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La vida en o por la empresa

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Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Redondillas, de sor Juana Inés de la Cruz

En el reciente comienzo del debate sobre la ampliación de los casos de despenalización del aborto, se ha venido sosteniendo que una “apuesta por la vida” implicaba lisa y llanamente una mirada sobre el tema que trascendía el supuesto bienestar de la madre en gestación. Y para aquellas personas que están desarrollando sus tareas en el ámbito de la empresa, la pregunta de cómo podía traducirse esa frase contundente de que “toda vida vale” sin caer en una empalagosa enunciación marketinera. Porque además de una faceta jurídica, ética y hasta religiosa en este debate, la comunidad empresaria también tiene algo que ofrecer.

Hace unos años, en el siempre vanguardista entorno high-tech, surgió una polémica por el anuncio que varias compañías de rubro (Facebook, Apple) anunciaron que habían contratado los servicios de congelamiento de óvulos para que sus empleadas pudieron abocarse a su ascendente carrera sin tropiezos biológicos para decidir ser madres cuando quisieran. Paralelamente, la estrella de Marissa Mayer, ex directiva de Google y CEO de Yahoo!, provocó ruido cuando decidió trabajar hasta casi un día antes de dar a luz para volver a las dos semanas a la oficina, con el bebé y una cuna dentro de su lugar de trabajo. Al contrario de lo que pregonaban para sus colaboradores, una peculiar home-office, sostenido por ella misma como una búsqueda de equilibrio con su profesión. Pero ante las críticas viralizadas, ofreció 16 semanas de licencia para madres y padres.

Un curioso péndulo que demuestra hasta qué punto es difícil la convivencia de las esferas personales y laborales. Dos ámbitos que tienen sus propias y naturales exigencias, pero que con la misma pasión con la que se abrazan es conveniente reflexionar acerca de los límites que cada cual debe imponer para no provocar una invasión cruzada y terminar por hacer mal un poco de cada cosa. Una combinación que, casi artesanalmente, es tan valiosa como dificultosa por obtener y que salta a la vista cuando algún problema grave abstrae nuestra atención entre una y otro aspecto. Pero en el ámbito empresario, ¿cómo se traduce esta promoción de la vida como un valor supremo? Enunciando, mostrando, desarrollando y, sobre todo, viviendo de acuerdo con ciertos valores que se pregonan.

  1. Principismo. El tema es tan relevante que conviene volver a las fuentes, pensar qué significa y con qué no se debe negociar: la vida humana es sagrada y no hay otro bien que la equipare.
  2. Coherencia. Cuidando de que lo que se enuncia solemnemente esté alineado con las buenas prácticas que cuidan de aplicar. La esfera personal y familiar, por ejemplo, no es un segmento separado sino un aspecto de la vida social.
  3. Fecundidad. La maternidad y la paternidad no deberían ser vistas como una “enfermedad” sino como un hito en el desarrollo de la vida que aun en las circunstancias más intrincadas, un nacimiento (o una adopción) es una bendición: llegar para dar aire fresco y testimonio de la esperanza.
  4. Aliento. Cada colaborador alberga proyectos personales (un hobby, una vocación artística o social, una forma de inserción en la sociedad) que también es muy bueno que la empresa las considere como enriquecedoras del a veces viciado entorno laboral.
  5. Formación. En la búsqueda del desarrollo integral, las personas quieren formarse en aspectos profesionales que no sólo sirven en esa empresa y coyuntura del presente. Impulsarlos y considerarlos dentro del abanico de “paquete salarial” no sólo es noble sino conveniente para fortalecer los vínculos.
  6. Toda vida es valiosa. Recordando que la dignidad humana no reside en lo que se acerca a una perfección (relativa), el especial cuidado que se debe dispensar a personas con discapacidad (física o mental) o en procesos de recuperación (adicciones o perturbaciones). Muchas veces, los testimonios de su propio entorno laboral dicen que ellos tienen más que ofrecer de lo que la empresa supuestamente dar.
  7. Acompañamiento. En los momentos difíciles, que inevitablemente ocurren en ambos ámbitos, es bueno saber que cada “parte” cuenta con la otra. Una palmada, una palabra o un gesto justo cuestan muy poco, pero valen mucho.
  8. Salud y alimentación. Considera también la calidad de la vida laboral en el cuidado por la salud y la alimentación de los colaboradores, no es sólo una moda. Es una genuina preocupación por una vida equilibrada que al mismo tiempo permite que se aporte lo mejor y no los restos de cada uno.
  9. Envejecimiento. Como todo ciclo vital, el envejecimiento en la empresa puede ser visto poniendo el acento en las carencias (lo que ya no se tiene) en lugar de considerar lo que las horas de vuelo aportan como experiencia, especialmente para los más jóvenes. Los baqueanos en el inicio de la vida laboral de los recién llegados, los referentes del vestuario y el mentoreo Pero especialmente, un espejo en lo que los juniors se puedan mirar y también saber cómo serán considerados cuando sean ellos los seniors.
  10. Fallecimiento. El duelo es algo necesario. Toda vida se acaba algún día y la organización debería estar preparada y no negada a tal acontecimiento. Tomarlo como algo triste pero natural e internalizarlo en la rutina, pero sobre todo acompañar el trance en el que se embarcan todos sus compañeros.

Por lo visto, es más simple enunciar una frase contundente y condenatoria. Pero la opción por la vida en el ámbito empresario se traduce en decisiones y políticas que internalizan este valor para mostrarlo en plenitud. La promoción de la vida no termina ni empieza en la puerta de la empresa. Es sólo una plataforma más en la que puede desarrollar toda su potencia. De nosotros depende.

Sobre el autor

Tristán Rodríguez Loredo

Licenciado en Economía (UCA), Magister en Gestión de Empresas de Comunicación (U. de Navarra) y en Sociologa (UCA). Editor de Economía y columnista en Editorial Perfil.

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