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La humildad y la vocación de servicio: la actitud del líder del Siglo XXI

Escrito por Enrique del Carril
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Los líderes ya no son lo que eran. Ahora son mejores. Y eso porque hoy deben incorporar virtudes adicionales para afianzarse como guías y administradores de equipos. Así lo entiende Alejandro Melamed, conferencista reconocido internacionalmente, consultor y referente en temas de innovación disruptiva en Capital Humano, el futuro del trabajo, cultura, talento y liderazgo.

Director General de Humanize Consulting, es Contador Público y Doctor en Ciencias Económicas, realizó programas de especialización en Singularity University, Michigan University, Universidad Hebrea de Jerusalem y MIT Lab, entre otras. Además, es docente en la Universidad de Buenos Aires, Salamanca, San Andrés y Di Tella y autor de varios libros, entre ellos ‘Diseña tu cambio – Estrategias para reinventar tu vida profesional’, que se publicó este mes.

En diálogo con Empresa, la revista digital de ACDE, Melamed explica cómo la humildad se concilia con la visión clásica de un líder empresario, antaño más relacionada con su capacidad de mando, su aptitud para tomar decisiones aun en soledad y otros atributos.

 

¿De qué se trata este cambio de paradigma?

El cambio de paradigma fundamentalmente está relacionando con que antes y hasta hace mucho tiempo, hablaban de la distancia que había entre quienes conducían y los que ejecutaban. Había una especie de brecha que se traducía en algunas acciones e interrupciones donde parecería ser que las personas que estaba al mando de la organización tenía a su servicio todo el resto su gente.

¿Qué pasa ahora?

La tendencia actual tiene que ver con quién está al servicio de quién. De alguna manera, la persona que lidera es la que presta servicio a todos sus colaboradores y es la persona que habilita los mecanismos necesarios para que los equipos puedan liberar su potencial al máximo.

¿Y cómo ingresa aquí la humildad?

La humildad, en este sentido, es una actitud. Finalmente, lo que se denomina liderazgo del servicio, el estar al servicio de…. La humildad está vista como es una manera de acercarse, de tender puentes, de acortar distancias, una forma de interactuar con los otros donde lo que vale son las ideas más creativas, donde quien lidera tiene más autoridad que poder. Y la diferencia entre ellas, es que el poder es algo que está dado de arriba a hacia abajo, es algo que tiene que ver con la jerarquía. En cambio, la autoridad, es el respeto que los otros tienen hacia uno, en función de las competencias, capacidades y habilidad. De alguna manera, mostrarnos humanos, vulnerables, mostrarnos personas nos hace mucho más sencillos, simples y mucho más cercanas a aquellos con los cuales nosotros desarrollamos las actividades.

¿Consideras que las nuevas tecnologías tienen alguna incidencia en la necesidad de tener en cuenta la humildad como atributo de un buen líder empresario?

Las nuevas tecnologías y las nuevas generaciones son los habilitadores para que esto sea una realidad. Los jóvenes están a un “click” de distancia de todo. Nacieron, se formaron y se criaron de esta manera. Tienen incorporada esta lógica a su tarea cotidiana. Es por esto que ya no es un aspiracional, sino que es un requerimiento del trabajo. Esto se ve en diferentes aristas y es algo que muchas veces no se termina de incorporar en aquellas personas que fueron formadas de una manera distinta.

¿Podría dar un ejemplo?

Para ponerlo en términos prácticos, podemos pensar que el docente muchas veces marcaba, desde edad muy temprana, esta distancia entre su función y la de los aprehendientes. Cada vez más, hoy se ve como el maestro en realidad es un habilitador del proceso del aprendizaje del alumno y nuevamente, si se encuentra en una actitud de soberbia de creerse que esta por sobre el alumno, no va a llegar a ningún lugar y no va a lograr es impactar en el proceso del aprendizaje del alumno.

¿Qué relación vez entre la humildad y la capacidad de delegar y formar a quienes el líder tiene a su cargo?

La humildad implica escuchar todas las campanas previas antes de tomar la decisión. Ser humilde implica que por más que tome la decisión yo no tengo porque destruir a la persona o impactar en la autoestima de las personas, sino que tomo decisiones en función de hechos y no de las personas. La humildad tiene que ver con eso de distinguir las personas de los hechos. Lo que hacen los directivos en las organizaciones es justamente decidir sobre hechos concretos y no juzgar a las personas. Aquel que se creé que está juzgando a la persona o tiene el poder de juzgar a la persona, lo único que hace es ponerse en un lugar de no-humildad.

En muchas oportunidades, para el bien de la empresa, el líder debe tomar decisiones difíciles y hasta dolorosas para el personal a su cargo, ¿cómo juega la humildad en estos casos?

La humildad no implica eludir las decisiones difíciles o complejas que debe tomar. La humildad no se contradice con eso.  Muchas veces el rol de líder de aquel que tiene que estar en el lugar de decisión implica, impactar de la manera apropiada en el momento adecuado u oportuno. En ese sentido, gran parte de la responsabilidad que tienen los líderes es saber tomar las decisiones difíciles que muchas veces es lo que eluden aquellos que tienen ese rol en las organizaciones.

Reconocer los errores propios parece debilitarnos frente a los demás. En general se sostiene que reconocer errores nos resta autoridad ¿Son ciertas estas afirmaciones’, ¿Cómo juega la humildad en este aspecto?

Pensemos un segundo en lo que sucede en la política. Creo que parte de la responsabilidad que tiene los políticos, es tener cercanía, entender que, como decía un libro de Carlos Altschul, “estamos de paso”, en cualquier tipo de organización, sea publica, privada o una ONG, el rol que asumimos no nos brinda una atribución de hacer lo que queramos con cualquiera. La humildad implica esa capacidad de nunca creernos el rol que tenemos. Saber que somos humanos, saber que siempre podemos cometer errores. Una claves es saber pedir perdón, permiso, saber agradecer y saber compartir los resultado positivos y saber apropiarse de los errores propios.

Si pasamos de la vida empresaria a la política general crees que la humildad es una virtud que también debemos pedirles a nuestros gobernantes y, si esto fuera así, ¿consideras que la humildad suma o resta a la hora de conservar el poder mediante el voto ciudadano?

Desde mi punto de vista, para los gobernantes, les suma muchísimo la humildad para conquistar votos. Pero una humildad autentica. Yo creo que no se cree, cuando la humildad es actuada o banalizada. Me parece que tenemos que creer en esto. Fundamentalmente creo que el riesgo o la consecuencias negativas que tiene, tanto para funcionales públicos como dirigentes de empresas, es no se humildes, no escuchar otras voces; es creernos que el éxito va a durar para siempre; es el pensar que somos los poseedores de toda la verdad. Es pensar que ese poder que nos fue otorgado en ese momento también nos brinda autoridad. Es considerar que solamente aquel que está en el lugar de mando es el que tiene la verdad revelada. Y uno de los temas que más se están discutiendo hoy, es como podemos hacer para generar modelos de liderazgo, modelos de conducción, que sean más participativos, más flexibles, mucho más dinámicos, mucho más ágiles. La humildad es un camino a entender. Que todos los que trabajamos, independientemente en el lugar donde estemos, somos básicamente personas que hoy ocupamos ese rol, pero que tranquilamente, como la mesa es circular, mañana podremos estar en otro lugar.

Si hablamos de la humildad, a nuestro juicio algo debemos decir de su contrario: la soberbia ¿Podrías marcarnos algunas consecuencias que este vicio puede traer aparejado en el rendimiento de la empresa?

El respeto es la base del proceso de vinculación y relacionamiento de las personas. Lo que tenemos que hacer es nunca olvidarnos que somos humanos y, como somos humanos, tenemos que escuchar mucho a los otros, tratar de decir lo que tenemos que decir en el momento oportuno y, fundamentalmente, recibir la mayor cantidad y diversidad de opiniones posibles para generar soluciones superadoras.

 

Con la colaboración de Pedro Ylarri.

Sobre el autor

Enrique del Carril

Abogado. Ex director de la revista EMPRESA. Fue presidente del Colegio de Abogados de la CABA entre el 2006 y el 2010. Socio fundador del Foro de Estudios sobre Administración de Justicia (FORES).

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