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Camino de Santiago: un viaje hacia el interior y hacia lo alto (Parte 3/3)

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Día 4: Ya estamos en Santa María se Arzúa. Faltan sólo dos días para llegar a Santiago.

Jornada particular: perdí la mayoría de las caras que me eran familiares. Mucha gente, en lugar de hacer noche en Melide como hice yo, siguió hasta Arzúa.

Si había tenido alguna duda respecto si había hecho lo correcto, se me despejaron totalmente cuando vi a lo que se enfrenta uno en la última etapa de Melide a Arzúa: no en vano esta última parte la llaman “la rompe piernas”.

Por suerte pude hacer la etapa sin problemas, creo que fue así porque estaba descansado de haber hecho sólo 15 kilómetros el día anterior. Si hay algo que uno no quiere es tener que abandonar.

Como todos los días comencé la caminata trayendo a la mente la lista de los que me acompañaban. Hoy me di cuenta que no había incluido en la lista a “mis amigos” de los jueves a la noche. Son gente en situación de calle que visitamos con la Fundación Sí. Sentí una culpa enorme y por el otro una emoción inmensa de poder sumarlos a ellos.

Otros dos momentos especiales del día: 1) En el km 40 dejé la piedra con el nombre de mi segunda hija Pilar. Para ella, su esposo y sus hijos fue mi dedicatoria especial del esfuerzo de ese día.

2) dejé en un parador mi campera. El peso de la mochila estaba complicándome. No pude dejar de hacer una analogía con tantas cosas que uno tiene y que no necesita.

Día 5: El Camino me estaba pasando factura. En el km 30 me dio una tendinitis. Pensaba: “mientras la pierna avance, está perfecto… y cuando deje de avanzar… bueno… la arrastraremos… pero parar… jamás”. Yo iba a caminar los últimos 19 km que me separaban de Santiago. No importa cuánto tardara.

Las opiniones sobre el Camino están divididas. Algunos dicen que no es nada complicado y otros –entre los que me cuento- que es un esfuerzo importante que hay que hacer.

Hice prácticamente 20 km, de los cuales el primer cuarto, fueron trepar y bajar cuestas. Me impresionó ver varias placas a lo largo del Camino dedicadas a los Peregrinos que “quedaron” en el mismo Camino o incluso alguno que murió en su llegada a Santiago.

El Camino es una hermandad en movimiento. Todas las personas que lo pasan a uno dejan su ¨Buen Camino¨. Es un mensaje permanente y un deseo de unos para con los otros.

Entre las emociones de ese día, la más linda fue dejar en el kilómetro 20 la piedra que llevé con el nombre de mi hija menor; para agradecer y para ofrecer especialmente el esfuerzo del día por ella.

Sabía que el siguiente iba a ser un día especial.

Día 6: La pierna no me dolía como el día anterior en que cada paso era una especie de puñalada, pero me molestaba bastante. Tenía dos alternativas: voy despacio o apuraba. Un ansioso nunca debe hacerse esas preguntas: termine haciendo los siguientes 8 km en una hora y media.

Así, casi sin quererlo, llegué al Monte de Gozo. El lugar tiene dos particularidades que lo distinguen. En primer lugar marca que uno está a 4,5 km de Santiago y el segundo, es que desde allí se pueden alcanzar a ver las “agujas” de la Catedral.

De repente la emoción comienza a invadirlo a uno. Las piernas aceleran como si uno fuera un cyborg. Comencé a acordarme de todos los que me acompañaban. Un momento de mucha emoción.

Desde allí a la Catedral los 4,5 kilómetros fueron un corto paseo y la llegada nuevamente plena de emociones compartidas con muchos de los que habíamos caminado juntos.

Adentro en la Catedral, miles de Peregrinos participaban de la misa.

De repente, el Botafumeiro comenzó a bambolearse por encima de las cabezas en un espectáculo único. Pero el espectáculo más fuerte estaba dentro de cada uno de los Peregrinos: Habíamos completado el Camino.

Aquel que desee más información y consejos prácticos para encarar el Camino puede ingresar a Hectorbarriosenelcamino.blogspot.com o escribirme a hectorbarrios58@gmail.com.

Sobre el autor

Héctor Barrios

Director de Towers Watson Argentina S.A.

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