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La nueva política

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Cada vez parece más evidente que Milei, y otros líderes disruptivos como él, tienen una especie fórmula secreta que la política tradicional todavía no alcanza a comprender. Acá, algunas claves que quizá valga la pena tener en cuenta.

Las encuestas esta vez no se equivocaron: desde hace unas horas, el alcalde electo de New York es Zohran Mamdani. Para quienes no lo conocen, el político demócrata es la excentricidad encarnada:  de ascendencia india, nació en Uganda, es licenciado en “estudios africanos” y no disimula su fanatismo por el hip-hop. Progresista en sus ideas —apoya el control de armas y es un activista LGBTIQ+—, parte de su popularidad se debe a que baja al barro de las propuestas concretas que más atraen a los jóvenes: acceso a la vivienda y transporte barato. Y así ganó.

 Aunque Mamdani y Milei están en las antípodas ideológicas, tienen algunas cosas en común: poca vergüenza, casi ningún sentido del ridículo, mucho histrionismo, gran capacidad para concentrar en una frase o un símbolo un concepto complejo y, sobre todo, una habilidad extraordinaria para parecer auténticos. Además, intuitivos como son, tuvieron lucidez para detectar qué es lo que más importaba a sus públicos en un determinado momento. En la Argentina, la inflación; en NYC, que vivir es carísimo y los jóvenes sienten que su propia ciudad los expulsa.

 Igual que Milei se enfrentaba a la casta, Mamdani señala al establishment como la causa de todos los males. Y aunque proponen cosas muy distintas, lo que en ambos casos parece importar es la nueva gramática del poder, que no se escribe con matices, sino con certezas. No buscan ser la opción razonable; buscan ser la única opción real:

En definitiva, Milei, Mamdani y otros de su especie encarnan la nueva política en tiempos en los que la confianza está rota. Muestran que el entusiasmo de los jóvenes no se asocia a las promesas de gestión eficiente ni a la protección de las conquistas de otros tiempos, sino a una narrativa clara, un enemigo visible y la propuesta de una pelea épica que vale la pena dar. La vieja política sigue sin entender que los jóvenes no quieren un mejor gerente para el sistema actual, sino un héroe que les prometa uno nuevo.

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