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10 años de Francisco: El Papa que ama a los empresarios (2)

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Nota 2

Los buenos empresarios y los tres principios rectores de la actividad empresarial

En el capítulo 10 del Evangelio de San Juan, se presenta la parábola del Buen Pastor que “da la vida por las ovejas”, imagen que se contrapone con la del “mercenario” o ladrón de las ovejas.

En varios discursos, Francisco se apoya en este espejo para construir y contraponer la imagen del “buen” o “verdadero” empresario, con el especulador o mal empresario (cfr. Mensajes en Génova y a Cofindustria)

Para el Papa, el Buen empresario:

El especulador o mercenario:

Al igual que les pide a los sacerdotes que tengan “olor a oveja,” les pide a los empresarios que tengan “olor a trabajo”. 

Los tres principios rectores para la actividad empresarial

En el discurso a UNIAPAC de 2018, el Papa ordena su pensamiento en tres principios rectores de la actividad empresarial, que caminan paralelos a los de la Doctrina Social de la Iglesia: dignidad inalienable de la persona humana creada a imagen de Dios; el Bien común, para que todas las personas alcancen el desarrollo integral (que es para todos los hombres y para todo el hombre) y el valor del Trabajo, como participación en la obra creadora de Dios.

“Que en el centro de cada empresa esté el hombre” pide el Papa a los empresarios. No el hombre abstracto, ideal, teórico sino el hombre concreto, con sus sueños, necesidades, esperanza y cansancios. Esta atención a la persona concreta comporta una serie de elecciones importantes: significa dar a cada uno lo que le corresponde, significa saber dirigir, pero también saber escuchar, significa que el trabajo cree otro trabajo, la responsabilidad otra responsabilidad haciendo una experiencia de fraternidad y solidaridad.

El Papa Francisco reitera el llamado a los empresarios a ser “constructores del Bien Común y artífices de un nuevo humanismo del trabajo”. Que el Bien Común sea precisamente la brújula que oriente la actividad productiva para que crezca una economía de todos y para todos. El principio del Bien Común guía la responsabilidad social de las empresas, su investigación y tecnología, su control de calidad, hacia la construcción de una sociedad más humana y fraterna.

El trabajo debe ser entendido y respetado como un proceso que va mucho más allá del intercambio comercial entre empleador y trabajador. En primer lugar, es parte del sentido de la vida, camino de desarrollo humano y de realización personal. El trabajo nos hace ser creativos a imagen y semejanza de Dios, que es el primer trabajador. El trabajo debe estar integrado en una economía del cuidado. Hoy se descarta a los niños con las bajas tasas de natalidad, a los ancianos y a los jóvenes. La mayoría no tiene trabajo. Un trabajo que cuida restaura la dignidad humana y asegura la sostenibilidad futura.

Próxima nota: Los tres grandes riesgos o tentaciones de la actividad empresarial

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