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Mercosur y sus lastres

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I. La reunión de Presidentes de países integrantes del MERCOSUR, conmemorando los treinta años de su creación, arrojó un saldo negativo para el bloque evidenciando más allá de las asimetrías macroeconómicas, las diferencias básicas en cuanto a consensuar a favor de su integración internacional.

El bloque se fundó oficialmente como una zona de libre comercio el 26 de marzo de 1991. La realidad nos muestra que, a lo largo de estas tres décadas, sólo alcanzó a conformar una unión aduanera incompleta, lo que muestra a las claras la incapacidad de conformarse como una plataforma sólida que permita insertarse en nuevos escenarios internacionales.

Actualmente, la concreción de pocos acuerdos, muestra la incapacidad de los países integrantes de seguir sus propias reglas, pues cada vez que MERCOSUR trató de cerrar acuerdos con grandes bloques o países, afloran desinteligencias internas que detienen el avance de la integración por falta de consenso.

Por lo expuesto, no sorprende que los cuatro países tengan diferentes agendas internacionales, no sólo en los aspectos económicos sino también ante el flagelo sanitario que exige una estrategia en común para hacer frente al COVID 19.

II. Luego de treinta años de existencia del bloque regional más importante de América del Sur, se reiteran los reclamos de revisión del arancel externo común que ronda en promedio entre el 13% y 14%, que lo convierte en uno de los mercados más cerrados del mundo, llevándolo a un aislamiento con muy poca capacidad negociadora. En tal sentido, particular responsabilidad le cabe a Argentina y Brasil, que no supieron conformar el núcleo de una verdadera integración.

Si realmente las autoridades competentes tomasen conciencia del aislamiento internacional del bloque, deberían coincidir en que el mismo es consecuencia de las erróneas políticas gubernamentales y de las organizaciones empresariales que ante la mera posibilidad de apertura comercial denuncian la destrucción de la industria nacional y el desempleo.

En el siglo XXI el bloque al que pertenecemos y nuestro país, no deben dar la espalda a las tendencias internacionales de integración de cadenas de valor, pues ese desacople no tiene viabilidad ni sustentabilidad; es decir la realidad nos enseña la imposibilidad de “Vivir con lo Nuestro”.

Es el momento de aprovechar el contexto internacional favorable con alzas en la cotización de commodities, crecimiento del PBI de China superior a 9% y de 3% de Brasil, que son nuestros principales socios comerciales; amén de las posibilidades concretas de negociar Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, República Popular China, Canadá y fundamentalmente el acuerdo ya negociado con la Unión Europea.

Fernández y Lacalle Pou en el último encuentro virtual del Mercosur. Foto: Télam

III. Más allá de los discursos altisonantes y de las marcadas asimetrías entre los países miembros, el MERCOSUR resulta atractivo para el mundo pues posee trescientos millones de habitantes y quince millones de metros cuadrados de superficie, constituyéndose en una fuente real de alimentos y materias primas indispensables para la humanidad.

El bloque constituye una oportunidad y una necesidad tanto para los países que lo integran como para el mundo.

En tal sentido Argentina debe aprender que necesita más del MERCOSUR e integración con otros países y bloques, pues las consecuencias y los costos del aislamiento se manifiestan claramente en desinversiones y en bajas tasas de inversiones externas comparadas con décadas pasadas, pues cada cien dólares que ingresaban a la región nos llegaban treinta y en la actualidad capta cinco. Así se produce un efecto multiplicador negativo: no ingresan divisas, no hay innovación y tampoco se generan empleos de calidad.

Esta desconfianza no sólo afecta las decisiones de inversores externos sino también a los locales que deciden colocar sus fondos en el exterior.

Otra variable a considerar son las exportaciones, cuya diversificación tanto en bienes como en servicios con mayor valor agregado resultan indispensables para obtener un ingreso genuino de divisas y también incrementar nuestra paupérrima participación en las exportaciones mundiales, que hoy alcanza al 0,28%; cuando hace un siglo ostentaba el 3%.

IV. La conformación de la integración económica en América Latina resulta altamente conveniente para nuestro país porque permite un mayor intercambio de bienes y servicios con alto valor agregado.

Con la construcción de plataformas de comercio regionales se generan beneficios en materia de menores costos de logística y también en lo pertinente al intercambio de bienes y servicios con la posibilidad de desarrollar proyectos comunes que arrojarían beneficios mutuos, trabajando decididamente en telecomunicaciones, economías de escala, energías renovables, tecnología satelital, modernización de redes ferroviarias y puertos; etc.

Lo expuesto, nos permitiría dejar atrás los verdaderos lastres que impiden avanzar en el sentido correcto al MERCOSUR y Argentina, a saber: costos operativos, inflación, legislación laboral, desempleo, presión tributaria, cepo cambiario, inseguridad jurídica, cesación de pagos, inestabilidad política; etc.

Es el momento de los cambios profundos y llevar a la práctica una frase póstuma de Ortega y Gasset: “¡Argentina a las cosas, a las cosas!“

La misma podría hacerse extensiva a MERCOSUR.

 

Imagen de portada: Wikicommons, Federo.info

Sobre el autor

Juan Carlos Marcolongo

Licenciado en Economía (UBA). Entre 1971 y 1991 trabajó en el BCRA y en 1992 ingresó en la Dirección de Estadísticas del Sector Secundario de INDEC hasta 2019. Fue docente de la UBA, Universidad de Palermo y Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales.

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