Editorial

El ejemplo del dirigente de empresa ante el proceso electoral… y después

Escrito por Portal Empresa
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“Vosotros, hombres de negocios,… debéis ser los artífices de una sociedad más justa, pacífica y fraterna. Sed hombres y mujeres de ideas dinámicas, de iniciativas geniales, de sacrificios generosos, de firme y segura esperanza”. (Discurso de San Juan Pablo II a los Empresarios Argentinos, Luna Park, 11/4/1987)

Han transcurrido casi treinta años desde aquella desafiante y esperanzadora invitación de Juan Pablo II a los dirigentes de empresa argentinos. ¿Dónde estamos como artífices de una sociedad más justa, pacífica y fraterna? ¿Debemos acostumbrarnos a un proceso de decadencia y degradación nacional? Ciertamente, no porque estamos convocados a la gran tarea de ser “hombres y mujeres de ideas dinámicas, de iniciativas geniales, de sacrificios generosos, de firme esperanza”, como cálidamente nos invitó el Papa Juan Pablo II.

La política y el Estado son para ayudar a transitar desde el ‘hoy’ al ‘mañana’. Estamos en un proceso electoral, de frente a la imperiosa necesidad de definir a qué ‘mañana’ queremos llegar los argentinos y de qué modo ‘transitarlo’.

El reciente comunicado del Foro de Convergencia Empresarial destaca el “altísimo valor cívico en el largo camino del crecimiento y la madurez democrática” que tienen los comicios. Y es por ello que los ciudadanos tienen el derecho a conocer el detalle de las propuestas, y los candidatos la obligación de comunicarlas.

Pero además, es fundamental conocer y evaluar la ‘moralidad’ de las conductas de los candidatos y sus ‘trayectorias en la gestión’. Porque “nunca se miente tanto como antes de una elección, durante una guerra o después de una cacería”, Otto Von Bismarck. (Citado por Juan Carlos de Pablo en La Nación, 2/8/15).

Lo ocurrido recientemente en Tucumán es sólo “un espejo, apenas deformado, apenas aumentado, de una democracia que ha caído en su propia trampa por promover mecanismos de sucesión no competitivos, cobijar bajo el nombre de las mayorías para consagrar situaciones de exclusión y vulnerabilidad de aquellos a quienes dice proteger, (e) invocar los valores de la libertad para cercenarla”. (Alejandro Katz, en La Nación, 26/8/15). Pretender llamar federalismo a lo que solo puede calificarse como caudillismo corrupto es un acto de cinismo hipócrita que tenemos el deber de desenmascarar con nuestro voto y nuestra acción.

Es imperioso y urgente que los dirigentes de empresa actuemos con ‘ejemplaridad’, nos dejemos interpelar y comprendamos además que antes que hombres de negocios, somos ‘ciudadanos’, y nos toca satisfacer una demanda moral y el derecho de los más desprotegidos. Debemos asumir, con equilibrio, la coyuntura pero con una visión a largo plazo influyendo proactiva y positivamente en pos del bien común de nuestra Patria. Esto además de nuestras obvias responsabilidades en la empresa y dentro de nuestro sector, las que debemos ejercer también con ejemplaridad.

Por nuestra actividad, habilidad, capacitación y conocimientos especiales tenemos la responsabilidad social y política de ‘ayudar’ a definir el marco de políticas públicas y reglas de juego que favorezcan la ‘empresarialidad’ creativa y un clima de negocios favorable a la inversión con creación de empleo genuino, productivo. Solo así podremos revertir nuestra decadencia y generar prosperidad económica real con desarrollo inclusivo, integral, sostenido y sustentable que permita eliminar la escandalosa marginalidad y pobreza extrema.

Los dirigentes de empresa podemos y debemos ayudar a discernir mejor, y a deliberar, a nuestros grupos de interés (accionistas, sindicatos, empleados, proveedores, clientes, competidores) y a la dirigencia política, reflexionando sobre la ‘verdad’ versus la engañosa apariencia que agrava los problemas escondiéndolos bajo la alfombra. Podemos ayudar a ‘elevar la mirada’ durante y con posterioridad al proceso electoral, asesorando a los políticos por fuera de los intereses particulares de nuestra empresa o sector empresario. Podemos también convocar a técnicos y políticos, y exigir debates que interpelen, que interactúen y ayuden al discernimiento.

Podemos ayudar a devolver el sentido a las palabras, distinguir las personas por su conducta, las ideas por su naturaleza y apego a aquella, y los partidos políticos por su trayectoria histórica y experiencia en la gestión. Podemos ser canales de comunicación post electoral.

Podemos crear y desarrollar instrumentos de financiación de estudios serios sobre políticas públicas, o destinados a formar y alentar a muchos de los jóvenes intelectuales que tiene la Argentina, y que hoy llevan adelante su vocación con enorme sacrificio para compatibilizar su vocación con las necesidades urgentes de todos los días.

Debemos ‘exigir’ respeto a la ‘institucionalidad’, a la ‘Constitución’, la ‘ley’ y las ‘reglas’ de juego limpio, transparentes y previsibles, interpelando especialmente a quienes han ejercido el poder. ‘Exigir’ un rumbo de razonable ‘estabilidad’ macroeconómica, legal, impositiva y regulatoria que no lleve a comenzar siempre todo de nuevo, y no repita históricos bandazos de políticas públicas con la consiguiente imprevisibilidad económica y jurídica. A devolver la ‘presencia del Estado’ real, efectiva, honesta, eficiente e idónea con cuadros profesionalizados que permitan articular la iniciativa privada aplicando el sabio principio de ‘subsidiariedad’. ‘Exigir’ ocuparse de la ‘calidad educativa’ e ‘inserción laboral’, ‘seguridad’, ‘salud’, de erradicar la ‘corrupción’ e ‘impunidad’, asegurar ‘independencia’ de la justicia y seguridad jurídica, ‘federalismo’ auténtico, ‘prevención y lucha contra el narcotráfico’ y la ‘trata de personas’, marco para la ‘competitividad’ e ‘inserción en el mundo’.

“Ser artífices de una sociedad más justa, pacífica y fraterna” como nos pidió Juan Pablo II requiere también ‘prevenir’ contra el peligro de la ‘anarquía’ que surge cuando el poder político está en un lugar diferente al del Gobierno y contra el peligro de continuar con las ‘desmesuras’ argentinas, principales causales de nuestro retraso en el mundo, nuevamente presente desde 2007. “Hemos logrado así la hazaña de que en sólo cuatro años (2011-15) nuestro nivel de vida cayera entre el 15% y 20% respecto de los países emergentes. (Evidencia empírica de la investigación con valioso análisis y recomendaciones de Martín Lagos y Juan J. Llach, “Otra vez las desmesuras, otra recaída”, La Nación, 4/8/15).

Requiere también que nos involucremos más en política como ‘ciudadanos’ responsables capitalizando nuestra capacidad de organización y gestión en el Estado, o aspirando a cargos electivos. Como mínimo, debemos fiscalizar para asegurar elecciones limpias, transparentes, además de exigir una reforma del vetusto y tramposo sistema electoral vigente.

Finalmente, los hombres de empresa debemos comprometernos a ‘ayudar’ en la necesaria ‘reconstrucción del tejido social’ en la Argentina y a ‘asegurar la paz social’, desterrando antinomias y odios, buscando con diálogo y generosidad consensos básicos, colaborando con ejemplaridad en el respeto por el otro y terminando con el ‘sálvese quien pueda’ y la descalificación como enemigos a quienes son nuestros legítimos adversarios por intereses lícitos y comprensibles o por pensar de manera diferente. Necesitamos construir la ‘cultura del encuentro’ y aprender a ‘no hacernos daño’ entre nosotros, como tantas veces lo ha implorado nuestro querido Papa Francisco.

Las elecciones no van a cambiar a la sociedad argentina. A la inversa, solo la sociedad argentina, si se desprende de sus malos hábitos, cambiará las elecciones. Se requiere un punto de inflexión ‘cultural’ en nuestros pensamientos, actitudes, hábitos y conductas. La Argentina requiere ante todo ‘ejemplaridad’ en sus dirigentes, y de nosotros los hombres de empresa. Seamos responsables ‘ciudadanos’ empeñados en la búsqueda del bien común y concentrémonos en combatir nuestros vicios y defectos, practicando nuestras virtudes. Sólo así los hombres de empresa lograremos legitimidad y respeto social.

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