Los conflictos laborales no son una falla: son información. La diferencia entre pérdida de productividad y acuerdos sólidos está en cómo te preparas.
Además de todo lo que aportan los expertos en talento y jurídicos, como especialista en comunicación pública y organizacional, te comparto algunos puntos de apoyo:
Antes de hablar, define objetivo común, mapa de intereses, criterios de éxito y reglas de diálogo.
Separa personas de problemas, lleva datos y casos concretos, y establece tiempos y roles.
La inteligencia emocional arranca antes de la reunión: respira, regula tu estado, y entra con curiosidad, no con veredictos.
Los sí y los no que sugiero:
Qué sí hacer ✅:
> Escucha activa con preguntas abiertas,
> Reformula para validar,
> Busca el “sí, y…” en lugar del “sí, pero…”.
> Nombra las emociones sin dramatizar (“percibo frustración; ¿es así?”),
> Y cuando suba la temperatura, aplica pausas breves para bajar la reactividad. > Documenta acuerdos, responsables y próximos pasos; define cómo y cuándo revisar.
> Usa canales formales, lenguaje simple y enfoque en hechos + impacto + propuesta. ️
Qué no hacer ⛔:
> No envíes correos/chats en caliente,
> No ironices ni etiquetes personas
> Evita la generalización (“siempre/ nunca”),
> No supongas intenciones,
> No busques culpables ni armes reuniones multitudinarias.
> Evita negociar con público, mezclar temas o posponer indefinidamente.
> Cierra cada conversación con un acuerdo verificable (quién, qué, cuándo) y un plan de seguimiento.
Espero que sean útiles estos puntos. Con preparación, regulación emocional y comunicación efectiva, el conflicto se transforma en aprendizaje para todas las partes.

