Cada enero, desde 2001, Edelman publica su Trust Barometer: un estudio global de opinión pública que encuesta a más de 33.000 personas en 28 países, incluida la Argentina. Así como en otros años los hallazgos mostraban crisis de liderazgo, aumento de la polarización o desconfianza en la tecnología, 2025 es el año en el que parece haberse generalizado la tristeza y el enojo: para la mayoría de los encuestados, el futuro ya no es lo que era y crece el convencimiento, sobre todo en los países más desarrollados, de que nuestros hijos van a vivir peor que nosotros. Eso explica algunas cosas.
Trump, Milei, Meloni, Bukele, Orbán… y sigue la lista. Puede haber cientos de razones por las cuales millones de ciudadanos se lanzan en brazos de líderes disruptivos, pero en todos los casos aparece una constante: desilusión —y en muchos casos, enojo— porque el sistema democrático no está entregando lo que prometía. Básicamente, prosperidad y paz. Una muestra de hasta dónde llega la irritación: el 40% de los encuestados por Edelman dice aprobar el activismo hostil, incluyendo ataques online a las personas, difusión intencionada de mentiras, violencia física y ataques a la propiedad. Ese número, ya de por sí alto, sube a 53% entre los jóvenes. Algo huele mal en Dinamarca, diría Shakespeare.
La versión 2025 del Trust Barometer arroja algunos resultados interesantes:
- Futuro. Al revés de lo que suele suceder, las recientes elecciones en 13 de los 28 países encuestados no cambiaron para bien el humor en la gente: siguen viendo el futuro negro. Hay solo dos excepciones: Argentina y Sudáfrica. Una buena para nosotros.
- Trabajo. El temor a perder el empleo subsiste en todo el mundo. Cuando se consulta sobre las causas, el ranking lo encabeza la recesión (63%), seguido por los conflictos internacionales de mercado (62%), y la competencia extranjera (59%). Comparten el 58% la automatización y la falta de entrenamiento para lidiar con la tecnología. La suma de todos los males.
- Empleadores. Cae, sorprendentemente, la confianza en los empleadores privados, después de años de ascenso constante. Los que más caen: Alemania, Malasia y Emiratos Árabes, seguidos por los Países Bajos, España y Francia. Solo tres países suben: Japón, Irlanda y, de nuevo, la Argentina. Otra vez, optimismo en estas pampas.
- Líderes. Crece la desconfianza global en quienes tienen el rol de dirigir. Cuando se le pregunta a la gente si cree que los líderes políticos mienten o exageran groseramente, el 69% dice que sí, contra el 58% de hace cuatro años. La misma pregunta sobre líderes empresariales arroja un 68% (vs. 56% en 2021), y sobre periodistas y editores, 70%: once puntos más que hace cuatro años. Desconfianza en niveles récord.
- Enojo. Si existiera una manera de medir la irritación, los números serían alarmantes. A nivel global el 61% dice que está moderadamente o muy enojado, y las razones principales se repiten: los gobiernos y las empresas sirven a unos pocos y dañan a la gente común con sus acciones, el “sistema” favorece a los ricos, y los ricos se están volviendo cada vez más ricos. La Argentina, por encima del promedio en materia de irritación: 65%. Quizá eso explique la popularidad persistente del Milei indignado.
La salida del laberinto es incierta, aunque asoma un hilo que podría servir de guía: según el Trust Barometer, la gente confía más en quien muestra compasión que en quien solo ostenta la autoridad formal. En todos los ámbitos, parecen tener más futuro los líderes vulnerables (¿los exabruptos de Trump o Milei inspirarán alguna ternura?) que los jefes a la antigua, que fingen tener todo bajo control. Una especie de revalorización de la humildad. “Cosas veredes, Sancho”, hubiera dicho don Quijote.
*Publicado por el autor para COMMS, una iniciativa de DIRCOMS e Infomedia
Interesante nota, que confirma a nivel de la subjetividad de la población lo que vengo planteando en mis artículos como realidades objetivas de presente y futuro.