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Empresas que tiran del carro

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En la actualidad, circula por las redes una frase atribuida a Winston Churchill, “Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir, otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar; pero muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro”. Muy propia para esta pandemia 2020, que ha puesto en evidencia que las empresas privadas generan un gran valor a la sociedad, cubriendo necesidades para la sobrevivencia como alimentación, salud, telecomunicaciones, transporte, medios informativos, entre otros.

Muchas son las empresas y quienes las dirigen, que están proporcionando trabajo, pagando sueldos, manteniendo proveedores y haciendo los sacrificios necesarios para mantenerse a flote, al igual que a su fuerza laboral. En otros casos, están por obligación con las puertas cerradas o trabajando al mínimo, mostrando por el impacto de su ausencia y silencio, el valor que generan. El trabajo no es solo un bien económico, sino también psicológico y espiritual. Muchos trabajadores dedicados a servicios esenciales se sienten orgullosos de poder ser útiles. El valor económico que las empresas están generando permite pagar impuestos para que el estado cumpla su rol. Si no hubieran realizado inversiones a riesgo, todas estas prestaciones no hubieran sido posibles.

La pandemia ha demostrado distintos aportes que las organizaciones privadas efectúan diariamente y que pasan desapercibidos. Es claro que las empresas tienen una misión que cumplir, relevante y única para el bien común de la sociedad. Estas contribuciones deberían servir para cambiar creencias inexactas sobre su real valor social.

Uno de los principios de la vocación empresarial es suministrar bienes y servicios para cubrir necesidades sociales, básicas y no tan básicas. El estado no puede hacerlo mejor, tiene grandes limitaciones y debe cumplir sus objetivos básicos, por lo que el rostro humano de la empresa es mucho más amplio que la ayuda social directa. Como se da en esta época que numerosas empresas acompañan campañas benéficas como #Seamosuno, Argentina nos necesita y otras.

Lamentablemente, la visión del empresario lobo o vaca es la imperante en numerosos actores sociales del país. En una Argentina ideologizada, el ser empresario no tiene ni ha tenido buena fama. Desde la época de combatir el capital hasta los cuadernos de las coimas, han primado visiones que no valoran al real empresario. Es que, la mayoría de las veces se ve el vaso medio vacío. Muchos no miran con buenos ojos que las empresas tengan un objetivo de lucro, cuando este debería ser considerado un premio al mérito, como lo es para los buenos deportistas, artistas, médicos y otras profesiones.

El problema con las empresas no es solo de imagen, que podría solucionarse con inversión en comunicación. Es más profundo. Hay una cultura estatista, que va más allá del deseable Estado presente, que requiere ser revertida en el siglo XXI. No ha habido en el país políticas de estado favorables para el desarrollo de buenos empresarios, que permitan en su conjunto agregar suficiente valor social. Hay muchas compañías cuyas virtudes hay que promover; las hay también abusivas o con defectos, que hay que combatir; y en el extremo, hay casos no deseables, que no deben ser llamadas empresas ni empresarios sus accionistas.

Es necesario que los dirigentes políticos, sindicales, eclesiales, académicos y los mismos empresarios, tomen conciencia del rol fundamental de las empresas virtuosas en la sociedad. Es momento de que más dirigentes nacionales acepten a la empresa privada como un actor social importante. Esperemos que esta pandemia fortalezca el rostro humano de las empresas y que nos deje la enseñanza de que la pobreza estructural sólo va a poder ser derrotada impulsando empresas que generen valor para toda la sociedad. Desafío imprescindible a la salida de la pandemia. Las empresas deben ser como “el caballo que tira del carro” que logre sacarnos del pantano en que se encuentra el país desde hace muchos años. Claro que ello implicará un cambio cultural en muchos sectores y como todo cambio, requiere que se lleven a cabo iniciativas para lograrlo. 

Sobre el autor

Alberto Mario Ballvé

Académico y consultor de empresas. Contador Público y Licenciado en Administración de Empresas – UBA ; MBA IESE Business School, España; Visiting Scholar de Harvard Business School, invitado por el Prof. Robert S. Kaplan.

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1 comentario

  • Excelente artículo. Valiente el autor al escribir está justa defensa en un país donde el primer magistrado llama miserables a los empresarios