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El debate sobre el aborto

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A mi juicio es objetable, desde el punto de vista institucional, la decisión del presidente de impulsar la discusión sobre la legalización del aborto porque, según nuestra Constitución Nacional el Poder Ejecutivo no dicta leyes, pero tiene iniciativa legislativa. Si el presidente considera necesario implementar determinada reforma que requiere el dictado de una ley, puede y debe enviar un proyecto al Congreso para su discusión y eventual aprobación.

Si el presidente ha dicho que es contrario a la reforma no se entiende porqué y con qué autoridad declara abierto el debate No es propio de una República que el titular del Poder Ejecutivo marque el inicio de un debate sobre un tema que no es de su competencia con meras declaraciones públicas. Con su actitud está cercenando una de sus atribuciones constitucionales como es la de vetar una ley contraria a sus convicciones o formas de pensar los problemas sociales. Recordemos que así lo hizo un presidente de Uruguay.

Con todo, esa conducta abrió el debate y debemos pronunciarnos. Desde mi punto de vista el aborto claramente es quitar la vida a una persona. No repetiré todos los fundamentos médicos conocidos que avalan el nacimiento de la vida humana desde la concepción porque creo que, mayoritariamente, los partidarios del aborto tampoco los discuten con énfasis. El argumento más utilizado es que existe una colisión entre dos derechos: el de la vida del feto contra el de la madre de disponer de su cuerpo. También se esgrimen razones de política de salubridad al difundir estadísticas de la cantidad de madres -muchas de ellas adolescentes y pobres- que pierden la vida por abortos realizados en condiciones precarias.

El argumento de la colisión de derechos no tiene mucho sustento. Primero porque el derecho a la vida es el fundamental que sostiene todos los demás. Si no condenamos la privación de la vida a un ser humano, estamos permitiendo que se vulneren todos los otros derechos humanos porque, justamente, se sostienen y se atribuyen a una persona que vive. En segundo lugar, porque claramente él bebe por nacer tiene su propio cuerpo que no es el de la madre. Lo dice la ciencia y lo experimenta la propia madre.

Pero aun cuando pensemos en la existencia de un derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo no podemos separar los derechos de la responsabilidad que su ejercicio genera. El embarazo de la mujer al que nos referimos en el debate es un acto libre y un ejercicio del derecho a disponer de su cuerpo. Al realizar esa opción debe enfrentarse la consecuencia, a veces no deseada, consistente en la creación de una nueva vida.

Es cierto que el aborto genera un problema social. En los casos de mujeres marginadas y poco instruidas puede provocar daños irreparables e incluso la muerte. Pero la política no puede ser eliminar una vida para conservar otra; se trata de ayudarlas a comprender su responsabilidad, educar sexualmente a las jóvenes para que conozcan los medios existentes para evitar un embarazo no deseado para que los utilicen según sus convicciones y posibilidades.

También genera problemas sociales en mujeres de clase media cuando la decisión de abortar se toma para evitar la vergüenza, el rechazo o la pérdida de oportunidades de trabajo.

Aquí es donde todos debemos revisar nuestra manera de encarar el tema del embarazo no deseado en nuestras familias, nuestras empresas y nuestros colegios. Todavía ocurre que en estos casos con nuestros comentarios o actitudes formamos parte de la condena social. Debemos revisar nuestras actitudes. Una mujer, más si es adolescente, que decide enfrentar todos los inconvenientes de un embarazo no buscado merece el apoyo porque, en nuestro medio, asume una actitud valiente al enfrentar las dificultades y, a veces, el rechazo. Debe ser aceptada en su familia, el trabajo y en la escuela marcando su actitud valerosa y explicando a sus compañeras el acompañamiento que necesita. En definitiva, no es un mal ejemplo. Todo lo contrario, merece que se resalte su valentía.

Nuestra Madre del Cielo, es un modelo de esa valentía. Eligió su embarazo para bien de todos nosotros, pero se expuso libremente a la condena social y hasta a la muerte. Solo la santidad de San José la salvó. Guardando las distancias, la actitud del Santo puede servirnos de ejemplo.

Fotografía gentileza del Grupo Clarín.

Sobre el autor

Director Portal Empresa

Director de Portal Empresa, la revista digital de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).

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