Valores

Presentación del libro ‘María y comunidad de vida’

Escrito por Pedro Luis Barcia

Texto de Pedro Barcia que utilizó en la presentación del libro de Sara Shaw de Critto, «María y comunidad de vida. Recopilación de pensamientos de Enrique E. Shaw», el miércoles 28 de agosto pasado.

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Esta mesa está integrada por cuatro señores, pero “brilla por su ausencia”, diría Tácito, quien debería estar aquí con más derecho que nosotros, la ordenadora y editora de esta obra que hoy presentamos: Sara Shaw de Critto. Esta obra es fruto logrado de una tarea de su ejemplar fidelidad filial. Sara ha trabajado asistiendo y colaborando, en la medida de sus alcances, en todos los niveles e instancias del proceso de canonización del Siervo de Dios, Enrique Shaw, su padre.

Los escritos en las causas de santificación suelen ser espadas de doble filo. Cuando trabajé en el informe sintético final en la causa de la Hermana María Ludovica, no tenía ella prácticamente escritos, era ágrafa, lo que alivió la tarea del examen de contenidos. En el caso del cura Brochero, demoraron la causa por objeciones a expresiones y voces demasiado “familiares” propias del uso del habla cotidiana argentina y que, en cartas del santo, afectaban, supuestamente, el decoro de lo escrito. Esto debió allanarse, antes de proseguir con la compulsa de los trabajos.

La presente obrita viene a integrar el conjunto de escritos ya editados de Enrique Shaw. Sus escritos son de dos especies básicas, diríamos, públicos y privados. Los públicos, los textos las conferencias que, por su índole, tienen gestos apelativos al público al que se dirigen,[2] y que no alcanzan las 200 páginas. Y los escritos privados, lo constituyen las reflexiones anotadas en las “morochas”, como se las llama en Marina a las libretitas con tapa de hule negro, que él, desde su época de marino, se habituó a usar [3]. En ellas abundan las anotaciones breves, escuetas, cifradas, pero su índole no es de la especie de los “avisos espirituales” como, p. ej. se da en san Juan de la Cruz, en santa Teresa, o para venir a lo contemporáneo, en Camino o Surco, de san Josemaría, donde prima la actitud apelativa y la intención perlocutiva de provocar reacción en el destinatario. No, los escritos que no son conferencias de Shaw son apuntes y reflexiones para su propia meditación y como formas de exposición para clarificarse los conceptos. Por veces, son frases escuetas y en otras ocasiones, explicita una frase inicial breve con su comentario ampliatorio, al que aporca textos bíblicos o de escritores contemporáneos sobre el tema. Pero siempre enderezados a su propio provecho espiritual.

No conocí personalmente a Shaw, sino a través de sus páginas inicialmente de los escritos citados, con mucha oportunidad, en la obra de Romero Carranza: Enrique Shaw y sus circunstancias. [4] Nunca mejor situado el vocablo “circunstancias”, con sus connotaciones orteguianas, para referirse a nuestro hombre: él se santificó en medio de sus realidades cotidianas, -familia, Marina, empresa-, inserto en cada uno de los contextos en que animaba su vida de varón virtuoso.

En sus conferencias, hace pie en textos evangélicos para su desarrollo y los proyecta sobre la realidad con acierto. Por ejemplo, en Eucaristia y vida empresarial, 1960- conferencia pronunciada en el Congreso Eucarístico Nacional de Córdoba en 1959- en esencia, es la aplicación a la vida cotidiana de las bienaventuranzas del sermón del Monte. Frente a la despersonalización y el aislamiento del hombre contemporáneo, propone: personalismo y solidaridad. En La misión de los dirigentes de empresa, analiza las responsabilidades de los empresarios a partir de parábolas evangélicas.

“Convergen en la empresa todas las clases de la sociedad para unirse en la común condición del trabajador y ser una comunidad de vida”. Y con ello roza el tema de la nueva obra. La empresa es una suerte de comunidad de vida celular, como lo es la familia, y lo es toda sociedad humana. Y sintetiza: “Hacer lo eterno con lo temporal, servir a Dios sirviendo a los hombres en el terreno económico, santificar a través de la profesión y santificarnos a través de esa profesión.”

En…Y dominad la tierra, siguiendo el mandato bíblico, despliega el concepto cristiano del desarrollo, pero no con teorías especulativas, sino, como siempre lo hace, con ideas operativas realistas, no teoréticas. En esta disertación de 1960, alza una frase vibrante en sus exclamativos, que revela la propia experiencia padecida en su campo de acción: “¡Qué soledad la del dirigente cristiano de empresa!”.

Este que hoy presentamos es un librito. Este diminutivo es de doble faz semántica, por un lado se refiere al tamaño físico de la obra; y en segundo lugar, a la expresión afectiva al designarlo. Así se lo llama gramaticalmente, “diminutivo afectivo”. Los humanos empequeñecemos verbalmente lo que queremos.

Es un libro bolsillable, diría Ortega, que cabe en el bolsillo y por lo tanto se transforma en un vademécum, “lo que va conmigo”, lo fácil de portar. Y que nos permite que nos sea compañía en cualquier sitio de espera.

Ha sido un acierto de Sara el elegir esta dimensión de la obra. Cumple el ideal lector: In angullo cum libello, en un ángulo, apartado del mundanal ruido, y sentado en un buen sillón, con un librito en la mano, comenzamos ese diálogo tácito pero hondo que es la lectura meditada.

Pero no todo librito es amable. Tenemos el caso del Kempis, por ejemplo, en mi entender no siempre recomendable para cualquier estado espiritual. No es para todos la bota de potro, dice el criollo, ni los libros para alimentar la espiritualidad son comunes para todos los cristianos. En esto hay que dosificar según el organismo anímico. No se puede recetar al voleo universal: hay remedios y doctores varios.

De allí la torpeza de aquel clérigo que le aconsejó a Victoria Ocampo, en momentos de transición espiritual, la lectura del Kempis. Menos mal que ella equilibró sus lecturas con la frecuentación de textos de Claudel. Imagínese usted a Chesterton con el Kempis en la mano…

Este librito de Shaw es grato de leer. No se trata de un estudio mariano, ni un tratado mariológico; no quiere ser un libro especulativo teológico. No. Estamos frente a una obrita nada pretenciosa que registra las meditaciones y reflexiones del autor en torno a la persona de la Virgen y su papel. Que va respaldando con textos evangélicos, veterotestamentarios y de autores contemporáneos. Son apuntes que no llegó a revisar, coordinar, completar. Son granos de trigo a los que faltó llevarlos hasta el pan.

La pregunta es si vale la pena dar a publicidad este material. Estimo que sí. Nada debe desestimarse de la mesa de un varón virtuoso. Todo debe recogerse, porque no sabemos qué relación pueden tener, a la distancia, en el sistema total de vida y obra del autor. Mi madre diría: “Con migas de pan hago un budín”, y lo hacía,

La lectura de sus escritos me da la impresión de que todo en él parte de la aceptación de la realidad del mundo y sus creaturas. Pudo empezar cada día de su vida como el poema de Claudel que se inicia, con un AMÉN, a la inversa de todas las oraciones, que concluyen con ese vocablo. Es decir con una aceptación plena de que esta es la materia del mundo sobre la debemos operar, que debemos aceptarla como se nos presenta si queremos modificarla según la Redención de las creaturas y estructuras terrenas. Ese Amén es reflejo de SÍ de María en la Anunciación, del que dice Shaw: “”Con ese SÍ ha cambiado la faz del mundo”. Y pide que aprendamos de esta primera lección mariana de aceptación, y seamos fieles a la aceptación declarada.

Cada apartado –no podemos llamarlos sino capítulos larvados- va precedido de un breve escolio que ha sabido trazar el padre Alberto Dupetit para que nos centremos mejor en el eje de la meditación.

Shaw, en sus reflexiones, se inclina sucesivamente a considerar las distintas instancias de la vida mariana. Su nacimiento sin mancha original, la Anunciación, la Encarnación, la visita a su prima y el Magnificat, el nacimiento, la huida a Egipto; la presentación del Niño en el templo, el extravío en las caravanas de regreso, y un largo etcétera en que se demora el evangelista mariano Lucas. Hay toda una vida tácita, cotidiana, familiar, silenciosa que llevó la Virgen junto a su hijo y que ratificaba sus virtudes. Y que podrían recogerse en “el quinto evangelio”, como han llamado los Padres de la Iglesia, a la memoria de María, como se ha dicho: “Ella guardaba estas cosas en su corazón” (Lucas 2, 19).

Es interesante la nominación que da Shaw da a María: “apostólica”, pero no por haber presidido el llamado “colegio apostólico” después de la Ascensión del Señor. No, la denomina así porque es la primera en portar a Cristo en si, en ser cristóbal del Verbo.

Desfilan las muchas virtudes concertadas armónicamente de la Virgen que van superando el asombro, el desconcierto, la turbación, iniciales, gracias a: la humildad, la coherencia, la paciencia, la responsabilidad, la actitud de servicio, la donación de sí. Todo vivido en la vida cotidiana del hogar, del barrio, de las tareas habituales. Shaw sugiere que estas excelencias son parte de las necesarias aretés de los empresarios. Propias de quien, como la Virgen, ha aceptado una misión. Desde el sí de la Anunciación, a la frase del Calvario: “Mujer, he ahí a tu hijo” (Juan 19, 26) que da a María la maternidad universal.

No cabe que hable aquí de su brega por la función cristiana del dirigente empresarial porque hay sentados a esta mesa gente con autoridad para hacerlo, como partícipes de ACDE, la Asociación Cristiana de Empresas que él creó.
Solo apunto una frase con que titulé un artículo de 2002: “La empresa de ser santo en una empresa”. “Empresa” significa obra lograda, tarea en la mano, manejada. El gobierno de una vida en la vida de una empresa.
Y se nos propone lo difícil de esta tarea para un hombre de negocios. Uno recuerda el chiste inglés: Tomás Moro santo es como una un oxímoron ¿puede un abogado serlo? Lo mismo, o más, podríamos decir sobre un empresario.

En su conferencia “Eucaristia y vida empresarial”, sostiene que en el empresario “el propio perfeccionamiento, su donación de servicio, su deber de promoción humana, como artesano de la paz social. TODO ELLO SE LOGRA CON MARIA COMO SOCIA” y un par de páginas Adelante, escribe. “María como “consejera”. Socia y consejera, términos propios de la jerga empresarial.

Al breve conjunto de reflexiones apuntadas para un desarrollo orgánico posterior, que no llegó a realizar, esta edición, con acierto inteligente, le ha sumado un sabroso collar de frases referidas a María tomadas de los escritos shawianos –inventemos el adjetivo- publicados anteriormente [5]. Y, espigando en esta cosecha, rescato algunas páginas que se asocian a la misma visión: “Me doy cuenta que no tengo esa relación personal con Jesús. Como eso no se compra en libros, creo que lo mejor es pedirle a la Virgen que me haga de contacto”[6]. Y, en otro apunte: “La Virgen poseía las cualidades de energía y fortaleza que son también las condiciones del dirigente de empresa” (ob.cit.). Finalmente, una autopropuesta: “Debo unirme más a la voluntad de Dios. Quiero ponerme bajo la dirección de la Virgen, modelo de ejecutiva de la voluntad de Dios”(ob. cit. p. 127). Adviértase el acercamiento de las expresiones a la lengua de los hombres de negocios.

Y en su conferencia sobre “La misión de los dirigentes de empresa”, dictada en 1958 en Mendoza, sobre el filo del cierre, asienta una frase nemónica, las cinco “C” necesarias: comunidad, comprensión, consideración, comunicación, compasión y comunión. La primera C es para COMUNIDAD. Advirtamos que el librito que estaba en gestación se llamaría. Maria y comunidad de vida.

La galería de imágenes

Han visto ustedes, mientras iban ingresando y acomodándose en el salón, la proyección de una rica galería de imágenes de la Virgen [7]. Cuando imaginé esta proyección tuve varias intenciones, que enseguida allano. Pero conté para ello con la colaboración siempre generosa de la licenciada María Adela Di Bucchianino. Fue la tecnología al servicio de la fe.

Cuando diseñé el desfile de imágenes para este encuentro, tuve en cuenta, primero, que tomemos conciencia de la variedad de advocaciones de la Virgen. No hay figura religiosa que pueda exhibir esta diversísima paleta. En segundo lugar, señalar la ubicuidad de la presencia de la Virgen en el mundo. Las diversas comunidades, regiones, naciones, culturas la apelan con la más diversas formas de advocación, palabra llena de resonancias. Advocar es “convocar” y “abogar”. Cada advocación destaca una cualidad, una potencia virginal que beneficia a sus seguidores; a su vez, las comunidades la adornan con sus colores, con sus emblemas nacionales, las asocian a sitios significativos y se ponen bajo su tutela y protección, como abogada. Es importante este sentido de apropiación que los países y las regiones hacen de la Madre de todos, para sentirla como propia y suya de su casi exclusiva propiedad. Se cumple en ello, la sugerencia de Juan Pablo II: “Hemos cristianizado el África. Ahora, africanicemos a Cristo”. Esto se aplica a las imágenes de Nuestra Señora: a la que vemos morocha, con ojos ajaponizados, etc.

La Virgen de Rigolleau

Nos ha quedado en pantalla la imagen que pedimos sea final de la galería. Se trata de una imagen de Nuestra Señora de Luján. Vamos a leerla:

1. Es la imagen de la Patrona de nuestro país, la advocación más popular de cuantas se animan entre nosotros.
2. Hacia su santuario, el más significativo de nuestro suelo, convergen las mayores peregrinaciones de los argentinos, a pedir por sus necesidades y carencias, o dar gracias por los bienes recibidos. Es un camino que muchas veces hizo Shaw a pie, con su familia.
3. Se trata de una imagen de vidrio moldeado artesanalmente. elaborada en las Cristalerías Rigaulleau, en 1960. Se elaboró en la fábrica de la que don Enrique era entonces Gerente.
4. De esa manera, la imagen de Nuestra Señora de Luján asocia, en callida iunctura, la devoción a María y el trabajo profesional cotidiano

No hallo mejor síntesis del mensaje axial de Shaw: la santidad en la vida del trabajo diario.

Que el Siervo de Dios nos ilumine.

Referencias
  1. Este es el texto, muy abreviado, de mi intervención en la mesa redonda, con motivo de la presentación de la obra María y la comunidad de vida, de Enrique Shaw, el miércoles 28 de octubre de 2019, en la sede del CUDES. Participaron de la mesa: el Pbro. Alberto Dupetit, autor de los escolios previos a cada capítulo de la obra; el Dr. Fernán de Elizalde, Vicepostulador de la causa de canonización, el Dr. Juan Vaquee, presidente de ACDE y el suscrito.
  2. Peldaños en el amor a Dios (1944), La Misión de los Dirigentes de Empresas (1958), Eucaristía y vida empresaria (1960), La Empresa: su naturaleza – sus objetivos y el desarrollo económico (1961), … Y dominad la Tierra (1962), Ética del marketing y su proyección social (1962).
  3. González Day, Luis María. Shaw, de cadete naval a aspirante a santo. Buenos Aires, Talleres Leograff, 2018; lleva un prólogo mío que titulé: “Navegó mar adentro”, con todas las connotaciones que la frase sugiere.
  4. Romero Carranza, Ambrosio. Enrique Shaw y sus circunstancias. Buenos Aires, ACDE, 1884, hay ed. de 2010.
  5. Los toma de: Critto, Adolfo. Enrique Shaw, notas y apuntes personales. Buenos Aires, Editorial Claretiana, 29013, 3ª. ed.
  6. La cursiva es mía, ob.cit.p.124.
  7. Se proyectaron unas 80 imágenes, con el “Ave María” de fondo musical.

Sobre el autor

Pedro Luis Barcia

Doctor en Letras, lingüista, investigador universitario y profesor argentino.1Fue presidente de la Academia Nacional de Educación y de la Academia Argentina de Letras.

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