Actualidad

Trump reloaded

Escrito por Juan Luis Iramain
Listen to this article

La segunda presidencia de Donald Trump inicia un nuevo ciclo económico y geopolítico, con consecuencias culturales de primera magnitud. Los primeros días de la nueva administración ya dan una pauta de cómo serán los próximos cuatro años.

Make America Great Again. Los buenos políticos —no los grandes estadistas que después pasan a los libros de historia y tienen monumentos en las plazas—, son los que saben hacer bien dos cosas: llegar al poder y, una vez que lo logran, mantenerse en él. Ganan elecciones porque saben identificar qué pasiones humanas reclaman una satisfacción inmediata, y desarrollan una narrativa convincente que hace creer a los votantes que esta vez sí, que ellos van a llevar adelante la transformación que prometen. Trump interpretó como nadie el orgullo herido del pueblo americano, que se sentía en el exilio de Babilonia, y le ofreció un futuro grandioso: la vuelta a la Tierra Prometida, de la que nunca debieron haber salido. Por eso ganó.

Hábil, el primer día tomó una serie de decisiones de alto impacto simbólico: dejó claro su alineamiento con Israel en el conflicto con el grupo terrorista Hamas, anunció la salida oficial de la Organización Mundial de la Salud y el retiro del Acuerdo Climático de París, volvió a incluir a Cuba en la lista de países promotores del terrorismo, anunció aranceles de importación a Canadá y México, declaró en emergencia la frontera sur de los Estados Unidos, creó el Departamento de Eficiencia Gubernamental, anunció que se iniciarán acciones para retomar el canal de Panamá, indultó a sus simpatizantes que asaltaron el Capitolio hace cuatro años, renombró como “Golfo de América” al Golfo de México y avisó que sólo se reconocen oficialmente dos géneros: el masculino y el femenino. Todo de golpe.

Después de esta batería de anuncios —quick wins—, se puede arriesgar qué cabe esperar de la administración Trump en los próximos años. Algo así:

  • Refuerzo del nacionalismo: La duda es cuánto será retórico y cuánto concreto. Primero, los intereses norteamericanos. Después, el resto. Traducción: revisión de los acuerdos arancelarios y de comercio, fortalecimiento del dólar, castigos fiscales a las empresas que invierten y dan trabajo fuera de los Estados Unidos y pretenden vender sus productos y servicios dentro de sus fronteras. Y discurso inflamado. Warning.
  • Consolidación de la narrativa mediática: Trump alimenta la lealtad de sus seguidores cuando se enfrenta con los medios de comunicación tradicionales de perfil progresista. No hay razón para que deje de hacerlo. Vaticinio: crece la relevancia de los medios que representan los extremos, se desdibujan los moderados, y las redes sociales cosechan de esa misma polarización. Para quien no logre imaginarlo, que mire la Argentina: un espejo que adelanta.
  • Cambios en las políticas de inmigración: Tensión con México y deportaciones de alto valor simbólico, sobre todo a países alineados con la izquierda. Venezuela, bajo la lupa. Consecuencias: modificaciones en la fuerza laboral, encarecimiento de tareas antes desarrolladas por indocumentados, posible aumento de prejuicios contra migrantes y, al final, reevaluación de la diversidad cultural en Estados Unidos. Tensiones en puerta sobre cuestiones de identidad nacional y multiculturalismo.
  • Resistencia de movimientos sociales: Toda acción tiene su reacción. Las políticas de Trump son el alimento perfecto para los activistas de movimientos de izquierda que se aletargaron durante el gobierno de Joe Biden y ahora vuelven a sentir que tienen una razón para existir. Feministas, LGTBIQ+ y otros colectivos que se sienten agraviados por Trump, pasan ahora a la resistencia activa. Gran oportunidad para ellos, aunque con un interrogante: cómo van a financiarse.
  • Impacto en la educación y la cultura popular: Es improbable que Trump se quede de brazos cruzados en materia educativa: ya dijo que no tolerará ningún signo de antisemitismo en las universidades y es probable que los programas de las escuelas llevarán su impronta en cuestiones de género, aborto, cambio climático y otros temas de la agenda woke. Lo mismo cabe esperar de los contenidos que difunden la televisión y el cine. Gran pregunta: cómo reaccionarán los bancos y fondos de inversión que antes financiaban entretenimiento progresista, ahora que cambiaron los vientos

No habrá modo de aburrirse. Un poco por las medidas concretas que implemente Trump y otro bastante por la batalla simbólica que ya está instalada. Una más de una larga guerra que no termina nunca, diga lo que diga Fukuyama.

Ilustración: gentileza GM+AI

 

Sobre el autor

Juan Luis Iramain

Doctor en Comunicación (U.Austral). Socio Director de INFOMEDIA.

Deje su opinión