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Consecuencias del envejecimiento poblacional

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Hace algún tiempo, trabajando en temas relacionados con la familia, un amigo me comentó la importancia del problema demográfico que estaba ocurriendo en el mundo y en el futuro de la Argentina. Un poco dubitativo decidí estudiar el tema considerando mi perfil más económico que especialista en temas relacionados con la natalidad y con la esperanza de vida.

La evolución de la población es un tema de consecuencias en el largo plazo y quizá por ese motivo muchos especialistas y políticos no han alertado sobre este fenómeno, a veces dedicados solamente a los problemas de coyuntura. Como esto no se puede estudiar en un laboratorio el análisis de la historia nos permite ahondar en las causas sobre el comportamiento del ser humano frente a la natalidad.

El primer autor que conocemos comenzó a hablar sobre el crecimiento poblacional y sus efectos en la falta de alimentos fue Thomas Robert Malthus (1776-1834), clérigo y teórico de economía inglés. En su teoría decía haber descubierto la tendencia poblacional a crecer exponencialmente en contraste con la producción alimenticia. Había que frenar su crecimiento por las posibles hambrunas futuras. Hoy en día sabemos que la teoría estaba equivocada pero algunos la siguen considerando correcta. El ingenio del hombre logró que con la producción de alimentos se pudiera alimentar a toda la población.

Sabemos que siempre que hubo aumento en la población se ha incrementado la producción de bienes.

La realidad demográfica actual nos muestra una población en el mundo de 6.000 millones de personas. Esta población no está homogéneamente repartida por la tierra, ni vive de la misma manera. Esto nos obliga a diferenciar al menos dos mundos: el de los países industrializados, y el de los países en vías de desarrollo. Los países desarrollados agrupan el 20 % de la población mundial y generan el 80 % de la producción total; mientras que en los países en vías de desarrollo el 80 % de la población se reparte el 20 % de todo lo producido en el mundo.

Esto nos indica lo absurdo que es hablar de un mundo en su conjunto para los análisis demográficos, económicos, culturales y sociales. Por ejemplo una mujer africana trae al mundo 5 niños aproximadamente a lo largo de su vida. En cambio la mujer europea 1,6 hijos. Cualquier persona pensará que África está superpoblada, pero ignora que no todos los niños sobreviven. El 34 % de los niños nacidos no llegan a la edad adulta. Es decir, la tasa de sustitución generacional de África se encuentra alrededor de 4 y no ronda el 2,1 de Europa.

Consecuencias del envejecimiento poblacional

Un artículo publicado por el diario The Wall Street Journal Americas de La Nación titulado “La demografía rige la economía global” informa de la disminución de la población en edad productiva por primera vez desde 1950. A las generaciones anteriores les preocupaba que el mundo tuviera demasiada gente. El problema actual es que tenga demasiado poca. Las empresas se están quedando sin trabajadores, sin clientes y sin ambos.

Disminuirá el crecimiento global por efecto de una reducción en la demanda y cambio de la misma, aumentando los gastos en salud por el incremento de la población de mayor edad. Por lo tanto cuando se reduce la población se estanca el crecimiento económico y el progreso técnico.

Los sistemas de jubilaciones y pensiones tienen problemas en el pago de las mismas por la disminución de la población activa que es la que realiza los aportes a las mismas.

La automatización puede compensar, en parte, la falta de gente. Japón ha puesto su énfasis en la robótica pensando en ello. Otra alternativa en la solución de este problema son las migraciones de las economías más pobres, si se superan los escollos políticos.

Desgraciadamente las realidades demográficas no se pueden cambiar rápidamente. Estos no son aspectos coyunturales sino estructurales. La decisión de tener hijos es un tema cultural y este aspecto no se cambia solamente con los subsidios y apoyos económicos.

Causas de la situación actual

Las causas de la situación actual fueron y son culturales, políticas y económicas.

La promoción de la “cultura de la muerte”, como la ha llamado SS Juan Pablo II, está siendo realizada por algunos países desarrollados y organismos internacionales.

La cruzada contra los nacimientos y promoción de los métodos de control de la natalidad comenzó en 1950 bajo la dirección norteamericana, con la idea de frenar el aumento de la población en países en vías de desarrollo en el consumo de sus recursos.

La promoción de los métodos anticonceptivos que incluyen al crimen del aborto fue reflejada en la Conferencia Internacional sobre población y desarrollo que tuvo lugar en El Cairo del 5 al 13 de Septiembre de 1994, donde se enfrentaron dos concepciones opuestas sobre la familia y la sociedad y entre dos estilos de vida de los que depende el futuro de la humanidad.

La concepción individualista considera al individuo como centro del mundo. El criterio supremo es “la libertad de elección” del individuo, al que se le deben garantizar todos los medios para satisfacer sus propias necesidades. Por el otro lado encontramos a una concepción basada en la dignidad de la vida humana, que es ante todo un don, y en la responsabilidad de la pareja en la transmisión de la vida.

En el terreno político y para comprender la concepción americana sobre la materia podemos nombrar el “memorándum 200” (implicaciones del crecimiento de la población mundial para la seguridad y los intereses ultramarinos de los EEUU) que fuera presentado a la casa blanca el 10 de Diciembre de 1974. El informe sostiene que el aumento de población en los países menos desarrollados puede comprometer en el futuro el acceso a los recursos y a las oportunidades comerciales de los EEUU. Teniendo en cuenta que los EEUU, con el 6 % de la población mundial, consumen un tercio de los recursos del planeta, se plantea la posibilidad de que una tasa elevada de natalidad en los países menos desarrollados, pero ricos en recursos, se transforme en una competición por las materias primas; con la posibilidad que las compañías norteamericanas sean expropiadas. Los programas de control de la natalidad son el medio principal para neutralizar este riesgo. En este sentido es más fácil y barato controlar la población que ayudar al desarrollo.

A nivel económico el destino de gran parte de los fondos de gobiernos y organismos internacionales han sido las multinacionales farmacéuticas para la investigación y ventas de los medicamentos anticonceptivos. En este sentido podemos nombrar la cuestionada píldora abortiva RU 486, un esteroide sintetizado en 1980 en los laboratorios Roussel Uclaf (cuya propiedad está en un 36 % en manos del gobierno francés) y comercializado por primera vez en Francia en 1988, con el nombre de “Mifégyne” (Mifepristone). A pesar del riesgo para las madres se ha convertido en un símbolo de las organizaciones antinatalistas.

Conclusión

Resulta evidente que actualmente nos encontramos ante una batalla cultural entre el individualismo y el amor y generosidad por la vida, promocionado por intereses e ideas de organismos de fuerte impacto internacional. Un movimiento que tiene en el gobierno de los EEUU, en la International Planned Parenthood Federation (IPPF) y en las agencias de la Naciones Unidas los tres pilares fundamentales.

Si en los años setenta el movimiento para el control de la natalidad usaba como argumento fundamental la pesadilla de la superpoblación, y en los ochenta la salvaguardia del medio ambiente, en los noventa el argumento fuerte es la “promoción de la salud de la mujer”.
Como señalamos anteriormente podemos vislumbrar a nivel económico las consecuencias de la baja natalidad. Pero el problema más importante es moral.

¿Cuál es el camino más adecuado para la vida y trascendencia del hombre?

La respuesta es el amor responsable como virtud madura y no sentimental.

La familia natural, pilar fundamental del amor matrimonial, de la educación y de la vida, está siendo atacada por otros tipos de uniones cuyas consecuencias estamos padeciendo.

La restauración de la cultura del amor y no del egoísmo es nuestro desafío hoy. ¿Estamos preparados?

Sobre el autor

Lucio González Bonorino

Lucio González Bonorino es Contador Público (Universidad de Buenos Aires). Coautor del libro Los impuestos del campo “en criollo”. Socio fundador del Estudio Santiago Sáenz Valiente & Asociados.

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3 comentarios

  • Lucio. Gracias por compartir tus ideas. No parece un tanto simple o reduccionista el enfoque ? Por qué no enfocar también al rol del estado y la sociedad ? Por qué solo a la mujer? Da el estado en cada país igualdad de oportunidades ? No veo tal igualdad. Y creo en el derecho de cada persona de decidir sobre su vida. Por eso te digo que me parece que falta ver el todo. Simple opinión. Gracias !!

  • Muy buena «La respuesta es el amor responsable como virtud madura y no sentimental.»

    Por otro lado creo en el derecho de cada persona de decidir sobre su vida incluido el de los niños no nacidos.