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El igualitarismo es una trampa fatal (Parte 2)

Escrito por Antonio Margariti
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Viene de parte 1

El libreto igualitario

Los igualitaristas defienden su posición diciendo que estos argumentos son secundarios, porque según la cínica “ética de circunstancias” se exige que sacrifiquemos algo de nuestra eficiencia en beneficio de los más necesitados.

Al principio, la idea de la redistribución de ingresos se había originado en la filantropía y se aplicaba a la asistencia social voluntaria llamada “obras de beneficencia y caridad”. Actualmente, la propuesta progre-populista pretende lograr la igualdad de ingresos profundizando la redistribución del dinero ajeno, pero no en forma voluntaria sino “forzándola a través del Estado”.

Claro que de esa redistribución obligatoria quedarán exceptuados los que gobiernan y sus amigotes, porque ellos son solidarios, pero se consideran asimismo “más solidarios que los demás”. 

En el libreto igualitario aparecen 3 tipos de igualitarismos: 1° el aritmético, 2° el chabacano y 3° el egregio:

 

El igualitarismo aritmético pasa por alto que en la naturaleza no existen ni van a existir nunca dos personas exactamente iguales, con los mismos talentos, la

misma memoria, semejante inteligencia, análoga belleza, idéntica aptitud física, iguales neuronas y similar disposición de cromosomas en el ADN. El argumento más contundente en contra de la redistribución aritmética de la renta es que ella implica que algunos personajes recibirán más riqueza de la que producen y esto se hará a expensas de otros individuos a quienes se confiscará parte de lo que hacen para darlo a los primeros.  De esta manera es mucho más caro obtener rentas produciendo bienes y más fácil conseguirlas a través del Estado. Con lo cual la redistribución aritmética sólo sirve para incentivar la haraganería, la vagancia, la dejadez y la pereza.

El igualitarismo chabacano intenta contrarrestar el argumento aritmético diciendo que es una consideración elitista porque la solidaridad social exige que los seres humanos con más talentos sacrifiquen parte de su “eficiencia” en favor de los menos dotados. Sostienen la existencia de un extraño derecho a la “igualdad de resultados” y niegan el derecho a la “igualdad de oportunidades”. También sostienen que la ocupación violenta de territorio es la única forma de igualar.  Si así fuese, el igualitarismo chabacano afirmaría que Lionel Messi es rico porque nació de familia acomodada y no porque tenga talentos o se esfuerce entrenándose. Tratarían de quitarle dinero a Messi para pasarlo a otros jugadores mediocres que reclaman el derecho a la igualdad de resultados con el mejor del mundo. 

El igualitarismo egregio está compuesto por igualitaristas ilustrados, que plantean una distinción más sutil.  Junto con el filósofo americano John Rawls tratan de unir Igualdad con Justicia afirmando que hay dos clases de desigualdades sociales. Una legítima, pero egocéntrica, que no proviene de la cuna sino del esfuerzo y las decisiones acertadas. Otra ilegítima y repudiable, que resulta de nacer en cuna de oro, del azar o de los talentos innatos. Por eso, la segunda desigualdad debe ser corregida por las leyes y las políticas de Estado. Más allá de que es imposible separar las decisiones personales acertadas del nacimiento, el azar o el talento innato, cabe cuestionar esta crítica ilustrada.  ¿Por qué es injusto que cada uno aproveche honestamente los talentos, las cualidades y circunstancias que la vida pone a su alcance?  ¿Es correcto vincular siempre el Mérito con la Justicia? ¿Cuánta gente cree que el azar ocupa un papel legítimo en su vida y procura aprovecharlo sin causar daño a nadie? ¿Cuál es la razón por la cual debemos considerar indignos nuestros talentos naturales y deshonrosas las características innatas, necesitando ser reprimidos y corregidos por el Gobierno? 

Equiparar Justicia con Mérito, para llegar a conclusiones redistribucionistas es propio de un puñado de juristas enrolados en las filas del garantismo y del abolicionismo.  Para esos abogados ideologizados, cualquier individuo taimado o torpe a quien la naturaleza y la vida no han provisto de talentos, tiene derecho a arrebatar violentamente parte de la riqueza de los demás porque son inmerecidamente más ricos aun cuando no hayan hecho nada que merezca sanciones ni castigos.  

Muchos políticos, enchufados en puestos de importancia, piensan así y   están construyendo un mundo tan inseguro y peligroso donde no se podrá vivir sin estar expuestos al crimen, el asalto, la violación, el robo y el secuestro. Por eso la defensa obstinada del mérito y el esfuerzo tiene implicancias muy profundas para no poner en riesgo la libertad y viabilidad de nuestra Patria.

 

La utopía del trasplante  

Deseamos terminar este paper con un pensamiento de ALBERT ESPLUGAS BOTER, miembro fundador del Instituto Español Juan de Mariana, colaborador del Institut Catalá von Mises de Barcelona y fundador de las empresas Novadata Iberia y la starup RateNow dedicadas a la recogida de feedback instantáneo a través de pantallas táctiles

«Imaginemos que un buen día podamos transferir nuestras cualidades físicas a otras personas mediante la cirugía de trasplante de rostros, de capacidades cognitivas o emocionales, de lóbulos y de ínsulas cerebrales». 

«Si aceptamos el falso principio de que la desigualdad innata es injusta y debe corregirse, entonces debiéramos trasplantar nuestros atributos físicos a otras personas. Las jóvenes bien parecidas debieran transferir bajo coacción su belleza a las niñas poco agraciadas. Los atletas y futbolistas debieran transferir su agilidad y musculatura a los minusválidos. Los inteligentes y memoriosos debieran transferir su brillo mental a los lerdos y torpes. De este modo, los progres solidarios, enemigos del mérito y de valorar el esfuerzo   debieran predicar el igualitarismo físico y la belleza o guapura igualitarias». 

«En un mundo donde tal cosa sea posible, habría que empeñarse políticamente en corregir la desigualdad física, genética y psíquica, porque la carencia de belleza y de vigor físico o psíquico son el origen de las desigualdades de rentas que los progre-solidarios pretenden corregir». 

«Veamos porqué. Si un individuo ha obtenido una gran fortuna por su talento innato para las finanzas o por su inteligencia para organizar una empresa de compra, venta y pagos por Internet, podríamos redistribuir gran parte de su fortuna a los que tienen menos; o podríamos sacarle la mitad de su talento y dos tercios de su aptitud de decisión, porque son la fuente de su riqueza para repartirla entre los que tengan un coeficiente intelectual más bajo».

«Los progresistas podrían respondernos que ese igualitarismo físico es ciencia ficción (aunque con la manipulación genética algún día podría dejar de serlo). Pero el propósito de este razonamiento no es otro que averiguar si el igualitarismo físico, con independencia de su viabilidad, es moralmente deseable y también averiguar si el argumento del mérito o del esfuerzo en favor de la redistribución de la renta implica el deseo de la igualdad física, la inteligencia y la hermosura».

«Pensar que actualmente una gran potencia está procediendo al encierro en campos de reeducación a centenares de miles de personas religiosas sólo porque creen   en la existencia de Dios, es un signo preocupante de que esas ideas tan absurdas se están poniendo en práctica para demoler al ser humano y convertirlo en autómata» 

«Cuando un progresista defienda el igualitarismo mediante la redistribución de rentas deberíamos preguntarle si está dispuesto a renunciar a su talento, guapeza o inteligencia en favor de quienes no tienen esos atributos. Se encontraría entonces en la tesitura de abrazar la utopía del igualitarismo físico o aceptar que en la naturaleza reina la desigualdad».   

 

Sobre el autor

Antonio Margariti

Economista y autor del libro “Impuestos y pobreza. Un cambio copernicano en el sistema impositivo para que todos podamos vivir dignamente” (Fundación Libertad de Rosario). Falleció en noviembre de 2020. ✞

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1 comentario

  • Creo que no hay que confundir a quienes aceptan la existencia de diferencia de oportunidades con «enemigos de la meritocracia». Uno puede aceptar la meritocracia como vehículo para el progreso pero a su vez reconocer que no es suficiente para que algunos puedan alcanzar ese progreso por sus propios medios en el termino de una vida. Tampoco creo valido generalizar como vago u holgazán a quien recibe un aporte del estado. No creo que las empresas que recibieron el ATP o empresas que están o buscan estar beneficiadas por leyes como la ley de economía del conocimiento estén compuestas por trabajadores o directivos vagos y holgazanes. Tampoco creo que quienes reciben un aporte del estado, en su mayoría, vivan sin trabajar. Si uno sale a la calle a conocer sus realidades descubrirá que son la minoría quienes se aprovechan de estos beneficios. Existen, es cierto, pero no representan la realidad de la mayoría.