Valores

El Papa es mío

Escrito por Horacio Diez
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Los argentinos somos temperamentales, cambiantes. Quizás por buenas razones o por experiencias, cambiamos rápidamente de humor, ¡gritando “Argentina…Argentina…!” por el triunfo de nuestro seleccionado para pocas semanas después cuestionar hasta el asistente del kinesiólogo del mismo equipo y así continuar desesperanzados hasta 5 minutos antes del próximo partido.

Pero orgullosos, también establecemos fuertes sentimientos de propiedad y es bueno que ello suceda. No sólo lo hacemos con el dulce de leche o el asado entre amigos o familia sino también con lugares y personas, con momentos y con ideas. Parecería que al afirmarnos o asirnos de esas personas y cosas de la vida, compensamos una rutina de la inestabilidad, ese viejo y cierto axioma que dice “temor y esperanza son inseparables”. En malos momentos nos decimos “ya va a cambiar para mejor”; en buenos tiempos tememos que algo vuelva a doler. ¡Y así andamos a veces entre “este ispa…” y “Argentina…Argentina…!”

Toda esta introducción para intentar articular alguna idea sobre lo que nos pasa con Francisco, con el Papa, con nuestro Papa… con mi Papa cuya designación y título disfrutamos, pero cuyas acciones ponemos en el tribunal supremo de la mente, de nuestra mente, de la mía… el del yo que tiene “la posta”, la verdad a prueba de emociones y razones.

¿Por qué no viene el Papa a Argentina? ¿Por qué recibió a…? ¿Por qué no recibe a…? …” Claro, es que siempre fue…” y sí, son preguntas lógicas, desde nuestra lógica propietaria de esperanzas y preocupaciones. Estamos llenos de analistas y teoremas sobre lo que hace o no hace este Pastor del mundo. Pero nos cabe aquietar un poco nuestras golpeadas cabezas y pensar que obviamente, razones debe haber. Razones en Francisco y en la Iglesia, a la que parecería, en algunos, que le hemos alquilado pro-tempore a Jorge Bergoglio.

Sin perder la capacidad de emocionarnos y sentir, razonemos en que quien dejó su tierra, sus caminatas por las villas, su subte, el diarero de Plaza de Mayo y sus amigos hace casi 5 años y no volvió, debe tener sus razones para hacerlo y sus dolores por no hacerlo. El destierro era para los griegos el peor castigo pues no era mandar una persona a otra tierra sino llevarlo a perder el contacto, el ser, el entorno que lo había hecho humano.

Por eso creo que buenas razones deben tener Francisco y sus consejeros, para pisar Cuba o Perú, Polonia o New York, pero demorar su venida a su tierra, a su “polis” y a quienes nos preguntamos o criticamos el que no lo haya hecho, aún.

¿No será que nosotros, argentinos emotivos, orgullosos y auto-asignados propietarios de él, quizás somos los que no podemos articular o asegurar que la venida del Pastor será un factor de unidad, de alegría y de esperanza, sin condicionamientos ni manipulaciones extrañas? No estoy descubriendo nada nuevo con la pregunta y sí renovando el hándicap o en buen criollo, el “changüí” para Francisco y su ausencia, la física. No dudo que espiritualmente nos piensa todos los días, alegre, preocupado o enojado ¿por qué no…? Francisco es la voz de Dios, es el rector mayor de la Iglesia de siglos y es el ser humano, aquel del subte y las villas, aquel Jorge Bergoglio que debe extrañar el Patio de los Naranjos de mi querido Colegio de la Inmaculada en Santa Fe y hoy desprendido de todo ello para ser exigido hora a hora por un mundo complejo y muy difícil.

Sin dudas, la silla de Pedro es muy grande, muy sola también.

Quizás sea el momento para ayudar a poner nuestra casa en orden, todo lo posible y entre todos. El momento para mostrar que sin perder esa identidad emotiva, las organizaciones como ACDE, líderes sociales, personas muchas de una orquesta de buena voluntad y todos quienes queremos la paz y la serenidad, mostremos que podemos tocar una sinfonía unidos, que tendremos la casa en orden para recibir entonces a ese Francisco, el Pastor de todos… y el mío también.

Porque Francisco, no tengas dudas… nos va a hacer bien recibirte.

Sobre el autor

Horacio Diez

Fue Director Asociado en INFOMEDIA Consulting y miembro de su Advisory Commitee. Falleció en agosto de 2020.

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1 comentario

  • Excelente razonamiento magistralmente presentado, Horacio! Es responsabilidad de todos los argentinos hacer posible la visita de Francisco, nuestro querido Papa, Cristo en la tierra pero también ser humano…De nuestra comprensión y ‘no manipulación’ dependerá que nos pueda visitar para bien y esperanza de los argentinos. Ojalá
    pueda ser pronto…