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Concordia: ¿el ocaso de los egos?

En 2016, el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires emitió el ‘Pacto para la Concordia y Paz de la República’, un trabajo sometido al voto de los 70.000 matriculados y respondido por más de 2.500 matriculados con resultados muy positivos.

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Pacto para la Concordia y Paz de la República.
Descargue el Informe final, elaborado bajo la dirección del autor.

1. Algunos requisitos previos imprescindibles. El subsumir los apetitos “a medida de cada firmante” en beneficio del concepto de “concordia integral” . El tránsito de lo que repudiamos a lo que amamos.

Concretar la síntesis de objetivos básicos que den testimonio de la voluntad de coincidir es un buen síntoma de rescate de un fracasar prolongado. Oportunidad para sumar algunos profesionales de la gambeta permanente, evitando a futuro las cabriolas (Pacto para la Concordia y Paz de la República. Un esquema de 2016, sometido a votación profesional.(*)ingeniosas pero dañinas) para coincidir con lo real, lo sensato y lo evidente. Comprometerse con la integridad sin fragmentarse en detalles que impiden acuerdo, mientras el estadio de revisionismo permanente se aleja de la cordura. Entender que el tan argentino síndrome del rol del primer violín se rinde ante la armonía orquestal necesaria. Evolución, transición en paz, planes acordados de métodos y procesos, son imprescindibles en estos tiempos. La búsqueda pertinaz de la concordia aportará a la gobernabilidad un barniz de sensatez que evita el oxidamiento republicano a manos de la desmesura. La revolución crónica ha probado llevar al caos a los países que así no lo han entendido. Huír de los extremos ya que muy al oriente está occidente y viceversa. Los costos humanos y materiales de nuestros desencuentros generantemor. Citando nuestro excelente filósofo Santiago Kovadloff ”no se puede pasar de lo que repudiamos a lo que amamos sin un duelo, sin una larga y dolorosa transición….”. Increíblemente cierto.

2. Nuestro pasado nos condena.

Argentina que desde 1810 acumula 89 gobiernos centrales y posee 40 partido políticos nacionales y más de 600 distritales, muestra nuestra patológica discapacidad para coincidir. Algo hemos hecho mal en décadas. Mientras fabricamos individuos de altísima calidad en todas las áreas, el individualismo naufraga cuando se trata de lograr que la mayoría empuje para el mismo lado. Un dilatar caótico ha postergado el accionar razonable para corregir lo que la sensatez evidencia. Capaces de negar lo evidente en forma reiterada y sin límites. Erradicar la depresiva resignación del “¡esto es la Argentina!” para justificar el desvío a lo razonable, es fundamental en el proceso de recuperación de la República. Tiempos de estrechar las manos para sostener el gorro frigio. Tal es la necesidad de emerger que el expresidente de España, Felipe González Marques nos confiesa que siente más preocupación por al ánimo de los argentinos que por la crisis. La observación es buenísima: un motivo más para acordar y reducir las incertidumbres de una ciudadanía golpeada por la contingencia desde antaño. .

3. ¿Raices latinas? ¿Estadio deliberativo que se extingue en enumeración de disensos para que “alguien se haga cargo” , poniendo las culpas afuera del yo o del nosotros?

Hoy ante la posibilidad de un acuerdo institucional simple y profundo afloran algunos – por suerte escasos – egos personales entorpeciendo el coincidir ineludible. Nuestras raíces latinas que frecuentemente hacen prevalecer la emoción sobre la razón, no deben entorpecer el proceso. La sutileza de anclarse en las aristas pequeñas para negar el nucleo no es leal. Participantes, medios y los opinantes deberán cuidar el proceso como un frágil cristal. Sin dudas, la ciudadanía perceptiva identificará las alternativas elaboradas más por necesidades parciales de individuos o sectores y que no la representan. Obvio que ya habrá tiempo para los matices, pero hoy los acuerdos básicos han devenido en constituirse en un camino reparador. La duda metódica permanente es campo de la filosofía y resta gobernabilidad. El debate crónico revisionista deviene en esquizofrénico, y ha generado sólo deterioro con algunos espasmos de mejoras temporarias. Invertimos tiempo disintiendo sobre las materias opinables elaborando listados interminables, y la discusión se extiende también a la integridad de la lista sobre quienes deben ser consultados…. imprudentes no asignamos gravedad al proceso cabalgar sobre el disenso. La incapacidad para emitir actos de contrición explícitos y claros, así como los que con su silencio niegan la disculpa generosa y profunda, ( insoslayable para la reconciliación entre los seres humanos) situan a toda la dirigencia actual ante la inmensa responsabilidad de hacerse cargo de las omisiones presentes y pasadas…… de todos. Pasar del proceso de la hemorragia a la coagulación y la cicatrización rápida será habilidad de los que construyan y no obstruyan.

4. Tiempos de ocaso de los egos. Despojarse del yo para apoderarse del nosotros.

Archivar los egos será parte de la solución. Colgarlos en el perchero, cerrar la puerta blindada y tirar la llave al mar. Líderes embarcados en la otredad meditando profundo desde su afuera mirándose el propio ombligo a la distancia.

La República no es patrimonio de nadie y es absolutamente mandatorio “dejar de tirar de la piola”. Ya no se le puede prestar el país para que los aprendices de dirigentes experimenten sus trabajos prácticos con la República. La ciencia no es democrática y sus problemas no se resuelven votando….. la energía nuclear no es algo opinable para los neófitos. La política del presente requiere hacer lugar al futuro. Acordar, coincidir, concertar, pactar, es empezar a soldar la fisura permanente como manera de relacionarnos. Quizás incluír en el decálogo el compromiso de declarar la emergencia nacional para mejorar la alimentación de los argentinos podría ser el estandarte que aglutine, tal como sugiere un especialista.. y luce como posible bandera común para el abanico de 180 grados de ideologías. Cuando el 90 % de substancia sobre la CONCORDIA no se concreta por objeciones no fundamentales sobre el 10 % restante, estamos frente el ocaso de los egos. La República sólo será posible en su faz integral. Ya la urna distinguirá a los que en sus programas políticos proponen cavar trincheras y/o construír puentes para lograr las distintas metas. Los que debemos cambiar conductas somos nosotros, y no la Constitución. Volver a la simpleza de cambiar la madre de leyes para flexibilizarla al gusto de unos pocos será recrear un nuevo fracaso. Por ahora pulgar en el pecho en contrición y no índice culpógeno hacia el resto. Dios ilumine a todos, que AFORTUNADAMENTE deberán ceder para acordar.

 

Sobre el autor

Ignacio González García

Socio de ACDE. Síndico Titular del Grupo Diario La Nación, de IDEA y de La Anónima de la Patagonia.

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