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La inevitable reconciliación franca, integral y no culpógena

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1. Retazos de una República en terapia intermedia. Puñado de preguntas sin respuesta.

Reviso los escritos que me ha publicado ACDE en el portal Empresa. Los releo. Resalto con fibra color limón. Voy coloreando lo que más me agobió escribir. No busco culpables. Me siento algo así como un psiquiatra independiente que boceta un inventario detallado y se pregunta cómo ha sido posible acumular tanto disenso. Un rato más tarde, perplejo, caigo en la cuenta que la tarea resultante muestra que gran parte de las hojas se han teñido de amarillo. ¿Tantas patologías  juntas? ¿Seguiremos recitando las diferencias entre la realidad y las potencialidades o la “Patria que nos merecemos”?  ¿Qué calamidad nos debe azotar para empezar a restañar y cicatrizar? ¿A cuántos más desatinos vamos? ¿Nos creemos lo que declamamos ignorando la realidad a sabiendas o sólo se trata de un pueril ejercicio del poder? ¿Autocrítica nunca? ¿Cuántas generaciones adicionales de jóvenes argentinos vamos a tolerar condenar sin conmovernos? Ellos por jóvenes sueñan con lo ilimitado del amplio mundo y no atarse jamás sólo a las circunstanciales Irán, Cuba, Rusia, China y Venezuela.

2. Se fue un ídolo que paseó su talento mesurado por el mundo. Martes 6 de julio: se me parte el alma por la muerte de Carlos Reutemann. Lo traté varias veces profesionalmente. Sobrio, incansable trabajador, detallista, deportista glorioso, privilegió el escuchar sobre el discurso. Inolvidables  desayunos re tempraneros juntos en Rosario, previos a recoger a su rival político (el médico Hermes Binner) manejando su auto particular con nafta pagada por él, a recorrer las comisarías a las 6 de la mañana a controlar y estimular su policía. Ambos profesionales en lo suyo, dignos argentinos  de la vida que partieron sin ver nuestra Patria  encaminada. Irrelevante sus pensamientos políticos, pues sus personas enormes trascendían ese aspecto. Lole:  una parte de nuestra grieta no se permitió elogiarte al partir. La torpe ideología que paraliza devino en frialdad  iconoclasta. Una pena. ¿Cambiaremos?

3. Campo y fútbol: dos argentinidades tocan fuerte la sirena de alarma urgente. Viernes 9 de julio. El campo que aporta las divisas necesarias para nuestra economía exhibe, una vez más, su problemática. Sin violencias trabajadores de manos encallecidas, caras curtidas por el sol y el viento, y banderas argentinas desde San Nicolás, nos recuerdan que allí, en 1852 nació el acuerdo histórico y empezamos a balbucear República. Incluir al agro es conocer y honrar nuestro mapa nacional. Antes que industria fuimos siembra y cosecha. Sábado 10 de julio: el fútbol argentino juega la final continental en el Maracaná. 45 días encerrados de un equipo renovado, con un capitán que le lleva 8 años al promedio del resto, invicto de triunfos argentinos. En un año durísimo y en un país que tritura cuando no ganas Messi, De María, De Paul, Martínez, (algunos de los 28 héroes) liderados por Scaloni y su equipo nos dieron – nada menos que desde el fútbol – una enorme lección de humildad, sacrificio, entrega, espíritu de equipo, y orgullo patriótico. Los nuestros finalizan arrodillados, abrazados llorando como valientes y riendo. Sin arrogancias ni vanidades.  Prudentes en sus modestas expresiones ante semejante logro. Sin internas ni escándalos. Corrigiendo las sornas o  burlas al vencido.  Compartiendo el vestuario con Neymar en el post partido, con afecto reparador donde podía haber disgusto.  El más popular de los deportes nos mandó al “rincón de pensar” a los argentinos. Nos dejó una clase magistral de tolerancia, aguante, de aprecio de la otredad. Ellos se entendieron, se trataron bien, y de esa forma  inyectaron emoción a todos. Falta aún la contrición soñada de la dirigencia generalizada, total, sin gambetas ni amagues, explícita, profundamente tolerante, con grandeza e inequívocas disculpas que clausuren para siempre nuestra noche de la larga y triste espera ciudadana. ¿Habrá equipo?

4. Requisitos imprescindibles del proceso eleccionario: Ni batalla feroz, ni engaño, ni trampa en el recuento, ni sacada de ruines ventajitas (¿boletas?) ni gritos desde matoncitos de rioba atemorizantes con compadradas beligerantes. Urnas limpias, sin doble fondo, recuento rigurosamente vigilado por ejercito de fiscales. Súper tecnología con controles de integridad y ausencia de violencia comicial. Las 2 coaliciones enhebran nombres para las listas.  Sumaron porcentajes de 48 a 41, quizás hoy más cercanos. Se posponen las PASO por cancha embarrada más que por el virus. Confianza escasa provoca precauciones para coincidir  extremas. Indistintamente, los que culpan al otro de ser odiadores carecen de actitudes que no indiquen la reciprocidad del fenómeno.  La  economía dañada. Inflación, gasto sobre el gasto, culpógenos pases de factura encabezan los titulares de los medios. Las  reservas monetarias adelgazan. Los ciudadanos se exilian o se frustran. La gente se queda sin trabajo, la pobreza crece, igual que la droga. Algunos vuelan hacia las vacunas donde las regalan.  No hay diálogo razonable sino esbozo de  razones opuestas sin admitir nada. Con o sin razón cuasi cierran las fronteras de regreso de compatriotas, los varados cuentan sus odiseas por TV. Duele y no cicatriza la sociedad violenta y sin piedad. Gritos exaltando los debates del Congreso. Vivos que usufructúan todas las ventajas, piolas VIP que le sacan los derechos a los débiles, maestros que no dan clase, alumnos que fingen clases digitales sin compu ni celu.  El país sufre. Vemos inoportunas coartadas para cambiar la Constitución y la justicia, analizar la participación de los trabajadores en la renta, liberar presos (firmes y sin sentencia), cuestionar la propiedad de la tierra, discutir si hay que hacer o no evaluaciones docentes, festejo de los 100 años de un partido oriental que no nos representa…   y otras “sutilezas” por el estilo. La gran pregunta: si enfrentáramos un enorme conflicto bélico o un terremoto terminal,  ¿cada uno haría la suya, nos distraeríamos con fuegos de artificio,  o sensatos nos aglutinaríamos en la vital defensa de la Patria unida esta vez y siempre?

5. Vuelan las décadas. Ya casi no importa quién tiene razón ni quien la empezó. Los comandantes  que fabrican paz, luego de atacarse hasta hace un ratito, encuentran los argumentos para decidir el hasta aquí llegamos. Enemigos del pasado dejan cimientos con el solo apretón de manos.  La suprema decisión volitiva de terminar la lucha por la sinrazón del porque sí. ¿No es hora ya de tragarse todos los sapos, enterrar todos los odios, morigerar las condenas? ¿Y la justicia divina? ¿Dificilísima de alcanzar? ¿Y el ojo por ojo y diente por diente? Desde muy antaño es absolutamente imposible el justo retrotraer efectos de daños, violencias y culpas. Las pérdidas e inequidades se compensan sólo en el altar del perdón. Al infinitamente superior estadio de la paz se accede solamente por la convicción firme que perdonar superará los efectos de la continua vil beligerancia.

6. Habrá que lograr que aquellos que están enfermos de importancia, tengan que desensillar y “bajarse de los equinos”. Sacarse los antifaces y todos sin excepciones hacer el mea culpa. Absoluto, auténtico, profundo y sentido acto de contrición, amplio, no egoísta y sin trampas. Cada cual sabe perfectamente en qué ha estado bien y en qué ha estado mal… en que tiene razón y en qué repta bravuconeando por la eterna ambición de poder. Todas las instituciones (que conocen como nadie extraño sus propias cuitas) elegirán quienes tienen autoridad moral para decirle a sus pares “ya fue”, “ya es tiempo suficiente”, “largá el juguete institucional y de ahora en más vamos por derecha” y también para exigirles contrición, pedir disculpas, devolver lo indebido y dejar el lugar futuro a los no contaminados. Guste o no las dirigencias (políticas, profesionales, sindicales, obreras, etc.) serán las que harán sus propias oportunas curaciones desde sus tripas. Cuanto más Patria sana residual quede en ellas, más rápidas serán las transiciones sin violencias. No va más el tácito “acuerdo para el silencio políticamente correcto”. La realidad demanda desde antaño el oxígeno por la “nueva asepsia institucional”. No contra de nadie sino en favor de todos. Con cordia es la manera de superar la dis cordia. Con el cuore. Quedate y sé cruzada. Ni halcones ni palomas. Simples patriotas cotidianos.

 

Sobre el autor

Ignacio González García

Socio de ACDE. Síndico Titular del Grupo Diario La Nación, de IDEA y de La Anónima de la Patagonia.

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2 comentarios

  • Uno por uno, son los testimonios de sensatez, reflexiones sobre una realidad incontestable, desafio a hacer antes que hablar, coraje para enfrentar volitisvos, pensamientos para pensar y ayudar a pensar, y presencia de quien lejos de contemplaciones busca encontrar unidad republicana para una docencia ciudadana encaminada a expresarse en la asuncion responsable de otorgar un poder general amplio de administracion y disposicion sobre derechos, obligaciones, bienes y hasta de la misma libertad configurado en la realidad conceptual de un voto.
    Abrazo grande en el honor de su amistad.

  • Excelente querido Ignacio, muy bueno, es cierto, patriotas, pero sin negociar nada, porque con los delincuentes no se negocia