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Pre requisitos para avanzar en un proceso de inclusión social y laboral

Imagen: Pixabay
Escrito por Juan Vaquer
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Nuestra sociedad ha sufrido una profunda transformación en la base de sus prácticas sociales esenciales. Las formas tradicionales de generación y distribución del ingreso han variado dramáticamente, generando una fragmentación sustancialmente distinta a la conocida durante más de cien años.

Entre otros factores, el proceso de concentración de la riqueza ha debilitado una clase media que durante años supo motorizar una sociedad más equitativa en cuanto a niveles de ingreso, en el marco de una mayor igualdad de oportunidades.

Simultáneamente, por dinámica social y por elección de la mayoría de los actores sociales, se abandonaron los hábitos propios de la sociedad orientada a la producción y se generalizaron los de la sociedad del consumo.

Décadas de políticas erradas han arrojado a millones de compatriotas al desempleo y a la pobreza mientras se fue construyendo una sociedad en la que abundan los privilegios, con un Estado débil sometido a las más diversas capturas y una dirigencia que ignora tercamente los caminos que conducen al bien común.

Es en este escenario en el que se forjó la emergencia social que hoy vivimos y en el que se multiplican las voces de quienes vinculan al mundo empresario con el “modelo de acumulación de riqueza”.

 

Con 67 años de trayectoria, desde ACDE queremos plantear que para poder solucionar el tema de la inclusión social y laboral en la Argentina resulta indispensable que tengamos un entramado de empresas fuerte, sustentable y sólido. 

Sabemos que eso solo no es la solución. Sin duda, el problema es más profundo y multicausal. Necesitamos reformas institucionales profundas, políticas sociales coherentes, estrategias de crecimiento, inversiones y mercados eficientes.

Y necesitamos también aceptar que la realidad no es producto de los comportamientos de un grupo corrupto, sino de un sistema de relaciones del que pocos se han beneficiado y con el que muchos se han perjudicado.

Sin duda el debate conceptual sobre estos lineamientos puede tener matices en distintos aspectos, pero lo que no resiste matices es la realidad de que sin empresas que generen valor, riqueza y empleo, se hace imposible abordar el tema de la inclusión social y laboral. 

Es importante que nos preguntemos por qué hoy no tenemos ese entramado de empresas.

Recogemos el caso paradigmático de ese dueño de una fábrica de muebles del conurbano bonaerense–empresa familiar de segunda generación- que hace unas semanas llegó a decir: “¡hasta acá llegué, cierro, no puedo más!”.

Seguramente la prensa recogerá la dramática situación de los ocho desocupados, pero nadie prestará atención, ni pondrá en valor el esfuerzo realizado por ese empresario.

Le estamos pidiendo a nuestros empresarios actitudes heroicas y ningún sistema es sustentable si está basado en el heroísmo. Estas actitudes pueden aparecer en situaciones muy especiales como un cataclismo o una emergencia grave. Pero pretender un sistema sustentable basado en el heroísmo es imposible. Muchos de nuestros empresarios nobles que están tratando, día a día, de construir valor mejorando su competitividad, están asfixiados por el contexto impositivo, burocrático y laboral. De allí que resulte indispensable generar las condiciones para que las empresas puedan ser sustentables.

No faltará quien señale la solución más fácil: “esos ocho empleados pueden tomar la empresa, crear una cooperativa y seguir adelante”. La experiencia ha demostrado hasta el hartazgo que esa solución fracasa en un plazo muy corto.

Por eso, desde ACDE levantamos nuestra voz para advertir que necesitamos consolidar los emprendimientos empresarios, facilitando su desarrollo y evitando escollos que hagan aún más difícil la situación. Sin empresas no hay empleo. Y si seguimos cargando demasiado peso sobre los hombros de la mayoría de los empresarios, no será posible alcanzar un entramado de empresas como el que el país necesita. 

Ese entramado debe estar constituido por buenas empresas, no por cualquier empresa. Con frecuencia se señala que hay empresarios que se han beneficiado con contratos alcanzados fraudulentamente con el Estado.

Esos no son los empresarios que necesitamos. Necesitamos empresas buenas basadas en valores cristianos. Es ese el tipo de empresas que merecen apoyo. Y es ese el entramado empresario a fortalecer y a ampliar. Pero no vamos a poder fortalecerlo ni ampliarlo si no acordamos ciertas condiciones básicas de funcionamiento.

El Encuentro Anual de ACDE del año pasado hizo foco en el diálogo. Y el de este año apuntó a la búsqueda de consensos. Tenemos que conseguir –a través del diálogo- los consensos básicos porque si no nos ponemos de acuerdo en temas fundamentales ningún programa es viable ni sustentable.

Las referencias que hacemos a estos consensos básicos no empiezan ni terminan en acuerdos de precios y salarios por 6 meses. Ese tipo de acuerdos pueden ser útiles, pero tenemos que empezar a ponernos de acuerdo en las cosas esenciales: ¿vamos o no a respetar nuestra Constitución?, ¿estamos de acuerdo en que tenemos que tener una moneda?, ¿en no gastar más de lo que tenemos?, ¿en que es necesario respetar la propiedad privada?, ¿Vamos a fijar reglas de juego claras y permanentes?, ¿Vamos a sostener una Justicia independiente?

El inventario de temas para acordar no es escueto, pero más que la cantidad de acuerdos a lograr nos preocupa que exista un verdadero compromiso de todas las partes en respetar lo pactado.

Vivimos una coyuntura política especial. Pronto vamos a tener un nuevo Gobierno. Y resulta propicio el momento para convocar sinceramente a todos los actores de este país y sentarlos alrededor de una mesa. 

Desde ACDE alentamos con entusiasmo este tipo de encuentro, pero siempre y cuando cada una de las partes se incorpore pensando más en cuáles son los deberes de cada uno, que en los derechos que pudieran corresponderle, y que–alcanzado el acuerdo- desde la política haya un compromiso sincero y profundo de hacer cumplir aquello que se acuerde dentro de la mesa de consenso.

Sin empresas sólidas que generen trabajo, que generen dignidad y riqueza y sin un acuerdo entre todos, difícilmente vamos a poder revertir esto. Tenemos esperanza. Creemos que lo podemos hacer. Creemos que la situación es suficientemente difícil como para que nos genere la energía para dar ese paso tan importante. Y si lo damos, este país puede realmente salir adelante muy rápido. 

Esperamos que este seminario nos permita reflexionar y empezar a construir ese tipo de acuerdos que tanto necesitamos para solucionar el tema de la pobreza.”

 

Exposición de Juan Vaquer, Presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, en el encuentro desarrollado en el Auditorio Santa Cecilia de la Universidad Católica Argentina durante el seminario “Inclusión social y laboral en la Argentina: hacia una agenda renovada de política social para la superación de la pobreza”.

Sobre el autor

Juan Vaquer

Abogado (UBA) con una Maestría en Derecho Internacional y Comparado en la Universidad Metodista del Sur (Dallas, EE.UU). Se retiró en 2019 como Presidente de Dupont para América Latina.Expresidente del Directorio de AmCham Argentina y de ACDE entre 2016 y 2020.

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