Valores

Familia, empresa y trabajo: la visión de un modelo a seguir

Escrito por Fernán de Elizalde
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En el momento de pensar sobre lo que pensaba escribir y el contenido que tendría, sobre que fundamentaría mis comentarios, me di rápidamente cuenta que yo no era el más indicado para dar alguna opinión ni escribir algunas ideas sobre el tema pues en lo teórico, no soy un conocedor de los autores líderes de opinión y mi experiencia está más basada en la vida misma y en la realidad vivida en estos años donde ciertamente la cuestión la viví muy intensamente y fui evolucionando mi pensamiento con el correr del tiempo y por la experiencia adquirida.

Sin importar en detalle lo vivido y si eso era o no un ejemplo a contar, el resultado me parecía que no era suficiente para escribir con fundamento.

Pero en esa “búsqueda” en mi memoria de algo interesante para no quedar mal y pedir que me dispensen de escribir algo, recordé mi cercanía a la vida del siervo de Dios Enrique Shaw, hoy en avanzado proceso hacía una posible, para mi muy posible, santidad.

El sí que fue un hombre al que se lo puede considerar como un modelo a seguir, quien durante muchos años, desde cuando era un chico, tenía la inquietud respecto de la búsqueda del sentido de su vida que con el tiempo y con una fuerte inclinación a la perfección, esa búsqueda se transformó en la idea de saber que quería Dios que el hiciera en su vida para cumplir con un plan celestial para él.

Por ello recordé que la búsqueda de la vocación de una persona para decidir, si puede, lo que deberá hacer en el resto su vida, en general pasa más por encontrar cuál es su vocación, algún tipo de estudio de carrera universitaria o vocación sacerdotal o vocación artística, pues de algo se debe vivir y para ello hay que tratar de elegir bien en todo sentido.

Por ello es qué recordé al muy querido Fray José Luis Martín Descalzo, el sacerdote español que desde 1966 y por 20 años dirigió la sección «La Iglesia en el mundo de hoy» del diario ABC de Madrid, donde escribió todos los días un artículo,todos muy valiosos en su contenido espiritual y práctico.

Años después de su muerte, sus amigos descubrieron que eran muy valioso los recopilaron en una serie de libros sobre las Razones para……el amor, la esperanza, la alegría, para vivir, etc.

Del uno de ellos, “LAS RAZONES PARA LA ALEGRÍA” recuerdo uno de esos artículos muy especialmente titulado “”La estrella de mi vocación” al que asocié a ese pedido que me hicieron.

En él decía Fray José Luis Martín Descalzo que “si yo tuviera que decir cuál es la mayor de las bienaventuranzas de este mundo señalaría, sin vacilar que la de poder vivir de lo que uno ama”. A continuación añadiría que “una segunda y formidable bienaventuranza, aunque de segunda clase, es la de llegar a amar aquello de lo que uno vive”.

Pero, curiosamente, parece que:

  1. Son pocos los que disfrutan de la primera y
  2. No muchos más los que conquistan la segunda.

Como conclusión la mayoría vive haciendo cosas que no le gustan. Y eso es muy desagradable.

Y mirando la vida desde la experiencia por los anos de una vida semi forzada al no poder desarrollar a pleno su vocación en la vida diaria, no siempre reconocida por uno, seguro que hizo que nuestra vida no fuera la que buscábamos en los inicios cuando estaba todo para definir y por ello nuestro comportamiento tampoco haya sido el correcto y por ello los equilibrios necesarios para que todos vivamos mejor y compartamos los bienes que Dios nos dio no reflejen el mejor de los ejemplos de la Parábola de los talentos.

Y ahora ya con esta mención sobre mis dudas respecto a mis escasos merecimientos para dar una opinión sobre el tema, si haré una breve síntesis de una vida ejemplar, que si supo llegar al final de sus días habiendo cumplido con todo para calificar con el primer grupo que mencionaba Fray Descalzo al mencionar “si yo tuviera que decir cuál es la mayor de las bienaventuranzas de este mundo señalaría, sin vacilar que la de poder vivir de lo que uno ama”.

Recordando algunos momentos de mi vida cuando formaba parte de un grupo que daba charlas en retiros / encuentros a jóvenes estudiantes, en una charla sobre La Familia, yo comenzaba preguntando a los participantes

  • ¿Qué se necesitaba para construir un edificio o un puente?
  • Ídem hacer una operación de corazón
  • Ídem para ser piloto de avión

Y todas las respuestas eran correctas pues me decían para cada una de ellas

  • Ser un ingeniero
  • Ser un cirujano cardiovascular
  • Ser un piloto con cursos y horas de vuelo

Pero cuando les preguntaba que se necesitaba para casarse, tener hijos, educarlos, cuidarlos… la gran mayoría no sabía que curso o seminario cursar… y reconocían que para estas situaciones lo normal era que se “lanzaran a la aventura” solo con algunos consejos en pocos casos de familiares o algún cura cercano…. y no mucho más…Comparemos el mundo que tenemos con estos comentarios y tendremos una rápida respuesta de los motivos sobre cómo estamos.

Por eso la vida de un modelo como Enrique Shaw es en mi visión, la de uno de los modelos a seguir cuando tratamos lo relacionado a la familia, empresa, trabajo y la visión de un modelo a seguir.
Y veamos por qué lo digo, en base a los propios escritos de Enrique Shaw.

En un escrito titulado “Peldaños en el amor a Dios” en 1944, con 23 años, nos dice que:

  • Los peldaños son como puntos de apoyo y guía, para nuestro deseo de perfección pues habiendo sido creados por El por amor, es por medio del amor, que debemos volver a unirnos a Él.
  • La vida es para el hombre,si quiere entender ese llamado vocacional, una misión que Dios nos da y que uno puede realizar si quiere pues tiene libertad. No quiere decir que todos los hombres estén destinados a grandes y famosas empresas ni tampoco es signo de superioridad moral, la cual está en relación entre lo que Dios da y lo que el hombre es capaz de realizar.

Por eso, la base de la vida moral de aquellos a quienes han sido concedidas gracias especialísimas, como la santidad en el caso de Enrique Shaw, debe ser una rigurosa humildad que les recuerde que deben trabajar por Dios y no para conquistarse fama aunque ésta fuera justamente merecida.

La vida de santidad es una vida nada fácil. La base de todo progreso moral son las luchas, los sufrimientos, los sacrificios.

Todos tenemos todos los medios necesarios a través del cónyuge, por medio de Cristo, y de la Trinidad. Sigamos el camino que el Ángel indicó a Tobías: oración humilde, en su sentido más amplio, de cualquier acto destinado a honrar a Dios pero también en el más propio y estricto de la palabra, que a bordo es especialmente necesaria; mortificación y limosna, es decir, actos espirituales o materiales de amor al prójimo y de este modo y dando gracias a Dios por todo lo que le debemos, abandonémonos enteramente y con alegría a su amorosa Voluntad.

Para llegar al estado de perfección en la santidad hay que

  1. Imitar a Jesucristo, Nuestro Señor,
  2. Estar siempre alegre uno mismo,
  3. Irradiar el mensaje evangélico,
  4. Huir de las ocasiones próximas de pecado
  5. Dar buen ejemplo, estimulando las obras cristianas y los ejercicios de piedad, sobre todo en la propia familia.
  6. Vivir en paz y concordia con el prójimo y hacer lo posible para apaciguar las discordias.

Si vemos en el libro “La espiritualidad de un padre de familia, empresario y cristiano ejemplar – Notas y apuntes personales”que fueron recopilados por uno de sus yernos, Adolfo Critto, veremos sus pensamientos, reflexiones, y conversaciones consigo mismo, con Dios y con los demás.

Son los mismos temas, la misma dirección, los mismos principios, en esas dos grandes etapas de su vida: la de la búsqueda y la de la progresiva aproximación a la plenitud para ser que avalan aún más lo que digo. Enrique se esforzaba por hacer todo bien, según la búsqueda de su santidad que Dios le encomendó e inspiró. Quiso ser coherente con esa misión hasta las últimas consecuencias.

Enrique aplicó el amor al prójimo en la familia, la empresa y el apostolado, siguiendo los pasos de Jesús:

  • No ser taciturno, sino tratar a los demás «con acogedora dulzura». Debo ser como los demás necesitan que yo sea.
  • Tener una cara más simpática porque es apostólicamente necesario.
  • Debo ser como los demás necesitan que yo sea.
  • Sonrisa: ¡Hace tanta falta en el mundo de hoy! Ser cordial, ameno y amable.
  • Humanidad, comprensión, amabilidad, buen modo, no lastimar ni humillar, tratar bien a los demás, con benignidad, cordialidad, mansedumbre, serenidad, confianza, dulzura, simpatía, sonrisa, paciencia, entusiasmo, amistad, compasión, generosidad, comprensión, perdón y misericordia, son expresiones del amor, que es desear y hacer el bien al otro, con benevolencia. Por eso elige seguir ese camino y no el del enojo, la cólera o el rezongo.
  • Tengo que escuchar más, estar atento, tener un minuto de desapego a uno mismo, hablar de lo que interesa a los demás.
  • Mis defectos: haber sido seco y tener mal carácter. Tenía mucho que hacer. Como era muy exigente, antes exigía por igual a los demás igual que a mí mismo.

Y respecto de la relación con la familia Enrique decía,

Enrique vivía la familia como «una escuela de caridad e instrumento de amor”, que florece con la «oración en común» y continúa en el cielo, en unión con el cónyuge y los hijos, frutos del amor.

En la familia desarrollaba la relación con Dios y la formación de hábitos cristianos comprendidos como caminos de santidad y consagrados por un sacramento de la Iglesia.

  • «Un matrimonio es feliz cuando cada uno de los cónyuges se propone no ser feliz él, sino hacer feliz al otro».
  • No se toma una esposa, se da uno a ella.
  • Para el hombre amar es preferir, para la mujer amar es no comparar.
  • “Casarse es no pertenecer más a sí mismo”
  • El auténtico amor recibe al ser humano no como un Dios sino como un don de Dios en el cual Dios está contenido. Jamás lo confunde con Dios, pero nunca lo separa de Dios.
  • ¿Cómo puede secarse el amor de los esposos, si han sido creados y unidos para darse a Dios uno a otro?
  • La vida convivida por dos florece, se hace infinita. Es una oración en común.
  • Hay que expresarse en un amor mutuo. No basta darlo por supuesto.
  • El crecimiento del amor no es automático. Hay que recrearlo.

Y respecto de la relación con sus hijos, la alegría de la familia

Enrique veía en sus hijos un testimonio de amor, el anticipo de la comunión en el cielo. Por eso la familia debía ser una escuela de alegría, amor y servicio para los hijos y nos decía:

  • Hablando de tener más chicos decía: «Habrá más alegría en la familia”.
  • El educando tiene que sentir que es querido, tiene que tener fe en el educador.
  • Qué necesario es que nuestros hijos tengan ideas de “servicio» de esfuerzo, de sacrificio. Habrá que ir acostumbrándolos lo antes posible.

Resumen

Sus prioridades eran la familia, la felicidad de sus colaboradores y su trabajo. No es sencillo buscar y llegar a encontrar el sutil equilibrio para mostrarse siempre bien en las vivencias entre la Familia y Empresa pero el modelo de Enrique Shaw nos propone, en base a los ejemplos que mencioné, una serie de conceptos e ideas que debemos, al menos en algunos casos, tratar de imitar para que la relación sea tan correcta como él decía que debía ser y que él hacía perfectamente. No se entendía como hacía tantas cosas, todas bien, con tan poco tiempo. Estaba siempre en todo generosamente.

El saber cómo cambiar permanentemente el carácter, adaptándose, para no transferir problemas a los demás y poder mostrarse ante los diferentes casos de esa relación entre la familia y la empresa era uno de sus dones habituales.

¿Cómo se explica que pocos se dieran cuente de su enfermedad mortal? ¿El sufrimiento de los dolores que ofrecía en silencio?

Y si alguna vez reaccionó mal pidió perdón.

Quizás se pueda decir que es una vara muy alta para imitar. Pero el que se anime, que trate de seguirlo. No se equivocará.

Si estamos llamados a transitar por un camino de santidad,imitando a Cristo en base a un modelo, yo, ahora si desde mi conocimiento pleno e íntimo de lo que era este Hombre de Dios, les recomiendo que tratemos de imitar a Enrique Shaw lo más posible o que o hagamos lo más que podamos en ese camino.

Sobre el autor

Fernán de Elizalde

Vice Postulador Causa de Canonización del Siervo de Dios Enrique Shaw. Es Licenciado en Administración de Empresas y Socio de Impulsar S.A.

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