtenberg, Friedrich Nietzsche y Ludwig Wittgenstein son grandes exponentes de abordar temas espinosos y profundos desde el ahorro del espacio y el tiempo.

No es casual que quien quiera decir algo en poco espacio y tiempo tenga una mirada matemática de lo que le rodea. No hay lenguaje que recurra a economizar detalles más que el formuleo matemático. John Nash, uno de los grandes exponentes de la Teoría de Juegos y Premio Nobel de Economía ocupó tan solo 27 páginas en su tesis doctoral. Y vaya que cambió la mirada sobre la economía y la política.

En el campo de la literatura, es la poesía la que se jacta de no abundar en palabras. ¿Cuál es el poema más corto en idioma español? Sinceramente no lo sé. Si cuál pudiera ser el más breve en inglés y quizás en el mundo. En una disertación que el ex campeón mundial de pesos pesados Muhammad Ali dio a estudiantes de la Universidad de Harvard, uno de ellos en calidad de desafío le espetó: “Ali, danos un poema”. El boxeador pensó un momento y recitó: “Me, We”. Dos palabras, tres letras. O dos grafismos, ya que la M se trasforma rápidamente en una W en un giro copernicano.

Mafalda tenía en una tira un elogio de lo breve a su manera. En una tira afirmaba que si vivir es durar, prefería una canción de los Beatles a un long play de los Boston Pops. Mucho en pocas palabras. Y en pocos minutos de música.

Cerramos aquí con dos frases escogidas por Scolari para cerrar el libro:

La brevedad es el alma del ingenio» William Shakespeare.

«Sé breve en tus razonamientos, que ninguno es gustoso si es largo» Miguel de Cervantes Saavedra.

Para ser congruentes con el libro, terminamos aquí.

 

 

 

 

 

 

Sobre el autor

Christian Schwarz

Dr. en Sociología (UCA). Docente UCA, UCES, UNTREF

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