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Tercera víctima: el empleo

home office
Escrito por Hernán Maurette
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Dos procesos, que suceden simultáneamente, nos permiten pensar que el empleo tradicional seguirá en disminución y que la pandemia habrá dado un jaque decisivo a esa modalidad.
El primero de ellos es la reiteración creciente y acelerada de crisis financieras internacionales, que pone un alerta sobre la salud del capitalismo. Podemos seguir llamándolo así, aunque en los últimos 90 años se ha desnaturalizado al punto de ofrecer cada vez más características de un sistema mixto (leer Bye, Bye, Adam Smith). Hay un sector público muy concentrado (estatal y no estatal, como son las corporaciones que cotizan en bolsa), que sostiene el viejo modelo de empleo.
El otro proceso es la oportunidad que brinda la tecnología para superar el confinamiento forzoso a través del teletrabajo, normalmente llamado home office. Esta modalidad se lleva más con el trabajo individual encadenado o asociado al del resto del equipo de trabajo, que los sistemas tradicionales de administración imaginados por Henry Ford, Frederick Taylor o Henri Fayol, que imaginaban a las funciones administrativas en uno o más establecimientos concentradores de gente. Identificados como pymes, son los que ofrecen mayor capacidad de generación de trabajo genuino.
La sociedad necesita nuevos Taylor & Fayol piensen cuáles son los hábitos que hay que adquirir en la virtualidad. Me refiero al protocolo, por ejemplo. Hace muchos años que la corbata está en un proceso de despedida de la etiqueta social. Su función primaria era proteger el pecho al salir de mañana temprano a cumplir el turno de trabajo. El traje pareciera que lo quiere acompañar, porque la técnica ofrece muchas mejores prendas de vestir en la actualidad, y un cambio cultural de la magnitud que tendrá esto puede ser el detonante. En cambio, el sombrero, que había salido a dar un paseo, pareciera querer regresar para cuidar las calvas y los rostros de los efectos dañinos del sol. ¿Hay uno o varios formatos de etiqueta para trabajar en casa? ¿Habrá horarios? ¿Días no laborables? Parecen obviedades, pero sabemos que en los últimos años el sábado inglés se extiende cada vez más hasta llegar al domingo, Día del Señor.
El desplazamiento urbano, que muchas veces toma entre una y dos horas promedio durante el día podría dejar de ser un problema. ¿Quién capitalizará esas horas? ¿El trabajo, el deporte, el espíritu, la familia, los amigos del bar, el club, la política, el barrio…?  Para tener éxito en este nuevo contexto habrá que adquirir capacidades digitales. Materiales, como las comodidades del hogar para dichas tareas; espirituales, como el manejo del encierro o de la ansiedad, o técnicas, como las que permiten manejar el tiempo y dominar los sistemas informáticos.
Habrá que planificar la sociabilización y repensar las localizaciones físicas. Las opciones que se tomaban en función de un domicilio particular y otro laboral pasan a simplificarse, pero no dejan de implicar decisiones tales como la ubicación geográfica de la vivienda, del ámbito educacional (colegios, universidades, posgrados); el aprovisionamiento familiar pero también del profesional; los asilos de ancianos, si es que no habrá que revisar el concepto de vivienda familiar… ¿se podrá seguir viviendo individualmente en departamentos de pequeñas dimensiones que en muchos casos actualmente están vacíos durante el día?,  ¿o barrios enteros que están desiertos durante la noche?, ¿quién va a recibir el pedido del supermercado o el envío de la compra virtual? ¿cómo se organizará la comida, la limpieza? Todo será motivo de revisión, en función de las conveniencias personales, familiares y laborales de cada uno.
Habrá que incorporar herramientas que faciliten el trabajo en equipo de manera virtual. Por lo pronto, será imperioso redefinir la funcionalidad del correo, de la mensajería, de los llamados, la videoconferencia y del encuentro presencial para cuando se pueda retomar.
¿Qué comunicaciones se envían por correo, cuáles requieren una llamada telefónica y cuáles una presencia virtual o física? Se impone que se formalicen los protocolos horarios, entre otros; por ejemplo. ¿hasta qué hora se puede mandar un mensaje?
Las conferencias múltiples y la derivación de llamadas se pusieron al día; el diseño on line venía avanzando, pero es probable que se consolide; los sistemas de administración no están siempre adaptados para el manejo a distancia; el project-managment será tan necesario como gestionar el correo electrónico; la oficina virtual; la toma de decisiones.
El manejo del dinero y el concepto de flujo por sobre el de acumulación.
El equipamiento sufrirá probablemente una transformación. Lo más natural es que avancemos a sistemas motorizados centralmente pero operados en forma remota por terminales simples, de baja capacidad.
Ante esta revolución de las costumbres derivada de la pandemia, el hombre tiene la posibilidad de reinventarse. Es deseable que lo haga en la dirección que proyecta un eje rector: la humanización de la economía. Los bienes deben estar al servicio del hombre, no al revés.


Link al artículo: http://hechosdestacados.blogspot.com/2020/04/3era-victima-el-empleo.html

Sobre el autor

Hernán Maurette

Politólogo. Consultor en asuntos públicos. Lidera el Comité de Comunicación de ACDE. Premio a la Trayectoria Profesional del Consejo Profesional de RR. PP. del año 2021

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1 comentario

  • Excelente reflexión! cuanto para reveer. Al mismo tiempo se sigue trabajando, en muchos casos, mas que antes y de manera menos organizada lo que lleva a que, si no se hacen pausas y espacios personales, el estres del dia a dia y, en muchos casos, la soledad de muchos generen cambios emocionales abruptos y desafiantes en un contexto de aislamiento. abrazo!