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Empleos y nuevas tecnologías

Escrito por Consejo Editorial

Editorial de Invierno de Portal Empresa.

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“…Urge debatir en el seno del empresariado qué cambios debemos hacer como sociedad si pretendemos capitalizar los efectos (de las nuevas tendencias tecnológicas) en lugar de padecerlos”.

Roberto Murchison, Presidente del XX Encuentro Anual de ACDE:  “Trabajo e Inclusión, desafíos frente al crecimiento y la innovación”

En reiteradas oportunidades nos hemos ocupado en este Portal del problema de la pobreza y exclusión social en la Argentina. Partiendo de los conceptos que nos dejó el científico social Agustín Salvia , coincidimos en que el “derrame” fruto de nuevas inversiones, que probablemente vendrán, no será suficiente para reducir sustancialmente la pobreza y erradicar la exclusión. Hace falta fomentar valores y competencias adecuadas para el desarrollo de pequeños emprendimientos y Pymes. La tarea consiste en buscar la inclusión, no solo mediante el acceso al trabajo productivo, eficiente, digno y bien remunerado sino también fomentando el espíritu emprendedor. En definitiva, debemos facilitar a quienes hoy se encuentran marginados los medios para llevar adelante sus proyectos de vida en la nueva economía del conocimiento, globalizada y competitiva.

Uno de los temas acuciantes, por su ambivalencia, es el desarrollo de nuevas tecnologías. Como dice Murchison en su carta invitación al Encuentro Anual de ACDE y UNIAPAC, si bien son indispensables para la modernización de la actividad empresarial también pueden ser el vehículo inevitable de supresión de puestos de trabajo tradicionales.

Estamos ante un aparente dilema, pero no podemos dejarnos vencer por el temor o por un mal entendido conservadurismo que nos siga atrasando. Debemos trabajar juntos y articuladamente empresarios, sindicatos, Estado e instituciones académicas para “capitalizar” más que “padecer” las nuevas tecnologías. La Argentina no puede permanecer aislada frente al mundo que avanza inexorable y aceleradamente en su aplicación.

Suele compararse nuestra época con la denominada Revolución Industrial ocurrida a fines del siglo XVIII y en las dos primeras décadas del XIX cuando la utilización de nuevas fuentes de energía, como el vapor, produjo el desarrollo de máquinas novedosas que substituyeron el trabajo manual. Esa revolución y sus consecuencias en el empleo acentuó la conciencia sobre la denominada “Cuestión Social” cuyos aspectos negativos fueron advertidos en encíclicas señeras como la Rerum Novarum de León XIII y dieron lugar al nacimiento de ideologías que preveían un cambio total en la organización política y social. En esa época la Iglesia, si bien denunciaba las situaciones de injusticia que estos avances producían, a la vez reafirmaba el principio de la propiedad privada de los medios de producción reaccionando contra el marxismo que veía la solución en su supresión, o mejor dicho, en su estatización.

La revolución tecnológica de hoy es diferente. Ofrece la oportunidad de compensar la pérdida de empleos tradicionales con otros nuevos de mayor valor agregado, más dignos y mejor remunerados. Requiere imaginación y esfuerzo para interpretar los signos de los tiempos y adoptar medidas destinadas a producir la reconversión laboral en las personas, las empresas y en los sectores económicos que forman las cadenas de valor.

Cuando se introdujo la máquina de vapor quienes realizaban aquellas tareas suprimidas no estaban preparados culturalmente para afrontar las novedades. Sin desmerecer las dificultades culturales y de otros órdenes de toda reconversión, hoy tenemos la ventaja que las nuevas tecnologías forman parte de la vida de la mayoría de las personas; para las nuevas generaciones, más que una herramienta es ya el lugar donde viven. Con todos sus defectos y peligros, las redes sociales y su entorno permiten que personas de diferentes situaciones económicas estén familiarizados con el cambio tecnológico, lo cual es una oportunidad única para incorporarlos al mercado de trabajo en actividades nuevas que substituyen tareas tradicionales.

Desde el Estado y el sector empresario se requiere abandonar ideas proteccionistas permanentes que perjudican mucho al conjunto de la sociedad. Debe liberarse la importación de equipos informáticos, profundizando así medidas que ya se están tomando en esa línea. El acceso a las tecnologías de última generación no está dentro del lujo o lo superfluo; se trata de brindar la posibilidad de democratizar la información, cambiar para bien el entorno en el trabajo despertando la imaginación y las habilidades para crear nuevos empleos. Esto es aplicable a personas de diversa condición social y económica, especialmente a los jóvenes. A diferencia de lo ocurrido en otras épocas, hoy el avance tecnológico no es patrimonio exclusivo de la clase alta. Basta dar una recorrida por las calles de la ciudad y por las redes sociales para ver como son utilizadas, con imaginación y espíritu creativo, por personas de todo nivel social y económico.

Desde los sindicatos es necesario dejar de lado hábitos conservadores en materia de empleo que ven a las nuevas tecnologías como una amenaza en lugar de como una oportunidad. Estas posturas, en realidad, desvalorizan a los trabajadores porque descreen de sus capacidades. No se trata de evitar la introducción de adelantos técnicos sino de preparar a las personas para su utilización en el trabajo.

En cuanto a los empresarios el esfuerzo debe dirigirse a animarse a tomar medidas verdaderamente progresistas. Las nuevas realidades imponen invertir constantemente en tecnología de punta flexibilizando los lugares y la forma de realizar las tareas a fin de facilitar, donde sea posible, la proximidad entre el trabajo y la familia. Ello es especialmente necesario en el caso de las mujeres para compatibilizar su desarrollo laboral con el diario y noble esfuerzo de acompañar y educar a sus hijos.

Ciertamente respecto a los sectores más marginados que requieren una solución inmediata para sacarlos de la falta de medios esenciales, quizás lo expuesto no es suficiente. En este campo es donde mayor esfuerzo debe realizarse para aplicar medios de inclusión social que permitan acceder a la formalidad a un gran número de personas mediante el acceso al crédito y a la formación para que puedan encarar micro negocios o incorporarse a organizaciones productivas. Esta es una tarea pendiente de las organizaciones empresarias, del Estado, los sindicatos y las instituciones académicas para la cual, cabe resaltarlo, las nuevas tecnologías son una herramienta indispensable.

Todo lo expuesto requiere una acción coordinada en materia de educación. Hoy debe formarse a nuestros niños y jóvenes con valores, enseñándoles a pensar y a utilizar la imaginación más que a trasmitirles información que hoy está al alcance de todos; solo debemos saber utilizarla para la formación y la preparación para el trabajo en cualquier área.

Desde ACDE, frente a los nuevos signos de los tiempos, repitamos la vieja oración de San Francisco pronunciada en un mundo convulsionado, “Señor, has de mi un instrumento de tu Paz” para que como decía la Madre Teresa de Calcuta, pongamos amor que nos incite al servicio para que haya justicia, porque sin justicia no habrá paz.

Sobre el autor

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Consejo Editorial de Portal Empresa, la revista digital de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).

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