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Leyes para un orden económico justo, eficiente y estable (Parte II)

Escrito por Antonio Margariti
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Viene de Parte I

Promesas mundanas de buena vida y holganza

Así apareció este “Estado-que-nos-cuida” y perdimos la prosperidad y la libertad porque le entregamos el alma y el cuerpo. No creímos en aquellos que advertían que al vender el alma al diablo como el Dr. Fausto, inexorablemente llega un momento en que Mefistófeles se cobra el precio y nos dice: “Entrégame el alma, tu tiempo se ha terminado”. La habilidad del diablo consiste en ofrecernos de todo sin pedirnos nada a cambio, pero manteniendo el poder de reclamar lo que le habíamos vendido.  

El Dr. Fausto es el protagonista de una clásica leyenda alemana. Era un erudito de gran éxito, pero  insatisfecho con su vida, hizo un trato con el diablo, intercambiando su alma por dinero, influencias en el gobierno, amplia impunidad, buena vida y  holganza.

Hoy, Mefistófeles ofrece la riqueza por medios ilícitos, el tráfico de influencias y altos cargos de gobierno, que hacen perder la noción de lo esencial de la vida. 

Para salir de esta diabólica trampa, como el tiempo se termina, hay que decidir una Reforma fiscal y monetaria, que si se promulgase nos haría dar un giro de 180 grados.

El primer paso en el buen camino consiste abandonar las máscaras del engaño, sincerarse con el pueblo y comprender los efectos del keynesianismo en el caos político y el desorden económico que nos invade desde hace 74 años.

Sólo después de entenderlo podemos comenzar a buscar las soluciones particulares de nuestros problemas reales. Cualquier gobierno, que se comporte como un manantial de falsas e incumplibles promesas, es absolutamente incapaz de ordenar la economía, estabilizar los precios y crear condiciones de bienestar para todos, como fuerza estimuladora para producir el renacimiento de Argentina.

No hay ninguna evidencia empírica de que una economía que viene operando desde hace muchos años, con altos déficits presupuestarios, recurriendo al crédito externo, incumpliendo las condiciones pactadas y emitiendo moneda como serpentina de carnaval,  pueda conseguir la estabilidad necesaria para que los pobres acumulen dinero sano y puedan salir de su pobreza y que aquellos con espíritu innovador e iniciativa propia se dediquen a producir, en abundancia,  los bienes y servicios que la gente necesite.  

Tenemos abrumadoras experiencias de que las economías dominadas por las ideas keynesianas son inestables, tienden a perpetuar la decadencia, incrementan la pobreza y expolian fiscalmente a quienes pretendan progresar con su esfuerzo personal. El modo de ser de estos modelos macroeconómicos son la estanflación, la pobreza, la decadencia y el   estancamiento. 

Los envejecidos políticos que siguen creyendo en tal modelo, deben comprender que su tiempo ha terminado y que la revolución keynesiana prometida en 1946 terminó con la crisis económica del año 1952, por lo cual hay que convencerse que esas ideas keynesianas deben borrarse de nuestra conciencia política. No debemos permitir que el Gobierno avance más allá de sus límites institucionales. porque siempre ha fracasado en el cumplimiento de sus promesas. El camino que iniciamos con nuestra independencia patria, que consolidamos con la constitución de Juan B. Alberdi y que alcanzamos hace más de medio siglo, es un camino que sólo se puede transitar si eliminamos la maleza que representa la floreciente y depredadora burocracia que nos aplasta.

Por eso debemos pensar en Leyes auténticas, no en legislaciones inútiles, retorcidas, repletas de vericuetos para consolidar el dominio del Gobierno sobre los ciudadanos y las familias. Esas leyes deben tener un objetivo muy claro: fundar un orden económico justo, eficiente y estable. Para ello tiene que establecer una coherencia e interdependencia de criterios jurídicos homogéneos entre todos los órdenes de la vida: económicos, sociales, impositivos, financieros, monetarios, asistenciales, internacionales, educativos y éticos.

Se trata de priorizar antes que nada una moneda sana, estable y convertible;  disponer un sistema de precios libres para señalar la escasez de bienes y servicios; un régimen de mercados abiertos no interferidos por la burocracia ni regulaciones  absurdas; una política económica estable duradera,  no esporádica; el respeto irrestricto a la propiedad privada legítimamente adquirida; la asignación de responsabilidades personales para que cada uno responda por sus actos; la vigilancia sobre poderes concentrados y prohibición de monopolios; la libertad de elección y el respeto a los acuerdos particulares como ley entre las partes.

Esas nuevas leyes para un orden económico y social tienen que apoyarse en la sabiduría de un orden natural definido de este modo por el más grande legislador de todos los tiempos: «Existe ciertamente una verdadera ley: “la recta razón”, conforme a la naturaleza, extendida a todos, inmutable, eterna, que llama a cumplir con la propia obligación y aparta el mal que prohíbe.  Esta ley no puede ser contradicha, ni derogada en parte, ni del todo» (Marco Tulio Cicerón, “De República, 3, 22, 33”) 

Liquidar la decadencia e iniciar el renacimiento

La inevitable crisis económica que seguirá al fin de la cuarentena por la pandemia del coronavirus debe ser resuelta con leyes que tengan como objetivo bien claro liquidar la decadencia secular e iniciar el renacimiento de la economía poniendo fin al desorden económico y social que soportamos desde hace mucho tiempo.  

Estos son los campos de actuación legislativa:

. 1°. Moneda sana de libre uso, convertible y apta para conservar su valor a través del tiempo y con prioridad sobre cualquier otra medida. 

2°. Régimen laboral de colaboración y disciplina entre trabajadores y empresarios en lugar del conflicto social instaurado con el señuelo político de la justicia social y la lucha contra la explotación de los asalariados.

3°. Sistema impositivo, simple, de pocos impuestos, con precisos límites de presión fiscal individual, para fomentar las iniciativas, no paralizar el esfuerzo privado ni devastar el patrimonio o la renta de las familias y las empresas.    

4°. Gestión austera del gasto político y eficiencia en la ejecución de obras públicas, impidiendo sobreprecios indecentes y con estricto control de las autorizaciones de gasto y las órdenes de libramientos.   

   5°. Sistema de vouchers escolares, descentralizando la administración escolar en los propios docentes, implantando vouchers escolares sin interferencia política, requiriendo aptitud docente para enseñar a pensar, alcanzar conocimientos fundamentales, comprender textos y saber expresarse con claridad y elegancia, 

  6°. Sistema de precios libres con acceso a mercados de competencia, sin presiones de poderes concentrados ni monopolios públicos o privados, sin fraudes, ni violencias o engaños.  

   7°. La libertad para elegir el sistema que cada uno prefiera en la previsión de su salud y protección de la vejez, sin necesidad de duplicar aportes o depender de favores y reclamos políticos.   

  8°. Institución policial bien equipada, con armamento moderno, dotada de una doctrina policial conocida y aprobada por la sociedad, encargada de velar por el orden público, la seguridad de la vida individual y el patrimonio de todos los ciudadanos. 

9° Criterios regulatorios que simplifiquen al máximo los trámites, aseguren  la coherencia de las normas, impidan  la judicialización de los actos económicos, dejen hacer a la gente, confíen en el efecto social de la competencia, respeten la propiedad privada, no interfieran la libre iniciativa, mantengan  reglas basadas en usos y costumbres, establezcan  un servicio de justicia obligado a actuar con celeridad y  respetar criterios de precedencia para infundir certeza y confianza en las sentencias de los jueces. 

10° Sistema jubilatorio público y privado, basado en cálculos actuariales, con balances contables auditados por actuarios calificados, exentos de toda interferencia política, establecidos con operaciones financieras seguras, confiables y transparentes, con garantías máximas de estabilidad en el valor de las rentas y pensiones jubilatorias.  

Magisterio moral del Presidente  

  El Presidente de la República no debe transformarse en un ser enigmático o introvertido, ni en un parlanchín de discursos insulsos, repleto de lugares comunes. Como jefe de gobierno, él tiene que mostrarse como un magistrado que ha adquirido gran sabiduría y experiencia, explicando constantemente por medio de sus ministros cuáles son las ideas y la posición intelectual y moral del Gobierno sobre estos interrogantes  

¿Qué piensa sobre la sociedad, el Gobierno, el Estado y la economía?

¿Cuál es el enfoque teórico y los criterios que sustenta en la gestión de gobierno? ¿Ensayos y experimentos sui generis? ¿Política económica de administración centralizada?  ¿Política de competencia económica de eficiencias?  ¿Neo-socialismo de mercado? ¿Escuela keynesiana?  ¿Escuela monetarista de Chicago? ¿Teoría del Public Choice? ¿Escuela Austríaca? o ¿Escuela Ordo de Friburgo ?

¿Qué medidas piensa   tomar después de la Cuarentena, cuáles son sus razones, qué se propone hacer con ellas, qué resultados espera y para cuándo? 

¿Adoptará rápidamente medidas en favor de organizaciones sociales o atenderá primero los reclamos de las empresas y entidades intermedias?

¿Mantendrá un gabinete desproporcionado de 23 ministros o lo reducirá a sólo 5 Ministerios, eliminando Secretarías, Subsecretarías, Asesorías, Gabinetes y Direcciones generales? 

¿Cómo piensa reducir el gasto público, desde el actual nivel de dispendio (48% del PBI) a un nivel sensato (24%), para hacer efectiva una profunda reforma fiscal que reduzca los 163 impuestos vigentes a sólo media docena, con alícuotas razonables?

¿Hasta dónde y cuánto piensa sostener empresas públicas deficitarias que requieren constantes subsidios al Estado despilfarrando el dinero del contribuyente?

¿Qué justificación tienen los excesivos gastos en funcionarios, legisladores y magistrados que se privilegian a sí mismos frente a otros destinos de mayor necesidad y urgencia humanitarias?

¿Cuáles son las prioridades éticas y culturales dispuestas para autorizar o desechar solicitudes de gastos? 

¿Cuántos gastos e inversiones deberán anularse o reducirse aun cuando sean políticamente correctos? 

¿Por qué no avanzan con energía e imaginación en cuestiones que afectan el orden social y la actividad económica:  inflación, reforma impositiva integral, reforma laboral, reforma previsional, reforma escolar y reglas para un sistema monetario de libre uso? 

¿Por qué no organiza “Debates Racionales” para ilustración de legisladores y magistrados judiciales, sobre temas económicos fundamentales, mediante prestigiosos economistas académicos y especialistas locales o extranjeros, ¿de jerarquía y que no sean funcionarios ni militantes políticos? 

Sobre el autor

Antonio Margariti

Economista y autor del libro “Impuestos y pobreza. Un cambio copernicano en el sistema impositivo para que todos podamos vivir dignamente” (Fundación Libertad de Rosario). Falleció en noviembre de 2020. ✞

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