Valores

La ideología de género y sus consecuencias económicas y empresariales

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En la actualidad estamos siendo bombardeados por ideas muy diferentes a las que no estamos acostumbrados y no sabemos si son correctas o si son consecuencia del devenir de la modernidad.

Esas ideas que, como todas, tienen la fuerza de ir cambiando la cultura y las costumbres de nuestra sociedad, hasta nos influye en nuestras propias familias, no pudiendo discernir bien como fue el proceso tan rápido de este cambio. Sería imposible no considerar también, que tales cambios no influirán en la economía y en las relaciones laborales.

Soy un convencido que el axioma “no hay efecto sin una causa” es verdadero y que esta transformación de la sociedad obedece a diferentes causas de la cuales hablaremos de algunas en las próximas líneas. Analizando la situación,  ¿podemos concluir que algunas cosas cambien con el tiempo y otras se mantengan inalterables?

En otras palabras:

¿Existe un orden natural de las cosas?

Tanto en los aspectos físicos, químicos, biológicos y humanos vemos una regularidad que rige todos estos fenómenos.

Algunas las descubrimos por nuestra razón y otras son relativas a la esencia o naturaleza del hombre. Son para todos los seres humanos y no cambian.

Así, por ejemplo, vemos al universo como existe un orden natural de los planetas, estrellas, etc. y su comportamiento ordenado que se fué descubriendo a través de los siglos. También, por ejemplo, lo vemos en la vegetación y en los animales. Los perales irremediablemente producen peras y no manzanas. Las vacas tienen cuatro patas, cola y sirven de vientres para generar terneros, y cuando vemos que ese animal nace sin una pata decimos que es anormal. Que no es natural que sea así.

En el ser humano nos ocurre lo mismo. El querer conservar la vida, protegerla contra todo riesgo, usar de los bienes materiales, vivir en sociedad, formar una familia forma parte de estas tendencias naturales fundamentales que brotan de nuestro ser.

El ser humano tiene tres inclinaciones fundamentales:

  • Conservación de su existencia
  • Propagación de la vida humana
  • Perfección humana, intelectual y moral

En este sentido podemos observar que la condición de hombre y mujer fueron creados así por la propia naturaleza. La diferencia no es solo en su aspecto físico, sino en lo que hace a toda la persona, en su aspecto intelectivo y espiritual. Hay una unidad de cuerpo y espíritu gravada en toda la persona.

Biológicamente el ser humano nace varón o mujer y su distintivo tiene su origen desde el momento mismo de la concepción del ser. La educación y la cultura obrarán después, apoyando o contrariando este dato inicial.

Esta condición de ambos los hace diferentes y complementarios en toda su persona tanto física como psíquica y espiritual. Eso es lo grandioso de la creación.

La felicidad y plenitud de ambos es el amor y en ese camino de atracción a unirse y formar una comunidad es lo que llamamos el fin unitivo. Pero también nace de esta relación otra consecuencia que es el fin procreativo: los hijos. No hay duda que en el amor verdadero los hijos forman una parte vital en la relación y también en la sociedad.

La sexualidad es una consecuencia de esta entrega en el amor y forma parte de los dos fines que hablamos. El gran problema hoy es la desvinculación entre la sexualidad y la vida. Se ha transformado en una autosatisfacción para ambos, sin pensar que forma parte de una relación donde cada uno busca la plenitud del otro con un proyecto de vida en común.

El bien de los conyugues y la educación de los hijos requiere de un compromiso serio entre ambos,  duradero en el tiempo, necesario para alcanzar su desarrollo. Así es la naturaleza. El matrimonio es el mejor marco para el cumplimiento de los fines unitivo y procreativo.

Del matrimonio y la familia, obviamente por naturaleza heterosexual, nacen los futuros ciudadanos con todas las virtudes y defectos que hayan tenido en su educación. Todas las virtudes y valores que posean serán transmitidos en su vida laboral y ciudadana. Serán el futuro de nuestra cultura y de nuestra patria.

Tan importante es la institución que SS Juan Pablo II al finalizar la encíclica sobre la familia escribió

“el futuro de la humanidad se fragua en la familia”.

Esta célula básica de la comunidad está siendo atacada ferozmente con fines ideológicos, políticos y económicos.

Por un lado la llamada “ideología de género” que no se trata de un nuevo término sino una nueva visión del mundo. Significa una transformación de la familia, la educación y la religión provocando un apartamiento de la naturaleza del ser humano. Solo podrá triunfar si se la impone totalitariamente como sucede en la actualidad.

Para esta concepción no existe el varón o mujer por naturaleza, sino que la sociedad lo construye. Nuestro cuerpo no tiene relevancia. Los comportamientos de varón y mujer vienen determinados por la cultura. Cada uno puede inventarse sexualmente.

Según afirman, el género es una construcción cultural que otorga al hombre una posición superior en la sociedad y a la mujer una inferior, “el patriarcado”.

Sintetizando esta perversa concepción, diremos que tuvo su impulso y difusión a partir de la Conferencia mundial de la mujer en Pekin en 1995 y apoyada por organismos internacionales de gran solidez económica como Las Naciones Unidas, la institución para la planificación internacional llamada IPPF, fundación Rockefeller, fundación Ford, etc.

La consecuencia del tipo de familia que podría derivarse de esta concepción la podemos imaginar. Justamente el debate del aborto en la Argentina está siendo promocionada por los agentes de esta posición.

 

Por otro lado existe un movimiento llamado “eugenésico” o de teorías “neomalthusianas” de tinte individualista, que promueve el control de la población, principalmente en los países mas pobres.

Aparece con toda su magnitud el proyecto de poder global del nuevo orden mundial en la Conferencia internacional sobre población realizada en El Cairo en Abril de 1994. Se proyecta allí una nueva cultura de la vida.

Allí se produjo el enfrentamiento entre dos concepciones deferentes de la familia y la sociedad de los cuales dependerá el futuro de la humanidad: por un lado la concepción que toma como criterio supremo “la libertad de elección” del individuo al que se le debe garantizar cualquier medio para satisfacer sus necesidades y por el otro la concepción de la sacralidad de la vida humana, que es ante todo un don, y es responsabilidad de la pareja en la transmisión de la vida.

La batalla se encendió al tratar el aborto, la familia, los métodos de planificación familiar, la promoción de la mujer y la educación de los adolescentes. Esta ideología rechaza el concepto de familia fundada en el matrimonio y del acto sexual dentro del amor conyugal.

Los argumentos fueron, entre otros, que la población excesiva es responsable del agotamiento de los recursos y de la contaminación ambiental.

Nada mas equivocado.

Los mismos fueron fácilmente rebatibles por los científicos que desecharon que la tierra tuviera población excesiva. Nada mas nos basta dividir la población total con la cantidad de tierra habitable y nos sorprenderemos lo que sobra de territorio. La ecuación superpoblación = pobreza no esta demostrada. Hay muchos países de Europa que tienen mayor densidad poblacional que países de Africa y son potencias económicas.

Además, históricamente, la población no se incrementó por la elevada cantidad de nacimientos sino porque subió la edad de la esperanza de vida al nacer por los medicamentos y a las mejores condiciones de vida.  Naturalmente, a partir de allí, hubiera descendido la tasa de natalidad en forma equilibrada, conservando la pirámide poblacional su forma normal. Pero no fue así por las políticas tan agresivas de control de la natalidad.

Respecto al argumento de falta de recursos podemos decir que los mismos no son fijos y son sustituibles. Los recursos no los define la naturaleza, sino la tecnología humana que convierte en aprovechable un determinado componente de la naturaleza.

Por último la contaminación ambiental no lo provoca la cantidad de población sino al uso de tecnología contaminante, a la cual hay que erradicar.

Organismos internacionales como por ejemplo, el banco mundial, las naciones unidas, etc., financian la promoción de estas teorías sabiendo que el apoyo viene de los EEUU con su doctrina de la seguridad Nacional (demográfica). Un ejemplo de ello es el informe presentado por Henry Kissinger sobre política demográfica el 10/12/1974 que se llamó “National Security Study Memorandum 200…. Que ahora es de público conocimiento y cuya política continuó hasta la actualidad.

 

Consecuencias de la batalla contra la familia y la vida

Las consecuencias son muchas y generan serios peligros para el futuro de las naciones.

Las raíces de estas dos ideologías: la del feminismo de género de origen socialista y las teorías individualistas se dan la mano para destruir las columnas básicas de la sociedad que son: la religión, la familia natural y nuestra patria.

A nivel económico las teorías eugenésicas y de ideología de género están generando una alarmante disminución de los nacimientos, produciendo un envejecimiento poblacional principalmente en los países industrializados. La relación población activa que trabaja esta cambiando respecto a la pasiva que es jubilada. Hay muchos países que están padeciendo este problema como: japón, Alemania, Inglaterra, Francia y podríamos nombrar muchos más.

Esto trae aparejado la necesidad inminente de reforma de los sistemas jubilatorios dado el déficit que estos producen. A nivel político la solidaridad entre las generaciones podrá producir enfrentamientos por la distribución de los ingresos.

Otro aspecto del asunto es la importante misión de la familia en la formación de su descendencia. La educación en el amor ayuda a formar a los hijos con todas las virtudes necesarias para su futuro laboral y empresarial, y así transmitirlo al resto de la sociedad. Los que hemos estado en la educación sabemos los problemas de aprendizaje de los jóvenes provenientes de familias destruidas o no constituidas naturalmente.

El individualismo y la transgresión de la propia naturaleza que promocionan estas falsas doctrinas no ayudarán en la formación de empresarios y empleados en el amor y solidaridad a la vocación  que nos ha dejado el Sr. Enrique Shaw.

Sobre el autor

Lucio González Bonorino

Lucio González Bonorino es Contador Público (Universidad de Buenos Aires). Coautor del libro Los impuestos del campo “en criollo”. Socio fundador del Estudio Santiago Sáenz Valiente & Asociados.

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