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La expansión de la comunicación en las organizaciones híbridas

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Supongamos que se cae Internet y, entonces, todas las actividades se ven alteradas o directamente suspendidas. Entonces, se pone en valor la comunicación. La cultura de la conectividad se inmiscuyó en nuestras casas y alteró nuestras percepciones de las relaciones sociales.

Supongamos que se cae Internet: no solo no podríamos acceder a la información ni ver una serie, tampoco contaríamos con el estado del tiempo, ni con los mapas del GPS, ni con los horarios de nuestras actividades. Se callaría una buena parte de la música, del entretenimiento, de los juegos. Desde la pandemia, además, habría pocas chances de avanzar en la educación y en el trabajo. Se reducirían notablemente las posibilidades de compra de alimentos y enseres del hogar. Nuestro mundo se achicaría y aislaría enormemente. Sobre todo, perderíamos el contacto fluido con familiares, colegas y amigos, al bloquearse el canal y gran parte del contenido de nuestras interacciones.

Documentos, calendarios, agendas, trámites, rutinas: trabajo y hogar están atravesados de manera constante e inadvertida por las tecnologías digitales. Esa trama ha penetrado mucho más en nuestro mundo de la vida cotidiana durante la pandemia. Si pasamos del plano personal al institucional ya nos hacemos una idea de lo que significan las organizaciones híbridas. En este nuevo contexto híbrido de las empresas, de los organismos públicos y de las organizaciones de la sociedad civil, la gestión profesional de la comunicación vuelve a tener un rol muy destacado, tal como lo testimonian las 113 grandes empresas de Argentina que completaron la herramienta KCI (Key Communication Educators) de medición de la performance en comunicación corporativa, desarrollada por la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral y AMCHAM, la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina.

Efectivamente, la pandemia es un hito que puede suponer una nueva expansión de la comunicación en las organizaciones. Hubo una necesidad de más y mejores contenidos digitales y de más y mejor comunicación organizacional.

Esta nueva expansión llevará a la comunicación más allá de sus confines habituales. Los contenidos constituyen un sector de la economía en sí mismos (la industria de la información y del entretenimiento) pero todos los sectores necesitan de contenidos comunicados estratégicamente: quedó especialmente claro esto para la ciencia, la cultura y la educación, a partir de la pandemia. Comunicación es un área funcional de las organizaciones, pero todas las áreas y, sobre todo la dirección, necesitan de expertise en comunicación, como se desprende de la amplia consulta a Presidentes y CEOs de compañías de la región realizada por la Cátedra de Liderazgo Empresarial 2030 del IAE.

Aún tenemos que ver qué quedó en la playa después de la marejada. Por un lado, nos debemos un control de daño y, por otro, un avance decidido pero ordenado hacia este nuevo tipo de organizaciones híbridas. Hay que completar la transformación digital que se aceleró en forma atropellada y quedó a mitad de camino y, sobre todo, recuperar las relaciones personales de calidad y con propósito, como motor de la organización.

Desde la mirada de la comunicación organizacional, entonces, la pandemia ha supuesto algunos progresos: la aludida extensión de los contenidos digitales, los nuevos canales de relacionamiento con los stakeholders, el trabajo en equipos remotos, la centralidad de la comunicación interna, la cultura del riesgo y la ética del cuidado.

Al mismo tiempo hay desafíos nuevos: pérdida de interés por el ambiente corporativo de trabajo, dificultades para incorporar y retener talento, nuevas demandas de autonomía y de seguridad, revancha de viejas prácticas de liderazgo basadas en el control y la exigencia de una presencialidad sin propósito.

Con la pandemia la cultura de la conectividad se inmiscuyó en nuestras casas y alteró nuestras percepciones de las relaciones sociales. “Que la socialidad ‘se vuelva tecnológica’ no solo alude a su desplazamiento al espacio online, sino también al hecho de que las estructuras codificadas alteran profundamente la naturaleza de las conexiones, creaciones e interacciones humanas”, sostiene José van Dijck en La cultura de la conectividad.

Comunicación tiene mucho para aportar en este nuevo bienestar que hay que recrear. Parte de esa tarea consiste en revalorizar las interacciones cara a cara, mostrar el carácter insustituible de la comunicación interpersonal presencial, lo cual sólo será posible conviviendo con un entorno virtual y con otro reparto entre la vida personal y laboral, y entre home office y la oficina, que es una de las ganancias de la pandemia.

*Publicado originalmente en El Hilo de la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral.

Sobre el autor

Damián Fernández Pedemonte

Doctor en Letras y Director de la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral.

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