Enrique Shaw Los 100 gestos de Enrique Shaw

III entrega: Presencia de Dios en 100 gestos de Enrique Shaw

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Desde noviembre de 2021, desde Portal Empresa comenzamos a compartir fragmentos del trabajo «Presencia de Dios en 100 gestos de Enrique Shaw», elaborado por Sara Critto y Virna Bergoglio. Para leer la entrega anterior que hace referencia a su vida familiar, hacé clic acá.

En esta tercera parte presentamos otros 10 gestos respecto a «Su trabajo»:

21) En su dedicación al trabajo desde niño

En el colegio se destacó como buen alumno, fue el primero de la clase y estuvo en el Cuadro de Honor varias veces[1]. Recibió la Medalla de Honor en 1932, 1933, 1934 y 1935. Este premio se otorgaba al alumno de cada clase “que ocupe el primer puesto al sumar las notas de las diversas asignaturas y que haya obtenido la mención semanal óptima durante todo el curso” en conducta y aplicación”[2].

En la marina se puede ver que era un estudiante excelente y que se lo calificaba como persona pura que trabajaba preocupado por la gente a su cargo, conforme surge de la siguiente web: https://issuu.com/pablogonzalezday/docs/shaw

22) En su honestidad

«Al pedir la baja devolvió́ a la Marina el importe de su pasaje, además de todos los gastos y viáticos. Uno se compromete a quedarse seis años en la Marina y Enrique había pasado esa fecha, y no tenía que indemnizar nada«[3].

23) En su búsqueda de la santificación de la profesión

Quería santificarse a través de la profesión y santificarla[4].

Desde muy joven ante trabajos áridos y pesados pensaba: “me vienen bien como tónico de la voluntad y, …, es el principal motivo para hacerles lo mejor y más entusiastamente posible, el mejor, tal vez, el único, camino para santificarnos, es el del propio estado[5].

24) En su humildad

Enrique Shaw ingresó a Rigolleau en 1946. Lo presenta su tío para que lo pongan al tanto de los trabajos que se realizan. Él demuestra a partir de ese momento su espíritu de humildad, diciendo que “vengo a aprender y no a enseñar”.  Trabajaba “físicamente” cuando se ponía en funcionamiento algún horno, con ropa de fajina.Lo veían como a un líder, porque tenía siempre una palabra de aliento para todos. Solía hacer preguntas imprevistas.Todo lo anotaba. Le decían el hombre de la libretita”[6].

“Recuerdo que cuando se anunció que llegaba a trabajar Enrique Shaw a la fábrica había cierta inquietud, no se lo conocía. Se pensaba que se iba a instalar en una oficina en dirección. No fue así, empezó de abajo recorriendo las distintas secciones. Se fue integrando poco a poco, no por el peso de un apellido o de su jerarquía, sino con humildad y solidaridad (testimonio Carlos Mayza)[7].

Enrique escribió: “Volviendo a la desilusión que tuve, tal vez sea bueno haberla vivido porque me ayuda a encarar adecuadamente mi actividad. No basta con ser católicos para que las cosas anden bien. Tenemos que ser muy, pero muy humildes, confiar en Dios y trabajar mucho; porque por ser una obra de Dios necesita más dedicación que si fuera nuestra[8].

25) En la estima y benevolencia para con el prójimo.

Procuró «estimar a los otros o por lo menos tenerles «benevolencia», buena voluntad. ¿Pensamos en la posibilidad de que a veces «el otro», subordinado funcionalmente a uno, pueda ser sin embargo superior, más meritorio? Y sin embargo las Sagradas Escrituras nos lo indican en forma categórica (Filipenses. 2,3; Rom. 12,10)”[9].

Por ejemplo, para con los empleados a quienes siempre les preguntaba por su cosas y familias llamándolos por sus nombres. Generalmente anotaba sus pedidos en una libretita[10].

Así en el trato con los empleados por ejemplo que los consideraba como ejecutivos y no meros ejecutores, y cuando necesitó sangre para transfusiones fueron a donar más de 260 trabajadores, y les agradeció feliz por la sangre que corría por sus venas[11].

26) En el cultivo del buen humor y crear un buen clima de trabajo

Rezaba a Santo Tomás Moro para que intercediera por ello[12].

Fui la secretaria de Enrique Shaw durante 10 años, desde 1952 a 1962. Era un hombre de buen humor, siempre alegre y muy activo.[13]

27) En su atención a la voluntad de Dios en su vida.

Enrique escuchaba atentamente a los que lo rodeaban y también estaba pendiente de la Voluntad de Dios, repetía continuamente esta jaculatoria: “Que sea lo que Dios quiera”[14].

Así por ejemplo al dejar la Marina por la fábrica buscando con ello hacer la voluntad de Dios y darle gloria[15].

28) En su búsqueda de soluciones humanas ante la crisis

En el 59 por falta de pedidos había disminución de trabajo. Hubo una crisis en que había que despedir o suspender como 600 personas. Y él no sé qué previsión tomó, pero se la jugó personalmente ante el directorio: mantenerlos e inventar trabajo. Y después vino la contrapartida que aumentó la demanda y fueron necesarias más personas”[16].

En una circular escribió: “El trabajo del hombre es una realidad querida por Dios y santificada por Cristo. La desocupación, por ello, es un mal moral antes que un mal económico. …, porque afecta, con su conjunto de sufrimientos, a seres humanos en su carne y en su corazón. …Por lo tanto en períodos de dificultades económicas, no debe ser el despido la primera solución a encarar. Los Sres. jefes y Capataces deberán hacer ahora un esfuerzo especial tendiente a ocupar en forma realmente útil al personal excedente” (Shaw, circular sobre desocupación 1959)[17].

29) Al priorizar los intereses de los demás a los propios

Así por ejemplo en el año 1961 ofreció su renuncia si la accionista mayoritaria despedía a empleados[18].  “En 1961, cuando llegó una orden de la Corning Glass Work para despedir alrededor de 1200 empleados de las Cristalerías Rigolleau, Enrique se opuso. Preparó una nota firmada por él, … diciendo que, si se echaba una sola persona, él renunciaba.

Estaba totalmente entregado en las manos de Dios. Ya estaba enfermo, tenía 9 hijos. El tenía mucha fe, yo temía quedar sin su pensión ni su obra social.

Era ya el final de 1961, los norteamericanos tenían el control de esa empresa.

Corning lo llamó a Estados Unidos y él pudo hablar muy bien dando explicaciones y no se echó a nadie. Lo que jugó fue su amor por los obreros. A él no le interesaba el becerro de oro.”[19]

30) En la importancia que le daba a la familia también de sus empleados:

Al saludar, hacía preguntas como si fuera un compañero de trabajo de años. “¿Cómo está su señora, sus hijos; cómo se compone su familia; estudian los hijos? A los que trataba más a menudo, sabía la vida de cada uno. Uno notaba enseguida esa calidez, ese algo distinto a la normalidad de la gente” (testimonio Dionisio Ventaja)[20].

Consideraba a la familia como una institución natural anterior al Estado que debe ser ayudada por éste por lo cual promovió la ley de asignaciones familiares[21].

 

Para leer la siguiente entrega, hacer clic acá.

Referencias

[1] Cf. Colegio De La Salle, Solemne Distribución de Premios, 21/11/1931, 26/11/1932, 25/11/ 1933, 28/11/ 1934 y 23/11/ 1935, en: AyBEES, 56, 1, AyBEES, 57, 1 y 2; AyBEES, 56, 1 y 2; Boletines semanales, AyBEES, 23: 3, 5 y 6 y AyBEES, 23, 6.

[2] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, págs. 13.

[3] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, págs. 42, testimonio de Marcos Sastre, compañero de la Marina.

[4] Shaw, …Y dominad la tierra.

[5] Carta de Enrique Shaw del 7-8-1943.

[6] [6] Shaw de Critto, viviendo con alegría, pág. 107.

[7] Shaw de Critto, viviendo con alegría, pág. 105.

[8] Shaw de Critto, viviendo con alegría, pág. 199/200

[9] …Y dominad la tierra, pág. 45

[10] Viviendo con alegría, entre otros testimonios el de Máximo Bunge pág. 144.

[11] Viviendo con alegría, entre otros testimonios el de Juan Cavo págs. 216/227

[12] Testimonio Sara Shaw de Critto: “Mi padre nos hablaba mucho de los santos y nos traía libros sobre ellos. Aún tengo uno de tapas duras que lo atesoro. Admiraba mucho a Santo Tomás Moro y sabía de memoria una oración escrita por él, una muy conocida que enfatiza el pedido por el buen humor etc Repetía con naturalidad, especialmente ante contrariedades inesperadas: “Que sea lo que Dios quiera”.

[13] Viviendo con alegría, pág. 58.

[14] Testimonio Sara Shaw de Critto.

[15] “Las dudas que más me “corroían” referente a pedir la baja eran: 1) Si Dios me había dado esta vocación, es sin duda alguna porque en ella podría, puedo, contribuir a su mayor glorificación” (carta de Enrique Shaw 21-10-1942).

[16] Shaw de Critto, Viviendo con alegría.

[17] Un empresario en plenitud, págs. 146/148.

[18] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, testimonio Liliana Porfiri, págs. 134/135.

[19] Shaw de Critto, Viviendo con alegría.

[20] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, pág. 111.

[21] Un empresario en plenitud, págs. 181, 203-206.

Sobre el autor

Sara Critto y Virna Bergoglio

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