Para Byung Chul Han la transparencia es el “control neoliberal”, es una especie de tiranía basada en la información. La cuestión es que la información no es lo mismo que la verdad ya que no tiene profundidad y es solo cuantificable. Por eso, Han dice que “la transparencia carece de trascendencia”; no conduce a ninguna parte, es solo eso, no hay nada más allá.
Según Han, a los cultores de la transparencia no les interesa cómo los políticos toman decisiones, sino hacerlos objeto de escándalo. En esto supongo que sigue a Nietzsche, por aquello de que los procesos judiciales son siempre un espectáculo. El escándalo es un objeto de consumo apropiado para lo que Han denomina “el capitalismo de la emoción”. Las emociones -subjetivas, volátiles y explosivas- son el objeto de la grieta. Y la búsqueda de la transparencia, sigue esta lógica de consumo presuponiendo un espectador que se escandaliza, es decir, una democracia de meros espectadores.
La sociedad de la transparencia es, en realidad, según Han, una sociedad de la desconfianza que se apoya en el control. El ensayista objeta que el verdadero poder siempre tiene algo de secreto, de arcano y está bien que así sea. No todo ha de estar al descubierto, la realidad es muy profunda. Por eso, sigue Han, “la confianza solo es posible en un estado intermedio, entre el saber y el no saber”. La confianza implica la autonomía del subordinado y la renuncia a la permanente vigilancia. Chau micromanagement. La confianza no se puede suplantar con el control.
Para pensar.