Los nombres Gemini y Copilot me suenan a Doppelgänger. Son los nombres de los modelos de Inteligencia Artificial de Google y Microsoft. Hay otro también que se llama Companion y no recuerdo de qué empresa es.
Doppelgänger es un concepto que escuché en algún taller literario y, básicamente es la idea del doble, como el retrato de Dorian Gray en la novela de Oscar Wilde o el Dr. Jekyll y Mr. Hide en la de R. l. Stevenson.
En muchas palabras del idioma alemán hay dentro otras dos; en ésta doppel significa duplicado o segunda copia y gänger que significa caminante. El Doppelgänger es un alter-ego, un otro-yo, que acompaña al yo. Puede tener superpoderes que usa para luchar contra el mal, o puede realizar lo que el primer-yo no se anima a hacer. Me vienen a la mente dos ejemplos más populares: Batman, el alter-ego de Bruce Wayne -o Bruno Díaz para los que lo vimos en blanco y negro- y Heisenberg, el alter-ego de Walter White en la serie Breaking Bad.
No es que me quede super clara la idea de Doppelgänger, la estoy explorando; la veo cercana, aunque no igual a la idea de avatar. Es curioso que, en el mundo de los videojuegos, el avatar sea la simulación virtual de una forma humana y en el hinduismo, el avatar sea la encarnación de un dios o un maestro sabio. Digo curioso, aunque me parece que debería decir dual o ambivalente, o incluso contradictorio, porque, en el avatar religioso la realidad espiritual se hace cuerpo y en el videojuego la realidad corporal se hace digital, que es casi una forma de inmaterialidad.
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Me gustan los óleos de Sebastian Bieniek. Él dice que la dualidad es uno de los grandes temas de la cultura y que, desde el siglo XIX, “Doppelgänger es sinónimo de lo incomprensible de la dualidad”. Este alemán, no solo hizo una serie de óleos sobre la figura del Doppelgänger entre 2018 y 2019, sino que también exploró la dualidad en sus series Ghost Riders, Face behind face, Manyface y Combifaces. Bienek se pregunta si la individualidad es lo verdaderamente opuesto a la multiplicación, a cualquier tipo de multiplicación.
René Girard, el francés que hizo antropología y filosofía a partir de la literatura estudió mucho el tema del doble. Dice que protagonistas y antagonistas, en una novela, por ejemplo, tienden a mimetizarse, aunque compitan, luchen o se odien entre sí. La imitación surge por el deseo de un mismo objeto. En los políticos contrincantes es posible ver este fenómeno también, se parecen más que lo que parece.
No me olvidé de que comencé con la Inteligencia Artificial. Los nombres Companion, Gemini y Copilot me hacen preguntarme si la IA es el doppelgänger de la humanidad. O, de una parte, al menos: ¿de la parte más poderosa? No es tan descabellado, me parece, es una pregunta por la que los filósofos podemos respirar.
Si simplifico lo que le leí a Byung Chul Han, el mundo digital es un instrumento de vigilancia que desprecia la política y busca gobernar el mundo poseyendo los datos -y tu psiquis. Girard podría decirle a Han que su “régimen de la información” es el antagonista de las instituciones políticas en la novela mundial o el protagonista en la competencia entre los Estados y los gigantes tecnológicos por la información, y, por ende, el poder. ¿Cuál sería el antagonista maléfico? ¿Se mimetizan en sus comportamientos?
La IA, como Doppelgänger de la humanidad tiene ese costado técnico y útil maravilloso, sin embargo, de algún modo parece dividirnos, fracturarnos en dos. Los ejes cartesianos del mundo digital nos obligan a la dualidad cuerpo y mente (la res extensa y la res cogitans) y al yo genero datos, luego existo. Como náufragos del mundo digital nos desconectamos de nosotros mismos, olvidamos el paso del tiempo y la corporalidad.
Y no me olvido tampoco del título de este texto -ni del anterior “La empresa bilocada”. Las GAFAM no sé si compiten por el poder de la información con los Estados, pero sin duda compiten con sus integrantes por la corporalidad, por la locación. Ya casi nadie quiere ir a la oficina. La corporación ya no es cuerpo ¿es un ser espectral?
Continuará.
*«Doppelgänger no. 1», de Sebastian Bieniek 2018 cedido a Wikipedia Commons.
«La IA, como Doppelgänger de la humanidad tiene ese costado técnico y útil maravilloso, sin embargo, de algún modo parece dividirnos, fracturarnos en dos. Los ejes cartesianos del mundo digital nos obligan a la dualidad cuerpo y mente (la res extensa y la res cogitans) y al yo genero datos, luego existo. Como náufragos del mundo digital nos desconectamos de nosotros mismos, olvidamos el paso del tiempo y la corporalidad.»
A decir verdad es muy tentador el costado técnico y maravilloso q te puede brindar la IA, pero me hace mucho ruido la fragmentación «cuerpo y mente» por q nuestra especie necesita de la retroalimentación humana, para alimentar nuestras almas, no me imagino una vida sin abrazos! Nuestras experiencias e intercambios nos nutre a diario…