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Esconder el capital

Foto de cottonbro (Pexels)
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Mientras conducía en medio del desorden del Gran Buenos Aires, oí el mensaje del Papa Francisco dirigido a los integrantes de ACDE el 30 de junio de 2021. Francisco manifestó su alegría por el reconocimiento de la virtud heroica de Enrique Shaw. Yo también me alegré por el profundo significado que tiene en esta etapa de desesperanza. Sin embargo sentí una gran sorpresa cuando hizo referencia a una economía de lo concreto, por una supuesta oposición a la economía de la finanzas y cuando formuló su exhortación a los empresarios -inspirados por el hoy venerable Enrique Shaw- , que comprometen sus mejores esfuerzos para que sea posible multiplicar la riqueza en una sociedad cristiana. El Papa puso el acento en criticar a aquellos que no ponen el capital a producir, que lo esconden en paraísos fiscales, y comparó esa acción negativa con el de una vaca que esconde la leche. La comparación me pareció inicialmente adecuada. La vaca argentina esconde la leche porque ha sido y es maltratada. La economía argentina se va como apagando por falta de inversión. Quienes ahorran no tienen confianza en el trato que la sociedad, dirigida por el Estado argentino, dará a sus ahorros. No solo porque la moneda de curso legal no es apta para el atesoramiento, sino porque los crecientes impuestos castigan el ahorro.

La clase política reparte los ahorros ajenos, se reserva privilegios y se asegura su propia rentabilidad. Los políticos, como todos los ciudadanos lúcidos, ahorran fuera del sistema y ajustan sus presupuestos restándole valor al dinero mediante emisión sin respaldo en un incremento de los bienes. La sociedad argentina ha dejado de creer en el capitalismo, pero sus integrantes quieren gozar de los bienes de la sociedad capitalista. Muchos integrantes de la Iglesia, incluyendo a muchos pastores, no creen en el capitalismo, pero se quejan de la pobreza generada por un sistema corporativo y estatista. Es una sociedad que quiere la inversión ajena y que cuando logra que esa inversión genere trabajo, la castiga con leyes injustas como las fiscales y laborales, llevando a la quiebra a los que invirtieron.

¿Quiénes sino los integrantes de ACDE creen en la necesidad de una economía social, en la fuerza de las PYMEs, en la necesidad de la confianza social, en que sin justicia no puede haber paz? Desmerecer el rol de los no tan novedosos negocios mediáticos, y el mundo de las finanzas y exhortar a una mayor creatividad, solo para superar los efectos de la pandemia, no es lo que, como católico comprometido, esperaba del Papa.

El empobrecimiento de los argentinos ha sido constante desde hace varias décadas. Nuestro PBI es similar al de 1974. Es hora de que la Iglesia inspire a toda la sociedad para que en un marco de libertad, garantizada por la ley y la Justicia, permita el ahorro y la inversión. Eso es capitalismo. En simultáneo podrá exigirse al empresariado, y en particular al empresariado cristiano, crear empleo decente. Es hora de que la Iglesia, con los pastores a la cabeza enfrenten a los políticos, sindicalistas y empresarios corruptos, y a todos aquellos que se opongan al funcionamiento de una economía social. Se entiende que para orientarlos hacia el único camino que tiene la civilización actual para superar la pobreza.

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