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El costo de una silla vacía

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El impacto real de los errores en reclutamiento

Una empresa es una maquinaria. Y como toda maquinaria, necesita todas sus piezas para funcionar con precisión. Cuando una posición está vacante, algo se detiene. Cada día sin cubrir ese rol se pierde productividad, calidad… y finalmente rentabilidad.

Pero el impacto va más allá: alguien del equipo tiene que “subsidiar” esa ausencia. Toma tareas que no le corresponden, se dispersa, trabaja a medias en lo propio. Lo urgente le gana a lo importante. El resultado: desgaste, frustración y errores que podrían haberse evitado.

Y lo más paradójico: muchas veces no es que no haya talento disponible, sino que lo dejamos pasar por errores evitables en nuestros procesos de reclutamiento.

El rol (subestimado) del reclutador

En muchas empresas, el área de reclutamiento es vista como “administrativa”. Pero en realidad, un buen reclutador es un negociador entre las necesidades del negocio y las posibilidades del mercado.

También es quien debe lidiar con otro gran desafío: la línea. Y la verdad es que la línea, en general, no es experta en entrevistar. Muchas entrevistas terminan siendo charlas de café, donde se elige por simpatía más que por evidencia. ¿No valdría la pena capacitarlos seriamente en esto?

Algunos errores que seguimos repitiendo

¿Y si hacemos las cosas distinto?

No hace falta una mega estructura para contratar bien. Hace falta claridad, coherencia y respeto por el proceso. Estas son algunas buenas prácticas:

Contratar no es llenar un casillero

Es sumar una pieza clave a la maquinaria que mueve a toda la organización. Cada incorporación tiene el potencial de multiplicar resultados, destrabar procesos, inspirar equipos. Pero también, si se elige mal o se improvisa, puede frenar el avance, sobrecargar engranajes y desgastar a quienes sí están dando lo mejor.

Cuando cada pieza está en su lugar —por competencias, por actitud, por valores— la empresa no solo funciona: fluye, aprende, crece y se transforma. Porque el verdadero motor de cualquier organización no está en sus sistemas, ni en sus productos. Está en su gente y cada decisión de contratación es una decisión estratégica sobre el futuro.

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