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El programa de repoblación de comunidades rurales tuvo un auspicioso arranque apuntalado por el testimonio de sus protagonistas, como el caso de Joana Ojeda que se instaló en Colonia Belgrano y convirtió a su emprendimiento en el sustento familiar.

La pandemia dejó expuesta la fragilidad de la estructura social argentina y las desigualdades de todo tipo. Mientras en las grandes ciudades las malas condiciones urbanísticas atentaban contra un asilamiento efectivo, el resto del país debió soportar cuarentenas preventivas y mermar su actividad sin presentar casos, prácticamente. La post-pandemia también deja su huella en la incertidumbre sobre tres aspectos vitales para el desarrollo de la visa en las zonas metropolitanas: el transporte público, el trabajo en lugares comunes y la actividad comercial en grandes centros o arterias concurridas. La futurología hace que se proyecten soluciones de home-office, ventas por internet y planificación de las salidas. Pero también pone un gran interrogante sobre las supuestas bondades de las grandes. Los pueblos o localidades pequeñas como la alternativa para la radicación que también estas fuerzas alientan, gracias a Internet y una infinidad de aplicaciones tecnológicas se comprueba las ventajas del teletrabajo y la posibilidad de producir y vender bienes y servicios desde cualquier lugar.

La fundación ES VICIS tiene el objetivo de revertir la insostenible migración mundial hacia las ciudades. Con ese objetivo creó el programa de re-migración y repoblación de comunidades rurales, “Bienvenidos a mi pueblo”, que busca generar una balanza territorial más equilibrada, mejorar la calidad de vida de las personas y promover un consumo más responsable de los recursos naturales.    Se trata de un programa de triple impacto (económico, social y ambiental) que se desarrolla en cooperación público-privada a nivel nacional e internacional. Ofrece un impacto medible en 9 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.  

Prueba piloto. Se hizo en Colonia Belgrano, Santa Fe, una localidad de 1.300 habitantes. Se seleccionó con el apoyo de la embajada de Suiza en la Argentina y el Gobierno de la provincia de Santa Fe, socios claves de esta iniciativa. Como parte del programa se identificaron las oportunidades de negocios que tenía el pueblo y la región. Ninguna de ellas vinculadas directamente con el sector agropecuario, desmintiendo el preconcepto de que en las localidades pequeñas sólo se puede vivir del campo.

Junto a las autoridades locales de Colonia Belgrano y el gobierno provincial se creó un “paquete re-migratorio” con los incentivos para que 20 familias pudieran radicarse allí. Esto incluyó un crédito hipotecario con una tasa subsidiada, capacitaciones y mentoreo para mejorar las habilidades de los emprendedores y favorecer la integración con la comunidad. La convocatoria fue un éxito: se recibieron 20.000 solicitudes, lo que demostró la enorme demanda insatisfecha.

Los resultados de esta prueba piloto son contundentes. El pueblo creció un 10% en cantidad de habitantes en tan solo un año, las familias generaron 23 nuevos emprendimientos y un crecimiento del empleo del 15%. En promedio, mejoraron sus ingresos 40% en términos reales. Ahora, el desafío para la Fundación ES VICIS es el de encontrar otra escala, generando alianzas necesarias con el sector público y privado, como también con otras organizaciones de la sociedad civil para poder replicar su programa en la Argentina y otros países de América latina y Europa.

En primera persona

Joana Ojeda (34) se animó se inscribió hace tres años en el programa “Bienvenidos a mi pueblo” luego de 19 años de estar viviendo en la ciudad de Santa Fe. Hasta ese momento balanceaba su vida entre el cuidado de sus cuatro hijos (todos en edad escolar) y la producción de artesanías, calzados para bebés, que vendía en la Costanera de la ciudad los fines de semana. La ayudaba su marido, que durante la semana trabaja en una empresa de seguridad. “Vivir corriendo de aquí para allá, con los chicos yendo para el colegio sin saber si llegarían o volverían bien y con mi marido con poco tiempo para verlos nos fue empujando a encontrar una alternativa”, recuerda Joana. Fue una de las dos mil personas que presentó su solicitud, luego fue preseleccionada para las jornadas de capacitación en emprendimientos y finalmente, en 2017, quedó elegida para mudarse a Colonia Belgrano para iniciar un desafío que hoy tiene un saldo ampliamente positivo.

La emprendedora cuenta que lo que más la ayudó a tomar la decisión del cambio fueron tres cosas: buscar otro estilo de vida, donde el tiempo en familia tuviera otra dimensión; poder tener una casa propia (forma parte del programa el acceso a una vivienda social) y la capacitación recibida para poder hacer de su emprendimiento un medio de sustento de toda la familia. Las dificultades estuvieron por el miedo a lo desconocido, la renuncia a un empleo seguro y el cambio de escuela. Pero también recuerda que se fueron solucionando rápidamente: el pueblo entero los recibió y fueron muy amables con ellos, se focalizaron en la producción a escala para la venta en otras localidades y el negocio prosperó tanto que hizo olvidar el anterior trabajo de su marido.  De los 20 pares que vendían por fin de semana pasaron rápidamente a 700, con la facilidad de los envíos a través de la oficina local del Correo Argentino y la venta online.

«Toda nuestra experiencia también la pudimos compartir por mucha gente que se comunicó interesándose en nuestro caso a raíz de publicaciones», concluye. Su mejor testimonio es lo que muestra como su mayor orgullo: haber podido conjugar la armonía familiar, la seguridad para todos sus hijos y comenzar un negocio que de hobby se transformó en un modo de vida.

Sobre el autor

Tristán Rodríguez Loredo

Licenciado en Economía (UCA), Magister en Gestión de Empresas de Comunicación (U. de Navarra) y en Sociologa (UCA). Editor de Economía y columnista en Editorial Perfil.

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