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El presidente Milei y las instituciones

Escrito por Enrique del Carril
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Introducción

El pasado 21 de octubre pudimos ver una entrevista al presidente Milei realizada por el periodista Franco Mercuriali, donde expuso aspectos de los logros obtenidos por el Gobierno en materia económica y realizó un repaso sobre falencias u errores que le marcó el periodista en su largo diálogo.

A mi juicio, la calidad de la entrevista fue muy buena y el desempeño del presidente también, aun cuando insiste con el insulto o la descalificación desmedida a políticos opositores y periodistas de diversos medios.

¿Es Milei un populista más?

A mi juicio Milei está en el camino correcto. La lucha que lleva adelante contra el déficit fiscal y la excesiva regulación por parte del Estado se inscriben dentro de un programa de orientación liberal que, desde mi modo de pensar, es el adecuado y fue votado por la mayoría que confió en él.

Otro rasgo positivo de su actuación es el apego a la verdad traducida en una conducta firme frente a los ataques de la oposición. Hasta ahora ha demostrado con los hechos que no cederá en los lineamientos fundamentales de su programa aun cuando esa conducta incida negativamente en su popularidad, medida por las encuestas en boga. Los argentinos estamos acostumbrados a votar políticos que realizan promesas en sus campañas que, saben, no cumplirán. Esta deleznable actitud es la base del populismo que busca crear enemigos, no adversarios, y entronizar caudillos mesiánicos cuyo único sostén es la mentira y el engaño a la comunidad.

A mi juicio el gobierno está recorriendo una época bisagra: puede persistir por convicción en el cumplimiento de un correcto plan o fomentar el fanatismo “libertario” considerándolo como verdad absoluta que permite la persecución de todo aquel que no coincida con sus ideas.

Desde aquella, ya lejana, amenaza: “viva la santa federación, mueran los salvajes unitarios”, nuestra Argentina recorrió un largo camino de enfrentamientos que persiste con una denominación peyorativa acertada: “la grieta”. Término que representa una zanja que divide a quienes están de una u otra orilla.

Si observamos la conducta de nuestro presidente, creo que hay dos puntos que marcan la tentación de Milei hacia el populismo: los insultos y descalificaciones a quienes no piensan como él o lo critican y la despreocupación por el funcionamiento de las instituciones republicanas, especialmente en lo que hace a la eficiencia e independencia de la Justicia.

 

Los insultos y descalificaciones.

“Cuando los perros ladran es señal que cabalgamos Sancho amigo”. Este refrán, atribuido a Rubén Darío, debería guiar la conducta del Presidente pero, lamentablemente, eligió el camino de los insultos y descalificaciones a la oposición y a los periodistas.

Es cierto que el insulto y el desprecio contra el Presidente ha sido una práctica constante del sector más radicalizado de la oposición. También es cierto que quienes nos gobernaron cometieron delitos cuyas pruebas están siendo analizadas en la Justicia. La responsabilidad y el involucramiento con actos graves de corrupción quita credibilidad a las descalificaciones e insultos proferidas contra el presidente, lo cual se agrava cuando se pretende involucrar al pueblo argentino que ya se pronunció en las urnas.

Pero, justamente, esa actitud descalificatoria y agresiva de los fanáticos de la oposición, permite a Milei, responder con los hechos más que utilizando las armas dialécticas de los corruptos. Si así lo hiciera daría una imagen de grandeza que es lo que la Argentina necesita. Creo que Milei no ganará más votos recurriendo a las armas que los corruptos utilizan contra él. Menos aún si incluye en sus insultos a personas o sectores que comparten sus ideas y cuyas discrepancias son menores.

 

Macroeconomía, claridad en los objetivos.

En la entrevista que comentamos Milei demostró claridad y conocimiento de la macroeconomía. Su exposición me dio la sensación de estar en buenas manos porque planteo con claridad los objetivos que se propone y el camino, arduo y difícil, que debe recorrerse.

Ante la realidad expresada con una afirmación precisa, “no hay plata” indicó el camino lógico para salir adelante aplicando la precisión de las matemáticas: Si se pretende afrontar un gasto debe asignársele los fondos sacándolos de otras partidas. Debe terminarse con las promesas a las que nos tienen acostumbrado los “aprendices de brujos” para quienes la creación de riqueza y la solución fácil se apoyan en la emisión de moneda falsa, el endeudamiento o el aumento de la carga impositiva. La mayoría silenciosa tomó conciencia que ese camino es pan para hoy y hambre para mañana, porque el mañana ya llegó y la Argentina no puede vivir con inflación, ni con endeudamiento excesivo.

 

Despreocupación por las instituciones republicanas. La Reforma judicial.

Pero gobernar no es solo ocuparse de la economía. El cumplimiento de objetivos económicos requiere crear un ámbito de estabilidad que asegure el crecimiento y fomente la creación de riqueza para distribuirla equitativamente.

Es que los principios económicos, si bien responden a la lógica de las matemáticas en sus postulados, requieren de una actitud fundamental en quien planea inversiones, actitud que se denomina CONFIANZA y que, según el propio Milei, califica a la economía como una ciencia social porque la libertad del hombre es el atributo que debe respetarse a rajatabla y ella orienta las decisiones de invertir o no, de ahorrar o de gastar el dinero que se gana con el trabajo.

Para ganar confianza es necesario otorgar seguridad mediante instituciones políticas bien organizadas. Entre ellas un sistema judicial confiable e independiente.

Al finalizar la entrevista Milei se refirió tangencialmente a este tema, demostrando que no le da la prioridad que tiene como sostén de la economía de mercado. Expuso el programa de reformas planeadas con el ministro de Justicia basado en las modificaciones de Códigos Procesales y otras medidas legislativas las cuales, según lo expuesto por muchas organizaciones profesionales, no son suficientes; menos aún pueden calificarse como una reforma judicial profunda como necesita la Justicia.

El término “reforma judicial”, adoptado por el FORES (Foro de Estudio sobre Administración de Justicia) a fines de la década del setenta, indica la necesidad de una reforma integral que abarque tres aspectos fundamentales: el humano, el administrativo funcional y el institucional.

El aspecto humano implica adoptar las medidas necesarias para seleccionar a los jueces mejores. Un camino propiciado es la creación de un Instituto de Formación Judicial que otorgue puntos decisivos en los concursos. Implica también, instaurar concursos de idoneidad para los empleados judiciales, donde se distinga el estatus de empleados con vocación de permanencia, de aquellos que buscan experiencia y capacitación mediante becas de patrocinio.

También debe ocuparse de la formación de los abogados que integran el sistema judicial. Hoy las facultades de derecho, en general, se ocupan de la formación académica, pero otorgan un título habilitante para ejercer la abogacía.

El aspecto administrativo funcional debe tener como objetivo atacar la lentitud producto de la congestión ocasionada por la rigidez del sistema.

Finalmente, el aspecto más importante es el político institucional ya que la Justicia es un poder del Estado con atribución de declarar la inconstitucional de los actos de los otros dos. Ello implica la necesidad de profundas reformas al modo de trabajo de la Corte Suprema de Justicia y a la designación de sus integrantes.

La intención de encarar una reforma judicial como la esbozada precedentemente, brilló por su ausencia en la exposición de Milei, lo cual es una mala señal pues es un indicio de que puede optar por el camino equivocado del populismo. Esperemos que el presidente elija el camino correcto.

Sobre el autor

Enrique del Carril

Abogado. Ex director de la revista EMPRESA. Fue presidente del Colegio de Abogados de la CABA entre el 2006 y el 2010. Socio fundador del Foro de Estudios sobre Administración de Justicia (FORES).

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