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La tecnología, el futuro y la agroindustria

Escrito por Eduardo Serantes
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Hace 47 años egresé de la facultad con mi título de Ingeniero Agrónomo. Si me preguntan qué es lo que más me impactó en mi vida profesional, sin ninguna duda “la tecnología”. Inimaginable lo que pasó en todos estos años y cómo impactó en el país. En el corto período de los últimos 20 años, la productividad agrícola creció más de un 70% por unidad de superficie.

La tecnología crece en forma exponencial. El otro día escuché en una conferencia que mostraba que el conocimiento mundial se duplica cada 12 meses, y que dentro de 10 años se duplicará cada 3 meses. No se cuán ciertos son estos pronósticos, pero lo que sí estoy seguro es que en los próximos diez años el salto tecnológico será mayor que el que yo viví desde que egresé.

¿Cuáles son los grandes lineamientos tecnológicos que impactarán en los próximos años en la producción y que de alguna forma ya están presentes?

En primer lugar, en la producción de alimentos. El desafío del mundo es duplicar la producción de alimentos en los próximos 25 años frente al crecimiento de la población y la mejora del nivel de vida de las personas que salen de la pobreza y se incorporan a las clases medias.
El crecimiento de la producción se deberá dar en un contexto más adverso por las consecuencias del cambio climático.

A su vez, cada vez serán mayores las exigencias de una producción sustentable frente al medio ambiente y mayor calidad en los alimentos producidos.

La respuesta a todo esto está en la tecnología, su adopción por parte de los productores y el apoyo de los países para dar un contexto favorable para que esto sea posible.

A los avances en desarrollos genéticos, en biotecnología, hoy se suman la producción de nuevas moléculas, y un desarrollo en la maquinaria agrícola que hoy nos permite hablar de agricultura de precisión.

Para aquellos un poco más alejados del campo, les aclaro que hasta ahora nos manejábamos como unidad de producción con un lote o potrero que podía ser por ejemplo de 50 o 100 has. Al cosechar y ver los mapas de rindes, observamos que si un lote de maíz rendía como promedio 10 tn/ha había zonas de 5 tn/ha y otras de 15 tn/ha.

Hoy con la agricultura de precisión, podemos dar un tratamiento diferencial a cada ambiente, dentro de un mismo potrero, esto es diferentes dosis de fertilizantes, diferente número de plantas, etc.

Este cambio que recién comienza gracias a los satélites, al desarrollo de sembradoras y pulverizadoras que nos permiten un tratamiento diferencial a cada metro cuadrado, es un cambio tan grande en nuestra producción como cuando empezó el sistema de siembra directa.

La bioeconomía

Durante millones de años la energía solar a través de la fotosíntesis produjo vegetales, que con el pasar del tiempo se transformaron e incorporaron al suelo como reservas fósiles. De allí salió el petróleo que es una de las fuentes de energía más utilizadas en el mundo. Sin embargo, hoy sabemos que la utilización del petróleo es una de las fuentes más importantes de contaminación que producen gran parte del calentamiento global.

El mundo tiene el desafío hoy de reemplazar el petróleo por energías limpias, que frenan el calentamiento global.

Gran parte de lo que abarca la bioeconomía, es producir energía a partir de producción vegetal. Y no me refiero solo a los biocombustibles (biodiesel y bioetanol) que ya son una realidad en nuestro país. Sino también a plantas que producirán energía a partir de biomasa vegetal y que ya hay proyectos concretos en ejecución en Argentina.

A esto debe sumarse proyectos de biogás, a partir de desperdicios o subproductos de la producción animal y vegetal.
Los bio-plásticos es otra producción que también está creciendo.

En síntesis estamos hablando de reemplazar el proceso de fotosíntesis acumulada en millones de años, que hoy contamina nuestro medio ambiente, por la transformación directa de fotosíntesis en energía, permitiendo frenar el calentamiento global.

Como verán a esta altura estamos dejando rápidamente atrás la producción tradicional de nuestros campos, por la incorporación de procesos, agroindustriales de alta complejidad que a su vez transforma el trabajo agrícola. No solo en la producción primaria sino en toda la cadena de valor, en la transformación de la materia prima, en alimentos de calidad elaborados localmente y todos los nuevos desafíos que nos crea la bioeconomía.

Esto es posible no solo por el desarrollo científico sino y especialmente por una compleja y vasta red de productores, profesionales y empresarios que apliquen los nuevos desarrollos que nos brinda la ciencia.

Crear cadenas de valor se vuelve imprescindible, dejando atrás el concepto de campo versus industria, ya que la producción primaria se vuelve en sí cada vez más compleja con más tecnología y en ella actúan desde todos los proveedores de semillas, agroquímicos, maquinaria agrícola, cada cual con sus innovaciones, a los que se suman las nuevas tecnologías que nos brinda la informática y los técnicos que permiten integrar todo esto y ya son muchos productores que solos o agrupados, se integran hacia arriba en la elaboración de alimentos u otros productos.

A todo esto se agrega rápidamente la certificación de los procesos de las cadenas de valor, que son cada vez una exigencia mayor de los consumidores y del comercio mundial.

En síntesis mirando el futuro, parte de los alimentos serán producidos por una agroindustria con mayor calidad, mayor productividad, y mayor cuidado del medio ambiente.

Otra parte de los alimentos vendrá de los peces, de las algas, de alimentos elaborados por el hombre, como la carne sintética, o los vegetales producidos por hidroponia.

Pero a su vez el campo además de producir alimentos, producirá energía, bioplásticos y una cantidad inmensa de nuevos productos, entre los que ya se encuentran productos medicinales.

El impacto en Argentina

¿Qué impacto tendrá en nuestro país en el corto plazo? Creo que inmenso. En primer lugar, pues estas cadenas de valor cada vez más complejas permitirán la incorporación de gran cantidad de trabajo de buena calificación.

En segundo lugar en el desarrollo del interior. Es mucho más eficiente desarrollar esta agroindustria en los lugares de producción que trasladar la materia primaria sin elaborar.

Para que esto sea posible es urgente desarrollar la infraestructura logística tan deteriorada en nuestro país. El gobierno actual está dando los primeros y adecuados pasos en este sentido.

En tercer lugar este desarrollo tendrá un impacto grande en el volumen y el valor de nuestras exportaciones y en el crecimiento de nuestra economía.

Más allá de mi entusiasmo por las posibilidades del desarrollo tecnológico, quisiera mencionar antes de finalizar, como miembro de ACDE y de la Iglesia algunos peligros y limitantes frente a la tecnología. Me refiero a limitantes éticas que vamos viendo y descubriendo frente a su vertiginoso avance.

La ciencia y el conocimiento, deben permitir el desarrollo humano integral y a veces los nuevos descubrimientos tecnológicos llegan a poner esto en juego. Es un tema complejo que llevaría más de un artículo para reflexionar, pero no quería dejar de mencionarlo.

Sobre el autor

Eduardo Serantes

Ingeniero Agrónomo. Director de Cazenave y Asociados y de empresas del Sector Agroindustrial. Presidente de la Comisión Nacional de Justicia y Paz del Episcopado (2006-2012).

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