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Conferencia de Lisardo Novillo Saravia sobre la encíclica “Rerum novarum”

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Cuando falleció mi Padre, me traje varias cajas con papeles. Revisándolos encontré un cuadernillo con una conferencia de mi abuelo pronunciada en 1941 en el Colegio Nacional de Montserrat con motivo de los 50 años de la encíclica “Rerum novarum”. 

Mi abuelo murió cuando tenía 11 años y no llegué a conocerlo en profundidad. Pero escuché hablar mucho de su enorme talento y de su asombrosa ilustración. Fue Rector de la Universidad Nacional de Córdoba cuando esa jerarquía era equivalente, en la Provincia, a la del Gobernador.

Comencé a leer el cuadernillo por curiosidad. Pero muy pronto me asombró la actualidad de su pensamiento y la profundidad de su análisis.

Para no extenderme, recomiendo la lectura de esta conferencia por cuatro motivos:

  1. Desmenuza la cuestión social desde una perspectiva profundamente cristiana
  2. Analiza la Encíclica, pero abordándola desde los hechos y las ideas que la precedieron
  3. En la Córdoba de 1941, el debate sobre la Doctrina Social de la Iglesia todavía no estaba instalado; Los conservadores predominaban en la línea de un liberalismo/capitalismo puro propiciado por Alberdi y quienes le siguieron
  4. En esa época no existía el peronismo. No había sindicatos. No estaban establecidos los derechos de los trabajadores.

Sólo un comentario para terminar. Es muy posible que el lector descubra en el texto cierto abatimiento y consternación por la realidad y las perspectivas mundiales. Expresamente el autor lo admite porque estaban frescos los recuerdos de la Primera Guerra Mundial y de la Guerra Civil Española y porque se vivía una enorme conmoción por la violenta expansión de la Segunda Guerra Mundial.

A continuación, va un fragmento de la conferencia referida. Si desean el texto completo, pueden hacerlo haciendo clic acá.

Hemos llegado a un momento en el que los teorizadores de todos los matices han visto cómo han sucumbido sus creaciones y se han desvanecido las ilusiones y esperanzas de un porvenir mejor. Ya no existen la distancia y el espacio; y la naturaleza ha dejado de ser avara de sus secretos y misterios.

Hoy, al parecer, cada hombre es el centro del universo y, sin embargo, jamás se ha sentido más sólo, ni más inerme, ni más átomo perdido en el conjunto inmenso de los seres y las cosas.

Todas las instituciones que ayudan y favorecen su desenvolvimiento y perfección, -la familia, la sociedad y el Estado- han perdido la certidumbre de su estabilidad -o de su suerte- por el debilitamiento del principio de autoridad y del orden jerárquico y por el desconocimiento de las normas que la moral y la disciplina imponen. 

Como consecuencia de esta incertidumbre, que pone la nota de inquietud en todos los espíritus, se ha generado en el fondo de la conciencia moral, una angustia muy honda y cruel.

Y todo se agrava bajo la acción de un dinamismo que no tiene precedente en ninguna época de la historia; los acontecimientos se suceden y precipitan sin ley ni orden, acusando en el estado general de los pueblos, una perturbación que desconcierta y desespera.

Waldo Frank acaba de declarar que “el viejo mundo se derrumba en pedazos” y que por “el desarrollo de nuestra vida interior, según las esenciales verdades y los valores que hemos descuidado” se debe crear “el nuevo mundo que anhela la humanidad”.

En medio de tantos ensayos y teorizaciones, yo creo que esas verdades esenciales y valores olvidados son los que señala León XIII: la rehabilitación de la fe en lo sobrenatural y la vocación metafísica del hombre, como camino para llegar a la paz, “aspiración apasionada de las almas y necesidad urgente de los pueblos”.

 

Sobre el autor

Gonzalo Novillo Saravia

Titular de Tixel SA. Abogado (Universidad Nacional de Córdoba).

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