Tras la muerte de Francisco, la Iglesia Católica eligió a un nuevo Papa, el líder que la guiará en los próximos años. León XIV, con sus gestos y sus palabras, empieza a dar señales de cómo será su pontificado.
El Papa . El último 8 de mayo, el Cardenal Robert F. Prevost entró en la Capilla Sixtina para la votación de las 7:30 de la tarde y se quedó ahí para siempre. El que salió fue otro hombre: León XIV, el Papa número 267 de la historia de la Iglesia Católica. El primero vivía casi en el anonimato; el segundo es la persona con más atención mediática del mundo. Prevost, aun con sus responsabilidades, alguna vez podía jugar a ser una persona normal. El nuevo Papa, en cambio, carga sobre sus hombros un peso enorme, mayor que el que cualquiera podría llevar, según les dijo él mismo a los cardenales poco después de aceptar el cargo. Aun así, sonríe.
¿Es conservador o progresista? Las clásicas categorías de análisis político no aplican del todo a los Pontífices: más precisa parece una clasificación según se ponga mayor énfasis en lo doctrinal o en lo pastoral. El acento en lo doctrinal pone el foco en la fe (en lo que deben creer los católicos), y una mayor energía en lo pastoral pone más atención en la caridad (el modo en que se les propone actuar). Según ese criterio, Juan Pablo II quizá combinara ambos aspectos, Benedicto XVI puede haber sido más doctrinal y Francisco, más pastoral. ¿Y León XIV? Es muy pronto para decirlo, aunque algunos signos vaticinan otra vez una síntesis, como lo fue la que logró el Papa polaco. El tiempo lo dirá.
Quedan para teólogos y vaticanistas los análisis más profundos sobre los desafíos que enfrenta el nuevo Pontífice. Acá va sólo un punteo de algunos aspectos comunicacionales de sus primeras horas al frente de la Iglesia Católica:
- El nombre. Él mismo lo dijo : León por varios motivos, aunque uno importante es la referencia a León XIII, el Papa que se interesó por las “cosas nuevas” a las que se enfrentaba el hombre en plena Revolución Industrial: en ese contexto escribió su encíclica Rerum Novarum, piedra fundacional de la Doctrina Social de la Iglesia. Hoy es la inteligencia artificial la que plantea nuevos desafíos que reclaman una mirada centrada en “la dignidad humana, la justicia y el trabajo”. León se propone encararlos.
- La vestimenta. En línea con la tradición sólo interrumpida por Francisco —que quería enfatizar la sencillez, ataviado sólo con la sotana blanca—, León XIV apareció en el balcón por primera vez vestido con la muceta roja y la estola bordada en oro, símbolos de la sangre de los mártires y la autoridad del Papa. En su pecho, una cruz dorada. Un detalle: no se puso, en cambio, los zapatos rojos reservados para los Papas, sino los mismos negros que llevaba cuando era cardenal: tradición, autoridad, a la vez que los pies permanecen en la tierra.
- El primer discurso . Leído: pensado, no improvisado. En italiano, porque el Papa es el Obispo de Roma. Y unas palabras en español, en un gesto de gratitud hacia los peruanos, que lo acogieron durante décadas. Con una rareza: ni una frase en inglés, su lengua de origen, que no habría molestado a nadie. El mensaje: continuidad con Francisco —a quien mencionó dos veces— con un llamado a la unidad. Y una invitación a todos, enfática, a buscar la paz y la justicia. El remate: una referencia a la Virgen María, en línea con lo más tradicional de la Iglesia.
- Otros símbolos. León duerme en el Palacio Apostólico, no en Santa Marta: una vuelta a la tradición. Usa la cruz dorada en el pecho en las situaciones solemnes, pero prefiere la sencilla de plata el resto del tiempo. Combina las vestiduras ornamentadas cuando la liturgia lo exige, con los viejos zapatos negros. Canta en solemne latín salmos antiguos y saluda con simpatía, sin acartonamiento, a quienes se le acercan.
Agustino y matemático, León parece ser, como san Agustín —que combinó la filosofía de Platón con los misterios de la fe—, una síntesis en sí mismo: estadounidense de Chicago a la vez que latino de Chiclayo. Moderno sin dejar la tradición. Con caridad pastoral sin desatender la importancia de la doctrina. Un blend que parece combinar la firmeza de la fe con la blandura de la caridad, alimentando quizá razones para sentir esperanza. Esto recién empieza.