Carta del Director

La Verdad

Imagen de Jeon Sang-O en Pixabay
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Como dice Norma Morandini (La Nación, 4/01/2020) “La verdad no es una aspiración ontológica, es una necesidad humana para comprender la realidad sin enfermarnos de angustia o tristeza.” Agregando luego que “Los sucesivos fracasos nos han enseñado demasiado como para aceptar nuevos eufemismos. Los gobernantes están obligados a garantizar la información pública, sin disfraces ni mentiras. El derecho a la verdad es también un derecho democrático”. Según mi parecer, la autora plantea la verdad como una necesidad del hombre, pero también como una obligación del gobernante a sus gobernados. No hay ninguna excusa para apartarse de la verdad, ni la justificación de fines aparentemente altruista, ni los cálculos electorales, ni la solidaridad con correligionarios, camaradas, amigos o funcionarios del gobierno. 

Puede definirse la verdad como la adecuación de nuestras expresiones y nuestro juicio a la realidad.

Pero el hombre es imperfecto y falible, en la mayoría de los casos cuando analiza una situación se deja llevar por prejuicios ideológicos o de formación cultural. Por eso lo más importante es aferrarse a los hechos -pocos o muchos- acreditados y de allí construir el juicio mediante la aplicación del sentido común.

Lamentablemente en nuestro país persiste una actitud que niega o minimiza hechos debidamente acreditados mediante expresiones contradictorias de funcionarios y políticos; especialmente del Presidente de la Nación quien, sobre temas de trascendencia institucional (quizás el caso Nisman es el más importante, pero no el único), hace declaraciones contradictorias a lo expresado no hace mucho tiempo confundiendo a la ciudadanía y dando un triste ejemplo a la comunidad. Esas expresiones muchas veces contradicen groseramente hechos acreditados. Hemos visto bolsas repletas de dólares volar por el aire; hemos presenciado la introducción de valijas con la misma moneda en aviones oficiales, la existencia de millones en cajas de seguridad y muchos hechos que ahora se minimizan considerando a los autores o protagonistas como “presos políticos”. En el caso Nisman, todavía esperamos el juicio oral a quien introdujo el arma que disparó la bala homicida y siguen las eternas explicaciones que hieren el sentido común.

“Por qué una sociedad, o buena parte de ella, ¿rechaza la verdad? ¿Por qué, en tantas cosas y de tantos modos, buscamos refugio en la ilusión o la mentira? Se pregunta Héctor M. Guyot en “Un país que elige vivir en el engaño”, LN 4/1/2020), para luego explicar que “Vivir en un cuento habilita un espacio de irresponsabilidad que permite desentenderse de lo que sucede o adjudicar a otros la causa de nuestros padecimientos. Vivir en la fantasía abre la puerta a los fabuladores y las soluciones mágicas” y concluye diciendo que “El principal problema de la Argentina, aquel que nos condena al eterno retorno de lo mismo, no es la economía. Sin la verdad desaparecen las normas y se impone el más fuerte, en todos los órdenes. Sin verdad no hay posibilidad de vida en común”. 

Con una gran moderación el periodista Joaquín Morales Solá expresa que “…. no es recomendable que el Presidente cambie de opinión con tanta frecuencia. La palabra presidencial es el principal activo de un gobierno y, sobre todo, del país en el que el presidente manda.”

ACDE ha sostenido estos principios siempre. En el editorial de la revista empresa de marzo de 2008. Titulado “Verdad y Libertad” (exigencia a los empresarios y a las nuevas autoridades) decía que: “hay una íntima relación entre la verdad y la libertad, mensaje que más tarde repitió ante Pilatos, poco antes de su muerte, al afirmar que había venido al mundo a dar testimonio de la verdad.  El representante del poder de Roma respondió con la pregunta sobre ¿qué es la verdad? manifestación clara del relativismo que subordina la verdad a los intereses de la autoridad o de las conveniencias personales, actitud que se repite en todas las épocas y diferentes latitudes donde la autoridad se ejerce con el único objetivo de conservar o acrecentar el poder.” 

Tenemos muchos problemas en nuestro país; parecería que el económico es el más importante. Pero me atrevo a decir que el más importante es que estamos faltando a nuestro compromiso con la Verdad, porque los problemas económicos tienen una solución que, si bien es compleja, responde a una única causa: la falta de confianza cuyo sostén es, en definitiva, creer en la adhesión a la verdad.

Mientras los argentinos sigamos alegremente el engaño y la magia propuesta por políticos inescrupulosos ya sea del gobierno o la oposición, nuestros problemas persistirán en un eterno volver a comenzar. Debemos elegir entre Jesús que vino a dar testimonio de la verdad, o Pilatos que, con su interrogación, afirmó como doctrina el relativismo, o sea el principio que “nada es verdad ni mentira, solo es según el color del cristal con que se mira” (Campoamor).

Sobre el autor

Director Portal Empresa

Director de Portal Empresa, la revista digital de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).

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